El coronavirus hizo mella en Ainhoa Arteta . A comienzos de este año, la soprano contrajo la enfermedad y tardó casi dos meses en superarla. La artista, de cincuenta y seis años, ha tenido que lidiar con algunas molestas secuelas, como un edema en las rótulas que la obligó a andar con muletas durante un tiempo -incluso tuvo que usar una silla de ruedas para desplazarse por el aeropuerto de Barajas-. Sin embargo, ya se encuentra muy recuperada.
Hace unos días, Ainhoa ejerció de madrina de Estrella del Viento, el equipo de regatas del que forma parte su marido, Matías Urrea. La soprano dirigió la botadura del barco, el Seventy ESP-770, una embarcación clásica sueca de 1953, en el Puerto de Santa María. Su marido, que es capitán de corbeta de la Armada y especialista en comunicación institucional del Ministerio de Defensa, competirá en la Copa de España y la Copa del Rey de Barcos Clásicos a bordo de este barco, propiedad del armador malagueño Manuel Martínez Garrido. Y ella ha querido apoyarle ejerciendo de madrina. Al concluir el acto, la artista se embarcó con la tripulación y participó en la primera parte del entrenamiento del equipo.
Ainhoa se encuentra en un gran momento personal y profesional. Acaba de celebrar dos años de casada con Urrea , y tiene previstos numerosos conciertos para este verano. Este domingo, por ejemplo, ha cantado en el Palacio de Congresos de Palma de Mallorca . “Estoy fresca, restablecida y a tope”, asegura. Hablamos con ella sobre el proyecto que la une a su marido y el novedoso tratamiento que está siguiendo para acabar con las secuelas del coronavirus: una cámara hiperbárica.
-¿Qué se siente ser madrina de un equipo de regatas?
-Ser madrina de Estrella del Viento es una gran alegría. Es un proyecto en el que llevamos trabajando un año y medio y estamos ilusionados con él, trabajando mucho. Empezó con la ilusión de un navegante y al final nos contagió a todos. Además, es un proyecto benéfico, a beneficio de la Fundación Olivares, que ayuda a los niños con cáncer. Así que tiene todos los ingredientes. El Seventy es un barco maravilloso y yo le digo a Matías y al resto de la tripulación que se lo pasen bien, que se diviertan y a por todas. También les exijo. La exigencia de la madrina es tremenda.
-¿Alguna vez sientes miedo cuando sale Matías a navegar?
-Miedo… Siento respeto al mar. La mar es tremendamente dura cuando quiere. Pero confío mucho en Matías porque está muy preparado, ha navegado mucho y forma parte de un equipo increíble. Pero le tengo respeto al mar. He entrenado con ellos, he estado dentro del barco mientras entrenan, y es increíble la sincronización que tienen que tener. Navegar es un ejercicio de ingeniería y más en un barco clásico, donde nada es automático. Todo es a base de trabajo físico y de cálculo mental. Mi mayor respeto por la gente que hace este tipo de regatas. Son un auténtico reto, físico y psicológico.
-¿Eres tan aventurera como Matías?
-Hombre, en mi profesión o eres aventurera o tienes que tirar la toalla al primer año. Mi propia carrera es una aventura continua. Supongo que soy aventurera o al menos no me gusta mucho quedarme en un sitio.
-Te estás sometiendo a un tratamiento en una cámara hiperbárica para paliar las secuelas del coronavirus. ¿Cómo está siendo la experiencia?
-Qué bueno que me hagas esta pregunta. Empecé el tratamiento algo reticente, pero ahora recomiendo altamente la medicina hiperbárica . He tenido la gran suerte de tener unas sesiones en una cámara hiperbárica, con la doctora Eva Sanz, del Centro Velázquez 76, y he notado el bien que te hace a nivel celular y de oxígeno en sangre (es un habitáculo presurizado en el que se respira oxígeno puro con una presión tres veces superior a la normal, lo que ayuda a la recuperación de algunos tejidos). Es muy potente para renovar o ayudar a renovar todo el sistema en el cuerpo. El cansancio, la fatiga crónica post-covid, ya se me ha pasado y me encuentro mucho más lúcida y despierta. Yo creo que la gente lo debería probar porque merece la pena, siempre y cuando sea una cámara hiperbárica medicalizada. Es decir, siempre bajo la vigilancia de un médico.