Antonio Carmona (Granada, 1965) define el escenario como “su casa”. Desde que con 12 años se subiera por primera vez a uno, no ha dejado de hacerlo durante los últimos años. Pero el coronavirus dio al traste con ello y el cantante, descendiente de una relevante saga de artistas –su padre y su tío son los tocaores Juan y Pepe Habichuela– y ex miembro de Ketama, ha estado un tiempo sin medirse ante su público. Por eso, “preocupado por la situación”, ha ideado un espectáculo llamado Antonio Carmona en familia para reencontrarse con sus seguidores. Con él, recorre algunos puntos de la geografía española en una gira que se prolongará durante el próximo otoño e invierno. Un show en el que, como bien indica su nombre, le acompañan, entre otros miembros de su familia: su hija Marina, la nueva estrella del clan; sus sobrinos Lucas y Juan Carmona, éste último cuñado de Fernando Verdasco, y su primo Carlos Carmona, nieto de El Pescaílla. Hablamos con el genial cantante de música, raíces... y, cómo no, de su último exitazo junto a C. Tangana.
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—¿Cómo te enfrentas a tu primera gira después de varios meses de parón debido al confinamiento?
—Esta gira la hemos arrancado tarde, porque estamos más dirigidos al otoño. Llevamos un espectáculo con mis hijas, mis sobrinos, mi familia... Hay que apoyar a las nuevas generaciones en medio de esta sequía musical. Hace unos días, estuve en Starlite con Rosario y Lolita y fue un chute de energía brutal.
—¿Cuál es la sensación de volver a pisar los escenarios?
—Ha sido mágico. Ahí arriba todo vuelve a resurgir, como el ave fénix. ¡Es un sitio al que pertenezco! Yo vengo del escenario desde que tengo doce años. Es donde me he criado, es mi casa y es lo que necesito para expresarme.
— ¿Qué nuevos proyectos tienes entre manos?
—Estoy trabajando en mi disco. Me gustaría que mi nuevo trabajo estuviera acompañado de algo que interese. Estoy dándole vueltas para que no sea un disco más, para que sea una vuelta especial, donde cuente mi vida. Los tiempos que corren son difíciles, todo pasa muy deprisa… También estoy terminando muchos temas de composición. Durante los últimos meses, he estado mucho tiempo en el estudio, que es un sitio que también te agobia y cansa mucho. Estoy haciendo varios duetos, me han llamado Luis Enrique, el príncipe de la salsa, para colaborar conmigo y acabo de hacer otro dueto con Álex Cuba, un artista muy conocido que vive en Canadá. Se llama Corazón gitano y es un tema precioso, que recomiendo muchísimo.
—¿Cómo te ha afectado la pandemia?
—Estoy un poco harto. Yo siempre he sido un tío muy feliz, un tipo que, detrás de todo lo que me ha sucedido en la vida, que mi madre y mi padre han pasado fatigas, siempre ha sido positivo. No tengo derecho a quejarme, pero no me gusta cómo están funcionando algunas cosas: el país, la música… Eso te termina afectando. Las fuerzas también se acaban. No te voy a engañar. Estoy preocupado por lo que está pasando y por lo que queda por venir. Aunque todos esos sentimientos se filtran a través de la música….
—Es lógica tu preocupación teniendo en cuenta que das trabajo a mucha gente…
—Así es. Somos mucha gente en el escenario: mi primo, mis sobrinos, mis dos hijas… Somos una familia muy amplia en el escenario, a los que hay que añadir los músicos, los técnicos… Todo eso te frustra, pero hay que estar lo más centrado posible para que no termine afectando mucho, sobre todo psicológicamente. Por ejemplo, los tablaos, donde tengo muchos amigos, están pasando por unas necesidades de flipar. Y eso que los flamencos estamos acostumbrados a las peores épocas y hemos estado siempre sacando lo mejor de nosotros.
—En la gira te acompaña tu hija Marina, ¿qué futuro le auguras?
—Tiene 27 años y está con mucha fuerza, creo que cualquier cosa que le venga, saldrá a flote, porque es muy joven. Lo que hace es muy especial: lo mismo canta en francés que una salsa. ¡Es muy versátil, como yo! Le gusta moverse por todos los estilos. Veo que puede vivir dignamente de la música. Les digo siempre a mis hijas: “En el momento en el que podáis ganar vuestro pan dignamente, es lo mejor que vais a hacer. A lo mejor no vais a tener un yate y ser el número uno, o sí, pero hay que hacerlo dignamente, pico y pala, como hizo mi padre e hice yo”. En estos días era el cumpleaños de mi padre, Juan Habichuela, que me falta desde hace cinco años. Por eso hoy también estoy bastante bajo de energía. Él era mi mejor amigo y el músico al que más admiro. Cuando se casó con mi madre, mi abuelo le dio un pico y una pala para que se hicieran una habitación dentro de la cueva en el Sacromonte, donde vivían. Y desde entonces ese es mi lema.
—¿Qué es lo que destacas de Marina?
—Tiene una voz de caramelo. Es maravillosa, muy bien educada, hizo la carrera de música en Miami estudiando con los mejores profesores de allí. Me gusta en el escenario, es tan inquieta…
—Tu hija Lucía Fernanda también es artista. ¿En qué se diferencia de su hermana Marina?
—Ella es compositora, le sale por las orejas, igual que a mí, le salen a borbotones las letras y las melodías, es como una fuente inagotable. Tiene una facilidad… Lo que más me gusta de ella es que tiene su sello. Eso es lo más importante. Ahora mismo todo es igual. Para mí, el salto que ha dado con este primer disco es diferente a todo lo que está sonando ahora. No deja de ser Habichuela, pero está adaptada a la música de ahora.
—Para alguien que no sepa que son hijas tuyas, ¿en qué lo podrán notar?
—Tendrían que verlas en persona con un instrumento. ¡Ahí sí que se ven que son mis hijas! Lucía Fernanda toca la guitarra. Aprendió sola y eso le viene de familia. Marina, el piano.
—¿Has notado el efecto C. Tangana tras participar con él en la grabación de la canción Me maten?
—Sí, por supuesto, Antón es un gran escritor y tiene una cabeza privilegiada a la hora de meterse en un estudio. Estuvo en mi casa de Cádiz y nos pusimos ahí a escribir. Yo le decía: “A mí no me dejaban entrar en las discotecas por las pintas que llevaba”. A partir de ahí, nos salió la letra de “la alfombrita roja” [Una de las frases de Me maten]. Viene a expresar toda la hipocresía de este mundo. Pasan de no quererte a adorarte. Pero sí, el efecto C. Tangana ha sido muy importante. En mi show canto un cacho del tema en directo. La gente se divierte mucho. Esta es una canción que ha sido un exitazo.
—¿Cómo surgió la colaboración?
—A él le gustaba mucho mi música, me miraba como un referente. Los productores que tiene también me han escuchado. Lo ha hecho también con Kiko Veneno o Toquinho. Antón es muy viejo de cabeza. ¡Parece un señor mayor de las ideas tan claras que tiene! A partir de ahí ha surgido una relación. Mis hijas acaban de estar con él en México actuando en los premios MTV.
—Rosario ha incluido en su disco Tienes que vivir, una canción que escribió cuando estabas en la UCI. ¿Qué te provoca ese tema?
—Mucha ternura y emoción, por un lado; por otro, la fatiga de que podía irme de este mundo y dejar a todos los amigos, la familia y la gente que quiero. Rosario estuvo a pie de cama conmigo. Hemos vivido cosas muy fuertes, hay una hermandad que venga lo que venga nunca se va a romper. Eso te hace fuerte y crea un vínculo hasta el final de los tiempos.
—Eres muy cercano al resto de la familia Flores. ¿Cómo estáis viviendo la próxima boda de Elena Furiase?
—¡Es nuestra niña chica! Guille, ella y mis hijas se han criado juntos. Tengo mucha emoción porque se casa con un chaval al que adoramos y tiene una familia maravillosa. Los dos han tenido una gran suerte en conocerse. Por supuesto va a ser un día especial. ¡Vamos a liarla parda! Es la nieta de Lola Flores y El Pescaílla. Será un momento muy feliz para todos nosotros. ¡Un regalazo muy bonito!
—¿Qué opinas de la carrera musical de Guillermo Furiase?
—Tiene muchas cosas que decir. Es un excelente compositor, un tío que le hierve el rock and roll en las venas. Él tiene una manera de componer que no lo hubiera hecho su tío Antonio. Tiene un sello tan personal…. ¡No se parece a otros artistas!
—Sin embargo, hay mucha gente que le ve parecido a Antonio. Tú fuiste un gran amigo suyo, ¿qué opinas?
—La composición no tiene nada que ver. En lo personal, claro que se parecen, en su rollo, en cómo era Antonio, pero en lo demás no. Guillermo es un compositor de bandera.
—Has cantado para grandes personalidades, ¿a quién te gustaría entonarle uno de tus temas?
—Me encantó cantarle a Quincy Jones. Se me ocurren más a quien no cantarle [Jaja].
—Por cierto, eres un gran amigo y defensor del talento de Kiki Morente, ¿crees que ha sido positivo el huracán mediático por su relación con Sara Carbonero para que lo conozca más gente?
—Kiki es un cantaor muy respetado por el flamenco. Me alegro de todo lo bueno que le pase, viene de sufrir mucho por la muerte de su padre. Las cosas del corazón son alegrías, aunque él tiene una profesión muy seria.
—Por último, ¿te animarías a escribir tus memorias?
—Estoy trabajando en un proyecto para una plataforma de música y arte en general y estoy muy emocionado con esto. Y además estoy trabajando en mi estudio de Cádiz con el que no para de pasar gente. Vivo en una casa llena de música y de arte. ¡Eso que no falte nunca!