Marío Conde se ha mostrado roto de dolor tras el fallecimiento de su hermana Ana. El empresario y exbanquero daba a conocer a sus seguidores la muerte de su hermana a través de una emotiva carta en la que ha mostrado a flor de piel sus sentimientos. "La fragilidad de la vida, esa inmensa capacidad de alterar nuestro surco vital de manera brusca, tan potente como imprevista, la sentimos de modo especialmente intenso cuando acontecimientos inesperados nos golpean en lo más profundo, dejando tras de sí, no solo una sensación de vacío, la presencia de una ausencia, sino, adicionalmente, una áspera sensación de injusticia existencial", comenzaba su emotivo relato sobre Ana Conde, la hermana pequeña de Mario Conde, casada con Fernando González Tello, y madre de dos hijos, Fernando, de 31 años, y Álvaro, de 30.
A ella le ha dedicado una preciosa semblanza en la que principalmente ha destacado su profundad bondad. "Ella, Ana, nuestra hermana pequeña, era sobre todo y por encima de todo la bondad personificada. Vivió soportando un injusto sufrimiento, lo que incrementa exponencialmente la calidad de lo sufrido. Pero sobre el dolor quiso edificar un rotundo silencio, consumiendo en su interior la acidez amarga del sabor de lo injusto. Dios le dio buena salud desde su nacimiento, pero a cambio le dotó del corazón más generoso, amplio, afectuoso y sincero que imaginarse pueda. La quería todos los que con ella convivían, porque desparramaba bondad envuelta en una ingenua, e inteligente a la vez, amplia sonrisa".
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"Hoy, mi hermana Carmen y yo, en compañía de mi cuñado Fernando, y algunos, pocos, íntimos, hemos dejado sus cenizas en el panteón familiar -en Tui (Galicia), donde descansan sus padres, Mario Conde Oliva y María del Pilar Conde- Allí permanece lo que queda de su estructura corporal, pero su alma sigue viva en nosotros, con más fuerzas que nunca", continuaba Mario Conde, desolado ante el triste fallecimiento de su hermana Ana.
"Los tres hermanos hemos vivido juntos dolorosos acontecimientos que, si cabe, nos han unido más aún. Hemos entendido que la sangre no es suficiente. Se reclama el amor y la bondad para poder utilizar la palabra hermandad. Nosotros tres tuvimos y cultivamos en momentos difíciles esa hermandad. Permanecemos de momento, dos de los tres con estructura corpórea, en lo que algunos llaman esta 'manifestación', pero seguimos los tres, Ana, Carmen y yo unidos en la comunicación espiritual".
-Mario Conde, roto de dolor en el último adiós a su esposa, Lourdes Arroyo