Felipe Cortina y Amelia Millán forman una de las parejas más atractivas del panorama social. Él, hijo de Alfonso Cortina y Myriam Lapique, triunfa con la marca de calcetines Jimmy Lion. Ella, arquitecta de interiores, desciende de una de las grandes sagas textiles de España, los Wakonigg, y es nieta de los fallecidos condes de Vistaflorida. Jóvenes y exitosos, representan el cambio generacional de la alta sociedad española.
El pasado sábado 10 de julio, tras más de diez años de relación, la pareja se dio el ‘sí, quiero’ ante la élite de nuestro país, en la parroquia de San Bartolomé Apóstol, de Retuerta del Bullaque, el municipio de Ciudad Real donde se ubica la finca familiar de ‘Villagarcía’, en el corazón de los Montes de Toledo. A pesar de la expectación que la presencia de los fotógrafos suscitó entre los cerca de mil habitantes de este municipio, fue una ceremonia discreta.
Antes de las siete de la tarde, Felipe Cortina, vestido de chaqué, llegó al templo del brazo de su madre, Myriam Lapique. La Asociación Musical Garza Real, coro dirigido por Irina Rumyantseva, anunciaba la llegada del novio con Jesús, alegría de los hombres, una cantata de Bach. La iglesia fue convertida en un pequeño vergel por Antonio Rodríguez y David Henríquez, de Floreale. Minutos más tarde de las siete, llegaba Amelia Millán Osma, acompañada por su padre, Teodoro Millán, a bordo de un Rolls-Royce de época. La joven lució un vestido elaborado por Jan Taminiau , conocido por ser el modista de la Reina Máxima de Holanda. Se trataba de un modelo hecho a medida en crepé de seda cortado al bies, con escote barco, silueta columna, manga francesa y un sutil escote en la espalda que la novia combinó con un velo de tul de seda. A su vez, Taminiau vistió a la madrina con un modelo de costura drapeado en fucsia.
La novia lució un sencillo vestido hecho a medida, en crepé de seda, elaborado por Jan Taminiau, el holandés mundialmente conocido por ser el diseñador de la Reina Máxima de Holanda
Fiel a su estilo minimalista, Amelia aderezó su imagen con unos pendientes de oro blanco y diamantes, de Suárez, y un anillo de zafiro, regalo de su pedida de mano. Un bouquet de peonías y ammi majus, unas flores que simbolizan la creatividad, completaba su sofisticado look nupcial. La novia realizó su entrada en el templo con Canticorum Jubilo, un canto de Händel. Fue una ceremonia emotiva en la que hubo peticiones en memoria de Alfonso Cortina, padre del novio, fallecido hace un año por coronavirus. La primera lectura fue la Carta del apóstol San Pablo a los corintios, uno de los textos más bellos sobre el amor.
Desfile de elegancia
Entre los cerca de doscientos invitados se encontraban Marta Ortega y Carlos Torretta; Tamara Falcó, marquesa de Griñón, e Íñigo Onieva; Álvaro Falcó, marqués de Cubas, e Isabelle Junot; Alonso Aznar y Renata Collado; Mafalda Muñoz y su marido, Gonzalo Machado; Juan Arena y la interiorista Mercedes Peralta, y Diego del Alcázar e Isabela Ochoa. También asistieron Marisa y Alfonso de Borbón; Alberto Alcocer y su esposa, Margarita Hernández; Colate Vallejo-Nágera y Nuria González, mujer de Fernando Fernández Tapias. Por supuesto, los contrayentes estuvieron arropados por su familia: Cari Lapique, tía materna del novio, acudió junto a su marido; sus hijas, Carla y Caritina, y sus nietos. Alberto Cortina, tío paterno, lo hizo junto a su mujer, Elena Cué, y su hija, Alejandra, de quince años.
La finca familiar ‘Villagarcía’, en los Montes de Toledo, se transformó en un romántico escenario iluminado por velas. El chef Iván Cerdeño se encargó de servir la cena
La boda fue un desfile de la mejor moda. Marta Ortega lució un fabuloso vestido de alta costura de Valentino de 2018. Cari Lapique, fiel a su habitual elegancia, llevó un vestido de Pertegaz, al igual que su hija Carla, mientras que su hija Caritina optó por un vestido de Jorge Vázquez. Tamara Falcó se decantó por una creación de Johanna Ortiz, firma en la que también confió la novia de su primo Álvaro, la coach nutricional Isabelle Junot. Elena Cué deslumbró con un modelo en tonos pastel. Constanza Manfredi, buena amiga de la familia, iba de Chanel, y Carla Vega-Penichet, prometida de Carlos Cortina, hermano del novio, llamó la atención con un vestido asimétrico. La pareja será la próxima en contraer matrimonio, el 4 de septiembre, en Jerez de la Frontera.
Una cena entre viñedos
Tras la ceremonia, los invitados se desplazaron hasta ‘Villagarcía’, una finca de 1.500 hectáreas cercana al Parque Nacional de Cabañeros, que Alfonso Cortina, padre del novio, compró en 1993 y dedicó a la explotación vinícola. En los jardines de la residencia privada, un palacete moderno decorado con obras vanguardistas, Iván Cerdeño, que era uno de los chef favoritos de Alfonso, se encargó de servir la cena. El menú constó de crema de guisantes, solomillo con pimientos de piquillo y parmentier de patata y una mousse de chocolate con helado. La cena, que se produjo bajo la luz de las velas, estuvo regada con vinos de Pago Vallegarcía, la bodega familiar, que el Rey Juan Carlos inauguró en 2006.
Uno de los momentos más conmovedores del enlace fue cuando Carlos Cortina, hermano del novio, elogió la figura de su padre, el financiero Alfonso Cortina, fallecido en 2020, a los setenta y seis años, por coronavirus
Tras el postre, se produjo uno de los momentos más especiales. Fue entonces cuando Carlos Cortina, hermano del novio, pronunció un discurso en el que elogió la figura de su padre. El enlace fue un homenaje constante a Alfonso Cortina, cuya inesperada muerte supuso un duro golpe para sus seres queridos. Otro instante especial fue cuando Amelia Millán le entregó su ramo a su hermana. Con la emoción a flor de piel, llegó el momento de bailar. La música corrió a cargo del DJ Julio Torres y de Simon Haehnel y Tobias Müller, integrantes del grupo Andhim. Pasada la media noche, Caritina Goyanes sirvió la recena con su catering Sixsens. Hubo pepitos de ternera, tacos de pollo y perritos con longanizas artesanas. La fiesta terminó con el mejor de los espectáculos: el sol amaneciendo entre los Montes de Toledo ante la inmensa felicidad de los novios.