Toda Italia está aún conmocionada por el inesperado fallecimiento de Raffaella Carrà, un icono que ha cosechado cariño y admiración generación tras generación. Tanto los que compartieron escenario con ella como todas esas personas que han seguido su carrera artística desde la distancia se han volcado en su despedida, que se extiende durante tres días y que en estos momentos se está desarrollando en la sede del Ayuntamiento de Roma, donde está instalada su capilla ardiente, rodeada de sus flores favoritas y fotos. A su lado, sin separarse ni un solo instante como ha hecho durante las tres décadas que se han apoyado de manera incondicional aunque ya no estuvieran juntos, se encuentra Sergio Japino. El coreógrafo, que siempre apostó por mantenerse en un segundo plano y prefirió optar por la discreción, se ha mostrado devastado en esta despedida.
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Segio Japino ha sido recibido por la alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, quien le ha mostrado sus condolencias al llegar a la sede del Ayuntamiento tras un largo cortejo fúnebre en el que, montado en el mismo coche que el ataúd, se le ha visto varias veces emocionarse con el cariño espontáneo del fiel público de Raffaella. Ya en el interior ha ocupado la primera fila en las sillas que se han instalado junto a los restos mortales de la artista, donde se ha mostrado cabizbajo, pensativo y sin poder contener las lágrimas. Vestido de rigurosov luto, el coreógrafo y director ha visto cómo los ciudadanos se han acercado en multitud al consistorio para decir adiós a su artista favorita, una mujer cuyo legado ya es eterno gracias a su música.
Tras iniciar su romance en los años 80, una década después tomaron caminos separados en el terreno sentimental pero siguieron unidos hasta el último momento, y no solo en el ámbito profesional. Su amistad nunca se rompió y se apoyaron mutuamente siempre. "Raffaella y yo estamos unidos en el alma. Somos más que hermanos, tenemos la misma sangre, no sé cómo decirlo. Una historia de amor normal es muy pequeña comparada con la que tenemos", explicaba él en la televisión italiana después de su ruptura. Como muestra de esa conexión que se mantuvo con el paso del tiempo, trabajaron juntos en diferente proyectos y él la acompañó en su última visita a España.
Sergio Japino, que tiene por delante la difícil tarea de recomponerse y aprender a vivir con la ausencia de su gran amiga, era una de las pocas personas que conocía el verdadero estado de salud de Raffaella y fue el encargado de comunicar el triste fallecimiento de la artista a los 78 años. "Se fue a un mundo mejor, donde su humanidad, su inconfundible risa y su extraordinario talento brillarán para siempre. Tenía una fuerza imparable, que la puso en la cima del star system mundial; una voluntad de hierro que nunca la abandonó hasta el final, asegurándose de que nada de su profundo sufrimiento se filtrara. Fue el enésimo gesto de amor hacia su público y hacia quienes compartían su afecto, para que su calvario personal no perturbara su brillante recuerdo", indicaba en un comunicado.
Su último adiós
Este viernes, la intérprete de temas tan conocidos internacionalmente como Hay que venir al sur, Fiesta, Rumore o Qué dolor, entre otros, será despedida en una misa celebrada en la iglesia de Santa Maria in Ara Coeli. Hasta entonces su capilla ardiente seguirá abierta en el Campidoglio, sede del Ayuntamiento, a la que ha llegado este jueves tras un recorrido por Roma, ciudad que la ha visto crecer y convertirse en una artista conocida y reconocida por todos. El cortejo fúnebre con los restos de la artista partía de la casa que la cantante tenía en la Vía Nemea, en la zona norte de Roma para comenzar un recorrido por la capital italiana.