Cuando anunciaron su separación, el pasado 12 de marzo, ya adelantaron que sus caminos tomaban caminos distintos, pero que mantendrían “el respeto, el afecto y la amista” entre ellos. Estas palabras de Sara Carbonero e Iker Casillas se constataron este último fin de semana, cuando la presentadora y el exportero del Real Madrid se desplazaron a Valladolid para asistir a una boda muy especial: la de Laura Muñoz, a la que Sara llama “prima” por la buena relación que las une, y el empresario Gonzalo Báñez. De hecho, a pesar de comunicar su separación hace cuatro meses, el exfutbolista no quiso faltar a esta cita familiar, celebrada este viernes 16 de julio.
Al reencontrarse, en la iglesia de Santiago Apóstol, de la citada la ciudad castellana, Carbonero y Casillas se mostraron muy afectuosos. Es más, se saludaron con dos cariñosos besos ante la atenta mirada de sus dos hijos en común: Martín, de siete años, y el pequeño Lucas, que cumplió los cinco en junio.
Con permiso de los novios, la periodista y el exfutbolista acapararon la atención del resto de los asistentes a la celebración, que continuó en la finca ‘El Lago de Maito’, a las afueras de Valladolid, hasta bien entrada la madrugada. Especialmente Sara, que volvió a deslumbrar con un favorecedor vestido azul marino, de la diseñadora colombiana Silvia Tcherassi, que resaltó su bronceado y su envidiable figura.
Juntos, durante un fin de semana, sin sus hijos
Ya en la mañana del sábado, Carbonero y Casillas siguieron disfrutando de Valladolid, aunque sin la compañía de sus hijos, que se marcharon con Irene y Goyi, la hermana de la presentadora y su madre, respectivamente. De esta forma, el exmatrimonio pasó un estupendo fin de semana sin niños y en compañía de familiares y amigos. Ese mismo sábado, tras tomar el aperitivo, la pandilla compartió almuerzo y paseos por los jardines de la ciudad. Igual de relajados estuvieron el domingo 18, día en el que pusieron fin a su estancia por tierras castellanas.
Como se aprecia en las imágenes que ilustran estas líneas, Carbonero y Casillas mantienen una gran complicidad. Ni siquiera las informaciones sobre terceras personas en la vida del exfutbolista han afectado a la relación de cordialidad que mantienen desde que dieron por finalizados sus once años de amor y casi cinco de casados. Y es que, como manifestaron hace cuatro meses, en el comunicado en el que hicieron pública su separación, su amor ha cambiado, pero la periodista y el exportero siguen considerándose familia.
Con un favorecedor vestido azul marino, Sara destacó de nuevo convirtiéndose en el centro de todas las miradas
Sara, de nuevo ilusionada
Es probable que Sara e Iker vuelvan a coincidir a lo largo del verano por sus niños, a pesar de que ambos ya han empezado un nuevo capítulo en sus vidas por separado. Como recordarán nuestros lectores, la presentadora se encuentra ilusionada con Kiki Morente, hijo del recordado cantaor Enrique Morente, con el que lleva viéndose dos meses. Tal y como ha publicado La Razón, Sara conoció a Kiki a través de la maquilladora Vicky Marcos, íntima de la periodista. Esta es pareja de Pedro Barbarre, percusionista y primo del hijo de Enrique Morente.
Mientras que algunos medios hablan ya de noviazgo, el círculo de la pareja prefiere mostrarse cauto y referirse a su situación como “una bonita amistad”. De momento, la presentadora y el cantaor, que sigue los pasos de su recordado padre, prefieren seguir conociéndose poco a poco, aunque ya hayan dado algún que otro paso importante. Por ejemplo, Kiki ya ha presentado a Sara a su familia. El encuentro tuvo lugar a mediados de junio, en el concierto que el artista flamenco ofreció con su hermana Estrella Morente, en Madrid. Aquel gesto sorprendió incluso a su familia, puesto que él siempre se había mostrado muy reservado en este aspecto. No obstante, los Morente quedaron encantados con la periodista, tanto la abuela de Kiki, Rosario Muñoz, de noventa y un años, como su madre, la bailaora Aurora Carbonell, viuda de Enrique.
Al día siguiente de la boda, Sara e Iker pudieron disfrutar con amigos de Valladolid, ya que se quedaron los dos, sin sus hijos, en la ciudad castellana
Por su parte, Iker vuelve a disfrutar de la calma después de haber pasado unos días de sol y playa en la Riviera Maya , en México. De esta forma, ha logrado desconectar de todo lo que se ha hablado estas últimas semanas sobre su supuesta relación con una joven búlgara afincada en Gandía (Valencia). Pero lo más importante de todo es que, como demuestran las imágenes, ninguna de estas personas ha afectado a la buena relación que han conseguido Sara e Iker por el bien de sus hijos.