Fue Diandra Luker quien contagió su pasión por Mallorca a Michael Douglas. Su padre, un diplomático suizo-americano, descubrió la isla en unas vacaciones y ella la visitó desde que era un bebé. En la escuela pública, donde estudió esporádicamente, aprendió mallorquín y español, y aún conserva amigos de aquellos años. En 1990, el ganador del Oscar por Wall Street compró S’Estaca, una de las propiedades más impresionantes de la isla, en un acto de amor hacia su esposa, por tres millones y medio de euros de la época.
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Fue construida por el archiduque Luis Salvador de Habsburgo en 1867, y entonces solo contaba con el edificio principal. Ahora, abarca 77 hectáreas de terreno, mil metros cuadrados de superficie habitable y 10 habitaciones. El actor y su mujer la dotaron del máximo confort, con una gran bodega con barricas, un frondoso jardín mediterráneo, viñedos (donde se cosechaba y embotellaba ‘Cameron’, el vino que lleva el nombre de su hijo) un huerto ecológico, una piscina de mármol, un gimnasio, sala multimedia y hasta un baño con chimenea propia. Situada en la costa norte, entre Valldemosa y Deiá, con vistas a la sierra de Tramontana y al Mediterráneo, el verdadero lujo de este lugar es el entorno.
El anterior propietario, al que Douglas compró la residencia, accedió a vender con una condición: que le prometieran que nunca dividirían la finca. “Mi meta era volver un día al lugar en el que crecí. Y volver reconstruyendo lo que había, intentando engrandecerlo”, contaba Diandra a ¡HOLA! la primera vez que mostró su casa en 1993. Hicieron falta dos años y medio de obras y reformas para convertir una propiedad prácticamente abandonada en un maravilloso lugar. Las hierbas lo cubrían todo, los tejados estaban vencidos. Los almendros y los olivos estaban sin podar desde hace décadas, no había electricidad…
“Me impresionaba la fuerza y el encanto de este lugar, de esta casa totalmente asilada y rodeada de tantas hectáreas de milenarios olivos. También sé que la Emperatriz Sissi visitaba el lugar . Yo fantaseaba con estas cosas. Pero, sobre todo, lo que más me atraía era el lugar, porque muy cerca de él, yo viví mi infancia, viví unos años muy felices junto a mis padres en Valldemosa”, nos contaba la entonces mujer del actor.
Al tiempo que reconstruyeron la casa y la hicieron habitable, los Douglasconvirtieron ocho pequeños edificios en alojamientos para invitados a modo de bungalows. “Quería mantener los ambientes de las habitaciones. No quería, en ese sentido, nada nuevo en el aspecto moderno. Por eso viajé por casi toda España. Donde sabía que estaba siendo demolida alguna casa o edificio antiguo, allí me presentaba yo a comprar puertas y muebles…”.
Aquí pasó la pareja sus mejores años y, aunque el matrimonio terminó rompiéndose, ninguno de los dos quiso separarse de S’Estaca. En 1998, tres años después de su separación tras dieciocho de matrimonio, Diandra recibía de nuevo a ¡HOLA! en su finca mallorquina y nos explicaba la situación. “Nos hemos separado legalmente, pero hemos decidido no divorciarnos. Bueno, él seguía haciendo su trabajo, es decir, la mayor parte del tiempo seguía fuera de casa y yo quería vivir en familia. Conste que en ningún momento le echo la culpa de lo que pasó. Fue un cúmulo de circunstancias. A él le encanta su trabajo y está muy entregado a él. Lo que ocurre es que, cuando estás casada con una persona así, toda tu vida y la de tu hijo van detrás. Esta es una de las principales razones por las que fracasan tantos matrimonios en Hollywood”. Y destacaba su buena relación con Michael: “Es fantástica. Hablo con él cada dos o tres días sobre nuestro hijo. Le consulto todos mis proyectos, le cuento mis penas y mis alegrías, es mi mejor amigo”.
El divorcio llegaría en el año 2000, y se recuerda como uno de los más caros de Hollywood: se habla de que el actor habría pagado a su ex 45 millones de dólares, y como el dinero no daba más de sí, por cuestiones sentimentales, llegaron al acuerdo de compartir la casa en meses diferentes. Así nos lo confirmaba Diandra en octubre de 2002, cuando mostró a ¡HOLA! los rincones nunca vistos de su impresionante propiedad. “Cada uno de nosotros comparte la casa en unos meses diferentes. Además, mantenemos una comunicación que nos permite acomodarnos según las circunstancias”, y confesaba que, a pesar de ser una casa muy costosa de mantener, “mi amor por S’Estaca es totalmente ciego”; nos desvelaba también su rincón favorito: “la terraza, delante de mi habitación, desde donde puedo ver la puesta de sol”.
Durante las últimas dos décadas, en que ambos rehicieron sus vidas, Michael Douglas y su ex mujer se repartieron S’Estaca tal y como nos contaba Diandra. El actor se casó con Catherine Zeta-Jones en noviembre de 2000 y tienen dos hijos, Dylan y Carys; la familia sigue siendo habitual en Mallorca, y ahí han sido fotografiados estos días; también la productora, que en 2004 fue madre de los gemelos Hudson y Hawk, nacidos durante su relación con Zachary Hampton Bacon III, con quien rompió poco después, y adoptó a una niña de origen ruso, Imara.
No obstante, aunque encuentra allí su verdadero paraíso, Douglas decidió poner S’Estaca a la venta en 2014. Entonces, pedía cincuenta millones de euros, aunque tuvo que rebajar su precio a treinta millones. “Cuando vi por primera vez S’Estaca, caí también bajo su hechizo. Muchos de mis amigos han estado y han disfrutado de una estancia maravillosa”, decía el actor en el vídeo promocional de venta. No obstante, la estrella de La guerra de los Rose y Atracción fatal cambió de planes después de que falleciera su padre, el mítico Kirk Douglas, en febrero de 2020. Entonces, Michael se refugió en Mallorca para superar la pérdida y decidió comprarle la mitad de la finca a Diandra por quince millones de euros. “Hemos pasado muchas, muchas horas aquí y es donde me enamoré de Catherine. Por eso, la isla significa mucho para mí”, confesó el actor, el verano pasado, al diario Última hora. “Me encanta Mallorca. No solo porque aquí me enamoré de Michael. De niña, vine con mis padres muchos veranos y tengo muchos recuerdos”, añadió Catherine.