Skip to main contentSkip to footer
patricia pardo© Fernando Junco

Cocina con corazón

Patricia Pardo comparte con ¡HOLA! el emotivo recuerdo de su abuela, en un verano diferente

La periodista, que sustituye a Ana Rosa Quintana en verano, también nos habla del gran cambio que ha experimentado con la maternidad


29 de agosto de 2021 - 12:01 CEST

Aunque se considera “cocinillas”,  Patricia Pardo no siempre tiene tiempo para meterse entre fogones. “Por trabajo y porque tengo dos niñas pequeñas”, nos explica la periodista santiaguesa, que vuelve a sustituir a Ana Rosa Quintana en las mañanas de Telecinco. Por suerte, este año ha podido disfrutar de las primeras vacaciones de verano junto a sus hijas —Aurora y Sofía, de cinco y tres años, respectivamente—. En estos días de asueto, Patricia no solo ha podido disfrutar de su familia, en su Galicia natal, sino que también ha enseñado a sus niñas las recetas que aprendió de su añorada abuela Aurora, como la particular empanada que descubre ahora en ¡HOLA!.

Portada HOLA 4022© Hola

—¿De dónde viene esta afición?

—De mi abuela. Mis padres tenían tiendas de ropa y yo los veía por la mañana y por la noche. Quien cocinaba en casa era la abuela Aurora.

—Tendrás muchos recuerdos de ella.

—Y con el carácter que tenía mi abuela… Un poco como yo, una mujer muy gallega, con mucha intensidad… La recuerdo siempre enfadada en la cocina, porque hacía comidas bastantes elaboradas, quería que le salieran perfectas y no le gustaba ensuciar (ríe).

—Dices que no tienes tiempo para cocinar, ¿cómo te apañas en tu día a día?

—Me hago unos desayunos que alucinas, y a las cuatro de la mañana. Me preparo huevos revueltos con tomate y pimiento, salmón, tostadas de pan integral con aguacate… A mis hijas también les encanta prepararse un buen desayuno.

Patricia Pardo© Fernando Junco

—¿Sueles cocinar con ellas?

—Les encanta. A las dos. La mayor hace tostadas con aguacate y dice que es guacamole porque machaca el aguacate. Luego, echa leche, un poquito de sal… No sabes cómo es con cinco años (ríe).

—¿Cuál es tu especialidad?

—El cocido gallego, pero, en Madrid, es complicado encontrar el costillar salado y el grelo, una verdura típica de Galicia. También lleva pollo, ternera, chorizo, morcilla, patata, judías… Lo siento, pero el gallego es mucho más completo y está mucho más rico (ríe).

“Nadie espera encontrarse las conchas en una empanada, pero terminan sobresaliendo y esa es la gracia”

—¿Eres más de platos de cuchara?

—Si pudiera elegir una comida para todos los días, serían pulpo a la gallega y tortilla de patata. No me cansan. Cuando salgo a comer fuera, me encanta el «sushi». También la cocina árabe. Por ejemplo, la “pastela” de cordero, que lleva canela y le da un toque dulce y salado.

Una mamá saludable

—¿Algún alimento que evites?

—En su día, se publicó que me encantaba la repostería, pero no es verdad. Soy antiazúcar. Cuando me quedé embarazada de la mayor, empecé a leer libros de dietética y salud. Descubrí que el azúcar es tan malo que lo he desterrado. Si preparo algún postre, lo hago con xilitrol o eritritol —edulcorantes naturales—.

—Vamos, que cuidas la alimentación.

—Si el pan o la masa pueden ser integrales, mejor. No estoy obsesionada, pero sí concienciada de la importancia de la alimentación en todo: en tu cabeza, en el desarrollo de tu trabajo… Tenemos infravalorado comer bien, porque no es solo por una cuestión de estética. ¿Por qué la gente enferma? Porque comemos mal.

—¿Y todo a raíz del embarazo?

—Sí. Antes comía todo. Por ejemplo, iba a la máquina expendedora a por una palmera de chocolate. Me cuesta mucho hablar de la comida, especialmente con el tema de las niñas, porque me hace sentir un bicho raro. Si un día van a un cumpleaños, sí que comen la tarta, pero quiero que sepan que no es lo habitual. Pueden comer todo lo que quieran, pero que sea comida de verdad. Si las dejo, mis hijas se pueden comer un pollo entero.

“Soy antiazúcar. Cuando me quedé embarazada de la mayor empecé a leer libros de dietética y salud. Descubrí que el azúcar es tan malo que lo he desterrado”

—¿Y tú comes también mucho?

—Muchísimo.

—Tienes suerte con tu metabolismo.

—Bueno, mido uno ochenta y tres… ¡Se me reparte por todo el cuerpo! (Ríe). Pero es verdad, tengo suerte. Mis padres también tienen buena constitución.

—¿Te cuidas también en el gimnasio?

—Procuro ir dos días a la semana, hora y media cada vez que voy. No hago cardio, sino ejercicios de fuerza, remo y, sobre todo, muchas sentadillas con la kettlebell, que es una pesa redondita.

Patricia Pardo© Fernando Junco

—Antes nos hablabas de tus hijas. ¿son conscientes de quién es su madre?

—Ahora más. En el colegio, tuvieron que contar la profesión de los padres y llevar algo representativo. A mi hija le metí un micrófono con el cubilete de Ana Rosa y, por su padre, unos grilletes, porque es policía. Cuando salió en clase, entendió que no era lo normal (ríe). Tampoco es demasiado consciente. Sabe que mamá es periodista y cuenta noticias.

—En abril, contrajiste el coronavirus y, en tu caso, se alargó, ¿tienes secuelas?

—Gracias a Dios, no. No sé cómo me contagié, porque no tuve síntomas. Lo supe gracias a los protocolos de Telecinco. A la semana de aislarme, dieron positivo mis hijas y empecé de nuevo la cuarentena. Por eso estuve tres semanas.

—Este verano lo has podido disfrutar por primera vez con tus hijas.

—Sí, porque llevo haciendo la sustitución desde que me quedé embarazada de Aurora, en dos mil quince. Este año nos han dado vacaciones, porque Joaquín Prat y yo nos hemos dividido agosto, así que he podido ir a Galicia.

“La hago cuando me da morriña. Siempre me recuerda a mi abuela Aurora. Se mancha mucho la cocina, es una receta muy laboriosa y cuesta hacerla, porque no es fácil encontrar harina de centeno, pero está buenísima”

—Entonces, han sido unas vacaciones muy especiales.

—Muy tranquilas, porque no ha hecho muy buen tiempo y no he podido ir a la playa más que solo dos días. Pero he vuelto a Santiago con las niñas, que les encanta porque les cuento un montón de historias de la ciudad. También he estado en La Coruña, con mi hermana, y en otros sitios, como Vilagarcía de Arousa, Boiro…

—Vamos, que has aprovechado estas dos semanas.

—Un montón. Me han servido para desconectar y para reencontrarme con amigos y familia.

—Cuando presentas en vacaciones, ¿Ana Rosa envía mensajes?

—No, no me siento acechada. No puedo estar más agradecida con el programa porque tiene lo que todo el mundo ansía: tranquilidad. Si Ana Rosa lo presentara treinta años más y me diera tiempo a criar a mis hijas y tranquilidad, firmaría ahora mismo.

Empanada de millo con berberechos

Patricia Pardo© Fernando Junco

Tiempo de preparación: cerca de 4 horas

Ingredientes (para 6 personas):

● 750 g de harina de maíz ● 250 g de harina de centeno ● 80 g de harina de trigo (dos puñados generosos) ● medio taquito de levadura de panadería ● 1 kg de berberechos frescos ● una cebolla grande ● pimentón dulce ● aceite de oliva ● sal ● agua

Elaboración

  1. Antes de preparar la empanada, pon los berberechos en agua con sal la noche de antes, para que vayan soltando la arena.
  2. Ya en el mismo día, mezcla las harinas, formando una montaña y dejando un agujero en el centro. Ahí introduce la levadura disuelta en medio vaso de agua templada.
  3. A continuación, añade más agua, poco a poco, según vaya pidiendo. La masa tiene que quedar bien disuelta, con una textura esponjosa y algo líquida, como la de un yogur.
  4. Una vez preparada la masa, tápala con un paño seco durante una hora, para que crezca una vez la levadura fermente.
  5. Por otro lado, prepara lo que conocemos en Galicia como la ‘fargallada’: el sofrito de cebolla con un poco de pimentón dulce, al gusto.
  6. Una vez fermentada la masa, extiéndela sobre la bandeja que vas a introducir en el horno y un poco de aceite de oliva. Encima, vierte la ‘fargallada’ - el sofrito-. También coloca los berberechos, pero sin quitarles la concha.
  7. A continuación, pon otra capa de masa.
  8. Hornea la empanada a 180º, durante 45 minutos (o una hora, hasta que quede tostadita y crujiente). Con el calor, los berberechos se terminan abriendo y sueltan su agua de mar, dando ese sabor tan rico a la masa. Nadie espera encontrarse las conchas en la empanada, pero terminan sobresaliendo y esa es la gracia. Hay quien se la come caliente, pero me gusta más fría. Incluso, al día siguiente, la empanada está más buena.