Tamara Falcó sigue adelante con sus planes y proyectos profesionales incluso durante los meses de verano. Hace apenas una semana anunciaba el lanzamiento de su primer libro de recetas, Las recetas de casa de mi madre, y ya aseguró que iba a continuar con sus estudios culinarios en la prestigiosa escuela Le Cordon Bleu nada más obtener el certificado de cocina intermedia. Aun así, ha podido reservar algunos días para disfrutar lejos de Madrid junto a su pareja, Íñigo Onieva. Si hace unas semanas la veíamos navegar en alta mar por las aguas cristalinas de Ibiza, este pasado fin de semana ha realizado una escapada exprés a un lugar muy especial de la provincia de Valladolid. Ubicado en el corazón de la localidad de Ribera del Duero, se encuentra el hotel Abadía de Retuerta LeDomaine, uno de los más conocidos de la zona por su prestigio vinícola y su alta cocina.
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La pareja, que no ha dudado en compartir con sus seguidores las actividades y experiencias que han vivido este fin de semana, pudo realizar una visita a las bodegas y disfrutar de las instalaciones del hotel como la piscina o el jardín del claustro. Este último es uno de los espacios más demandados por los clientes y donde se puede degustar una excelente variedad de producto de temporada tanto en las cenas como en los desayunos. Y eso es precisamente lo que hicieron Tamara e Íñigo con un almuerzo contundente compuesto por jamón ibérico y huevos poché acompañados de un aceite de oliva virgen extra, que el joven empresario denomina como "liquid gold" ("Oro líquido), procedente de los pagos del marqués de Griñón y extraído directamente del molino del padre de la diseñadora de moda. Un guiño hacia una de las profesiones y pasiones más conocidas de Carlos Falcó que demuestra lo presente que sigue en la memoria de Tamara.
Como no podía ser de otra manera, la ganadora de MasterChef Celebrity y su pareja quisieron disfrutar de la gastronomía de la zona y degustar un menú de alta cocina del chef Marc Segarra en el restaurante Refectorio que cuenta con una estrella Michelin desde 2014. Puerro asado, ceniza de pino, pincho de lechazo o berenjena a la llama son alguno de los platos con los que la pareja acabó la jornada. El domingo al mediodía optaron por comer al aire libre en el Pool Bar del hotel junto a unas maravillosas vistas a los viñedos. Como plato fuerte, eligieron una barbacoa compuesta por pulpo a la brasa, pinchos, solomillo y berberechos.
Un festín que acompañaron con los mejores vinos locales, fermentados en la bodega de la Abadía, ubicada en la Cueva de los Monjes y que cuenta con una increíble variedad de producto vinícola de hasta 400 etiquetas. Tras un paseo por los viñedos, Tamara e Íñigo visitaron una de las joyas del alojamiento: la colección de arte privada que se encuentra en la Abadía Santa María de Retuerta. La recopilación artística alberga obras de estilo renacentista y barroco, tapices franceses o la escultura de acero del vasco Eduardo Chillida que data de 1959 y que la pareja fotografió y compartió con sus seguidores.
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La abadía en la que se encuentra el hotel fue construida a finales del siglo XII en un entorno privilegiado ya que se encuentra a orillas del río Duero. Su fundador, Sancho Ansúrez, se encargó de dotar al monasterio de carácter románico, convirtiéndose en el edificio más importante de este estilo artístico de la provincia de Valladolid. No es de extrañar que Tamara e Íñigo hayan optado por pasar un fin de semana de desconexión entre las paredes de este excepcional alojamiento que abrió sus puertas en 2012 y fue restaurado manteniendo la personalidad y el gusto original. Desde su habitación, la pareja pudo contemplar las hermosas vistas a los viñedos y al río en este paraje que ha sido elegido como uno de los mejores destinos del mundo.
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