Después de retrasarse un año a causa de la pandemia y de estar pendientes de un hilo hasta el último momento, por fin está todo listo para que los Juegos Olímpicos de Tokio comiencen. Será este viernes cuando Naruhito, como presidente de honor de estas Olimpiadas, declare el inicio de los mismos en la ceremonia de inauguración. Será sobria y estará centrada en los atletas, como sobrios serán los Juegos en sí, puesto que por primera vez en la historia no está permitido el acceso de público a las competiciones. Ese es el motivo por el que la emperatriz Masako no le acompañará, reducir el número de asistentes, entre los que sí habrá ciertas personalidades de otros países.
El príncipe Alberto de Mónaco y Jill Baden, la primera dama estadounidense, han sido de los que más se han anticipado y ya se encuentran en la capital nipona. A ellos y al resto de altos cargos internacionales (entre los que también se espera al presidente francés, Emmanuel Macron) les dará la bienvenida Naruhito en una recepción oficial que tendrá lugar en el Palacio Imperial poco antes de la ceremonia de inauguración.
- Charlene no podrá acompañar al príncipe Alberto en un viaje al que le hubiera gustado (mucho) ir
Alberto de Mónaco, al igual que el emperador japonés, acudirá sin su esposa, Charlene, que se encuentra desde hace meses en Sudáfrica recuperándose de una severa infección en la nariz, los oídos y la garganta. Hasta ahora no había faltado nunca (al menos desde que está casada) a esta cita deportiva, muy especial para ella no solo porque llegó a competir en los Juegos Olímpicos como nadadora profesional antes de ser Princesa, sino también porque ha sido escenario de las imágenes más cariñosas y espontáneas junto a su marido.
Unos Juegos Olímpicos muy diferentes
Los de Tokio son unos Juegos diferentes. Si ya resulta extraño unas gradas sin públicos, más inaudito aún es la prohibición de abrazos entre los deportistas y entre los miembros de sus delegaciones. Está por ver si todos y cada uno de ellos serán capaces de reprimir el impulso de abrazarse cuando ganen alguna competición, especialmente en los deportes de equipo.
A pesar de que estas medidas han supuesto un jarro de agua fría para los deportistas, sobre todo en lo que al público se refiere, la ilusión de los representantes de las diferentes delegaciones nacionales permanece intacta. Todos va a por todas para ganar sus medallas, aunque quienes se alcen con la victoria las recibirán de una manera completamente inusual: les harán entrega de ellas en una bandeja, de la que ellos mismos las cogerán y se las colocarán.
Medidas inéditas que, en cualquier caso, son preferibles a la cancelación de los Juegos, que se ha estado planteando hasta esta misma semana dado el auge de contagios en la ciudad y los detectados entre los propios jugadores. Desde luego, no hay duda de que estos Juegos Olímpicos (por los que, cabe recordar, postuló Madrid como sede y fue clara favorita hasta el último momento) son los más anómalos de la historia.