Cada verano, a excepción del año pasado debido a la pandemia, Valeria Mazza y Alejandro Gravier aterrizan en Marbella, donde ejercen de embajadores del Festival Starlite, acompañados de sus hijos. El pasado 8 de agosto, la icónica modelo argentina volvió a subirse al escenario para conducir nuevamente la gala benéfica Starlite, en la que fueron premiadas Paloma Cuevas y Georgina Rodríguez, entre otras personalidades. Y la hemos visto en numerosos conciertos del festival, celebrando el cumpleaños de su marido y disfrutando de los días de sol y playa, siempre inseparable de sus hijos Balthazar, de veintidós años, y Taína, la pequeña de la casa, de trece años. En esta ocasión, Tiziano, de diecinueve, y Benicio, de dieciséis, no han podido acompañarle. El hijo mayor del matrimonio es un atractivo joven que ha heredado la percha de su padre y el pelo rubio y los ojos de su madre, así que no es de extrañar que haya causado sensación en la Costa del Sol.
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Una nueva etapa comienza ahora para Balthazar, a quien en familia llaman cariñosamente Balthu, buen estudiante, responsable y siempre sonriente, como su madre lo define, ya que a finales de agosto se instalará en Madrid para cursar un cuatrimestre de su carrera, Ingeniería Industrial, en la Universidad Politécnica, y trabajará hasta marzo en un fondo de inversión. “Está muy contento, le hace mucha ilusión. Desde niño conoce muy bien España, tenemos muchos amigos y a Madrid ha ido muchísimas veces. Es más, el año pasado ya estuvo haciendo una experiencia laboral de dos meses en un fondo. Le encantó la vida allí, así que decidió ahora hacer este intercambio y aprovechar la posibilidad que le daba la Facultad”, nos cuenta Valeria.
La primera vez que Balthazar Gravier estuvo en Madrid tenía apenas tres meses. Su nacimiento (Buenos Aires, 29 de mayo de 1999) fue todo un acontecimiento social en la época. En aquel año, su madre, la modelo más importante de la historia argentina, triunfaba en su país, en Estados Unidos y en Europa. Así que el matrimonio decidió instalarse durante unos meses en la capital de España, compaginando su nueva faceta de padres con la imparable proyección de la top. No ha sido su único destino desde niño, ya que desde muy pequeño ha acompañado a su madre en sus viajes de trabajo por el mundo, e incluso vivieron un tiempo en Italia, donde asistió al Colegio Inglés de Milán.
Con cinco años comenzó sus estudios en el colegio Northlands de Buenos Aires, y en 2016 obtuvo los títulos de Bachillerato Internacional y de Educación Secundaria con Orientación en Arte y Literatura. Al año siguiente ingresó en Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) para iniciar sus estudios de Ingeniería Industrial, que ahora lo traen una temporada a nuestro país. “Esperamos que vuelva para pasar las fiestas, Navidades y Año Nuevo con nosotros en Punta del Este, como siempre. Y bueno, le estaremos acompañando, pero confiamos en que esta sea una experiencia muy positiva para él”.
“Estamos felices como papás de verlo crecer, volar y tomar tan buenas decisiones”, nos dice Valeria orgullosa
Un campeón de esquí alpino
El compromiso con sus estudios no ha impedido a Balthazar realizar otras actividades, pues desde muy niño comenzó a practicar varios deportes alentado por sus padres. El tenis, el fútbol y el rugby, donde llegó a competir, han formado parte de su vida. Pero sobre todo ha desatacado en esquí alpino, entrenando entre las pistas del sur de Argentina y las pistas europeas. Fue Campeón Sudamericano de esta modalidad en los años 2011, 2012 y 2014; y Campeón Argentino de esquí alpino también en esos años y en 2013. Pero su mayor logro ha sido competir en el Equipo Nacional Argentino de esquí alpino entre 2015 y 2017 y representar a su país en los Mundiales Junior de Sochi (2016) y Are (2017).
Una carrera deportiva que ha sido motivo de inspiración por sus hermanos, quienes han seguido sus pasos. De hecho Tiziano, de diecinueve años, se ha proclamado tres veces Campeón Sudamericano y se mide con los mejores en competiciones como el Campeonato del Mundo de esquí alpino de Cortina d‘Ampezzo, Italia, donde el pasado febrero quedó entre los 25 mejores del mundo. Y Benicio, de dieciséis, compite ya este año en la categoría de adultos. El mismo Balthazar ha contado en alguna ocasión que siempre agradecerá a sus padres que tanto a él como a sus hermanos los inscribieran en grupos de esquí porque les ayudó mucho a ser responsables y a conocer a gente nueva.