“Prefiero no tener pies y saber a dónde voy, que tenerlos y estar perdida”. Esa es la máxima que lleva tatuada, en sus adentros, tras sufrir la amputación de sus dos piernas (por debajo de las rodillas) a consecuencia de un accidente de tráfico, Sara Andrés Barrio, una guapa santanderina de treinta y cuatro años, profesora de Educación Primaria, escritora, ponente de Lo Que De Verdad Importa y paralímpica. Como es imparable, no se detuvo. Con tenacidad y coraje, y también con la gran sonrisa que la acompaña siempre, reconstruyó su vida bajo el paraguas del atletismo. Diploma en los Juegos Paralímpicos de Río (Brasil), en 2016, y medalla de bronce en los Mundiales de Londres 2017 y en el Europeo 2021, ahora busca hacer realidad otro de los grandes sueños que le quedan por vivir: ganar el oro en los Juegos de Tokio . “Quiero pensar a lo grande, así que voy a ir a por una medalla. Y si no la consigo, no pasa nada”, sostiene Sara, con firmeza y optimismo, en conversación telefónica desde Japón.
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- ¿Te ves con muchas opciones?
- Si hablamos de opciones reales, en la prueba de salto de longitud, lo voy a tener siempre más complicado, porque mis rivales son muy buenas y llevan muchos años compitiendo. Yo lo hago desde hace tan sólo dos temporadas y es muy poco tiempo para una prueba tan técnica.
Hace una pausa y añade: “Otra cosa es en la de cien metros lisos. Ahí me veo con más posibilidades de medalla, porque soy muy rápida y ya me he medido este año unas cuantas veces con mis mayores rivales, que son, sobre todo, europeas”.
- ¿Cómo te sientes? ¿Crees que estás en el mejor momento de tu carrera deportiva?
- No sé si estoy en mi mejor momento, pero sí que llego muy bien y estoy mejor preparada que en los primeros Juegos. A Río llegué con tan sólo un año de experiencia y ahora llevo cinco más. Ya tengo un bagaje más amplio y se puede decir que soy una atleta profesional.
- ¿Qué se siente al representar a España en la mayor competición internacional deportiva?
- Siento orgullo porque no sólo estoy representando a mi país sino también a mis familiares y mis amigos y también emoción por formar parte de algo tan grande.
- ¿Qué significaría para ti ganar el oro en los Juegos Olímpicos después de tanto esfuerzo y dedicación, y tras un año tan complicado como el 2020?
- La satisfacción de ver cumplido un sueño. Quién no quiere ganar una medalla de oro, recibirla en un Estadio Olímpico y sentir que estás entre las mejores del mundo. Sería un logro muy grande.
- ¿A quién se la dedicarías?
- Este año, a mi chico, Juan Van-den-Eynden, que, por desgracia, no ha podido acompañarme por la pandemia. También a su familia y a las personas más importantes de mi vida que, desgraciadamente, ya no están en este mundo, como mi madre que se murió siendo yo jovencita. Corro por y para ella, y a ella le dedico siempre mis triunfos. Tampoco me olvidaría del papá de una buena amiga mía, que fue como un padre para mí, y del padre de Juan, Eduardo, que falleció el año pasado. Me da mucha rabia no haberle podido conocer más.
- ¿Cuántas veces te has visto en sueños con el oro al cuello?
- Sueño mucho con la medalla. Con la de oro, la de plata o la de bronce, me da igual. Y a veces me da por ensayar discursos de agradecimiento por ella cuando estoy en la ducha.
“Sueño mucho con la medalla. Con la de oro, la de plata o la de bronce, me da igual”
- Independientemente del papel que hagas, ¿los Juegos de Tokio pueden suponer el punto y final de tu carrera deportiva?
- Quedan tres años para los Juegos de París, pero mi intención es llegar a ellos. Después seguiré o no, dependiendo de que el cuerpo me aguante o me queden ganas. Si consigo una medalla, puede que me quede a gusto y me retire. O a lo mejor quiero otra y sigo. O, si no la gano, me da por continuar para ganarla. No sé. A día de hoy, no tengo planeada mi retirada. Eso sí, cuando sienta que no soy feliz o que estoy desgastada, lo dejaré. De momento, no es mi caso, estoy contenta.
- ¿Has tenido que sacrificar muchas cosas por dedicarte de lleno al mundo del deporte?
- Sí, muchas. Sobre todo, en estos dos últimos años, que pedí la excedencia como profesora. Sacrificas cosas que, en un primer momento, te parecen insignificantes, pero que luego se te hacen bola. Si consigues una medalla, se te olvidan, pero están.
- ¿Por ejemplo?
- Sacrificas el tiempo de estar con la gente que quieres, porque todo está basado en el entrenamiento y en el descanso. Yo no soy capaz de hacer planes de almuerzos, cenas o de viajes sin pensar que tengo que entrenar, no puedo desconectar nunca. Al principio empieza siendo un hobbie y te encanta, pero luego ves que es tu trabajo y que es muy sacrificado y agotador. También te impide practicar otros deportes que no sean el tuyo para evitar lesiones o desarrollar músculos que no te convienen. Es un agobio.
- Bueno…pero también hay buenos momentos. ¿Cuál ha sido el mejor de tu carrera?
- El mejor momento es el presente, el que vivo aquí, en Tokio. O mejor dicho, espero y deseo que sea el mejor.
- ¿Y el peor?
- Cuando ves que hay gente que no respeta y no te cuida, que deberían hacerlo y no lo hacen. Me refiero al mundo del paralimpismo, a los estamentos y a las compañeras envidiosas. Y ahí lo dejo.