Por su luz, sus playas y porque allí hicieron un viaje que marcó para siempre sus vidas. Por esto y mucho más, María García de Jaime y Tomás Páramo han encontrado en la costa gaditana su lugar favorito para ir de vacaciones. En concreto, Conil y Tarifa son los municipios a los que van habitualmente, donde les gusta desconectar y sentirse libres y donde, este verano, disfrutarán por primera vez siendo cuatro, ya que a la bonita familia que formaron, con tan solo diecinueve años, con la llegada de Tomi, se unía, el pasado mes de abril, Catalina.
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Gracias a su trabajo como influencers viajan a menudo y han podido conocer maravillosos lugares, pero para ellos su viaje perfecto es aquí y nos cuentan cuáles son sus mejores planes, por qué se enamoraron de este sitio y cómo la primera vez que viajaron con Tomi (que ahora tiene cinco años) a Conil marcó un antes y un después en su historia de amor, en la que han sabido superar juntos todos los obstáculos que encontraron por el camino al ser padres tan jóvenes.
—Hay dos lugares en Cádiz que son muy importantes para vosotros, que son Conil y Tarifa, ¿por qué ocupan un lugar especial en vuestro corazón?
TOMÁS.—Creo que la luz de Cádiz tiene algo que a todos nos atrapa por igual, pero Conil y Tarifa son especiales para nosotros porque Conil fue el primer lugar en el que fuimos familia.
MARÍA.—Fue el primer viaje que hicimos juntos con Tomi.
T.—Cuando nació Tomi, teníamos los dos diecinueve años y por entonces vivíamos una semana en casa de María y otra en la mía, pero, cuando tenía tres meses, una tía mía que tiene una casa en Conil nos dijo: “Yo creo que necesitáis iros los tres unos días y que de verdad sean los primeros días que estéis en familia, los tres juntos, que os lo merecéis”. Esos días, de repente, fue como llegar a un oasis.
M.—De repente sentimos que éramos una familia los tres y disfrutamos muchísimo. Encima, los atardeceres son espectaculares. Fue un viaje en el que todo era bueno. No queríamos volver.
T.—Era el lugar perfecto para sentirnos libres. Se juntaron un montón de factores que hicieron de ese lugar un rincón que siempre va a ser especial para nosotros. Es verdad que tenemos la suerte de poder viajar a muchos sitios, pero nuestro mejor viaje siempre será el de Conil.
“Creo que la luz de Cádiz tiene algo que a todos nos atrapa por igual, pero Conil es muy especial para nosotros porque fue el primer lugar en el que fuimos familia”, cuenta Tomás
—¿Y Tarifa?
T.—Antes de empezar a ser novios, nuestras familias veraneaban en Marbella y, con nuestro grupo de amigos, siempre bajábamos como un día o dos a Tarifa.
M.—Nos encantan las playas, el ambiente, el buen rollo… Y así empezó a ser nuestro lugar de vacaciones y, a día de hoy, nuestro verano es en Tarifa. Luego vamos con nuestros padres unos días, pero por lo menos una semana estamos allí.
T.—Las vacaciones de la familia Páramo García son en Tarifa y siempre vamos cada vez unos días más… Este año vamos diez días… El año que viene yo creo que va a ir subiendo la cosa.
—¿Cuáles son vuestros planes allí?
M.—Aquí somos como muy libres... Nuestro plan allí es ir a la playa sin horario, hasta las diez de la noche si hace falta; ver los atardeceres; Tomi corriendo por las dunas con Tomás…
T.—Vamos también alguna noche a Punta Paloma a ver las estrellas… Es la magia que tiene Cádiz, es el plan que durante todo el año deseamos que llegue. Hay veces que, en vacaciones, te vas algún fin de semana de viaje y no paras, entonces no descansas, pero llegan nuestros días allí y no hay horarios, el plan es disfrutar, estar en familia y comer fenomenal… Sobre todo, el atún que hay allí.
—¿Vais allí siempre solos o con amigos?
M.—Siempre se vienen algunos amigos. Este año van a ir pasando por nuestra casa de dos en dos.
T.—Cata todavía no va a disfrutar mucho, pero Tomi disfruta muchísimo con nuestros amigos. Para él son sus amigos y está todo el día jugando con ellos.
—Si tuvieseis que elegir un recuerdo que os ha marcado de Conil, ¿cuál sería?
T.—De Conil tengo dos. Los que nos conocen saben que tener a nuestro hijo con diecinueve años fue de todo menos fácil y pasamos unos años bastante difíciles hasta que conseguimos hacer nuestra vida. Yo tengo el recuerdo de ese primer viaje cuando fuimos a la playa con Tomi, meterme en el agua y no querer salir. Era una sensación de libertad total. Por fin, después de los nueve meses de embarazo, que se hicieron tan largos, por primera vez sentí que me relajaba y disfrutaba. Y recuerdo cuando estábamos en casa de mi tía, emocionados, haciendo las cosas del niño, bañándolo, cambiándolo… Todo por primera vez sin tener a nadie detrás controlando.
M.—Para mí, el primer día que llegamos allí, que fuimos a comer rápido a un restaurante en la calle Cádiz, y estaba Tomás con Tomi sentado enfrente de mí. Recuerdo mirarlos y sentirme feliz. Pensaba: “Qué fuerte, esta es mi familia”. Fue como de repente darme cuenta de la realidad y sentirme completamente libre con ellos.
“Aquí somos muy libres, nuestro plan perfecto es ir a la playa sin horario, hasta las diez de la noche si hace falta; ver los atardeceres; Tomi corriendo por las dunas con Tomás…”, dice María
—¿Y el más inolvidable de Tarifa?
T.—Los momentos que me voy con Tomi cada año a las dunas y empezamos a hacer el idiota corriendo, tirándonos, haciendo la croqueta… Me siento supervivo, es un momento que me llena el alma. Son los típicos momentos que quieres congelar y acordarte de ellos cuando llega el invierno. También recuerdo con mucha ilusión, año tras año, el ir a ver las estrellas por la noche.
M.—Para mí, un atardecer en el Tumbao, acabar el día cenando en La Pescadería y dar un paseo por la noche por el pueblo. En los atardeceres en el Tumbao siempre hay buen rollo, música… y siempre vamos un grupo de amigos. Ver a Tomás tan feliz, a Tomi, que él allí se hace amigo de todos los niños.
—Este año llevaréis por primera vez a Catalina, ¿cómo estáis viviendo su primer verano?
M.—Superbién. Estamos disfrutando muchísimo con ella porque, además, se está portando fenomenal, está superbién de lo suyo. Lo que predomina ahora en su vida es que está fenomenal y superfeliz, porque está todo el día riéndose y haciendo ruiditos. Es supersimpática. Es una niña que está feliz con cualquier plan, es como una niña mayor… Es tan buena.
T.—Dicen que después de la tormenta llega la calma y la pobre vino al mundo con una tormenta enorme (por los espasmos del llanto por los que tuvo que estar ingresada), pero la calma ha sido como estar en las Maldivas por lo menos. A mí me tiene loco. Es una niña que te enamora.
—Y Tomi, ¿cómo está con ella?
M.—Se muere con ella. Está como loco con su hermana.
T.—Está dándole besos todo el día, no hay ni un ápice de envidia ni de celos hacia ella. También creo que como ha visto que, al principio, lo pasamos mal cuando estuvo ingresada y nos veía sufrir… Al final los niños saben y entienden todo y la ve como que la tiene que proteger.
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