Fue feliz, exitosa y encontró el amor hasta en dos ocasiones, aunque nunca quiso casarse. En los primeros años de su carrera se dijo que Raffaella Carrà llegó a rechazar al mismo Frank Sinatra, pero se enamoró del autor Gianni Boncompagni, con quien a la vez que comenzaba su relación sentimental empezó también una colaboración profesional que no cesó hasta la muerte de él en 2017. Se conocieron en 1968, cuando Boncompagni le hizo una entrevista para un programa de música, y un año más tarde surgió algo más entre ellos. Se llevaban nueve años de diferencia: él tenía 36 años y tres hijas con otra mujer; ella 25 y muchas ganas de comerse el mundo.
"Necesitaba un hombre mayor que me diera seguridad, una figura masculina capaz de reemplazar, en mi imaginación, la de mi padre, un verdadero playboy", aseguraba Raffaella en una entrevista con Corriere dell'Umbria. Con Gianni Boncompagni estuvo diez años, y la relación con las hijas de él, Claudia, Paola y Barbara, era buenísima. La pequeña aseguró en una enbtrevista que la artista era como una madre para ellas y que la seguían a todas partes: "Admiraba su maquillaje, su pelo, iba con ella cuando estaba de gira... Nuestra casa era un laboratorio de ideas". Juntos crearon temas inolvidables como Felicita, Ta, Ta, Fiesta o Tanti Auguri, pero el noviazgo no terminó de funcionar debido a sus agendas y a sus vidas tan diferentes, por lo que pusieron fin al romance sin dejar de trabajar juntos en ningún momento.
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Raffaella volvió a encontrar el amor, esta vez junto al coreógrafo y director Sergio Japino, con quien vivió un noviazgo de más de una década que comenzó en los ochenta, pero siempre alejados de las cámaras. Ya habían roto cuando salieron imágenes de ella con otro hombre, por lo que se vio obligada a aclarar su situación sentimental. "Hoy sería libre de amar a quien quisiera con total sinceridad porque desde hace algún tiempo Sergio Japino y yo hemos decidido vivir nuestros caminos por separado sin dejar de estar profundamente conectados", aseguró la artista en unas declaraciones a la publicación Novella 2000 en 1997.
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"Raffaella y yo estamos unidos en el alma. Somos más que hermanos, tenemos la misma sangre, no sé cómo decirlo. Una historia de amor normal es muy pequeña comparada con la que tenemos", decía Japino a Tv Sorrisi e Canzoni poco después de las declaraciones de la artista en las que anunciaba el final de su relación. La conexión profesional siguió entre ellos hasta el punto de que fue Japino quien acompañó a la artista en España en su última visita a nuestro país. También ha sido el encargado de dar la noticia de su muerte a la agencia italiana Ansa.
Raffaella vivió una vida plena frente al público y en lo personal siempre prefirió la privacidad. "Tuve dos grandes historias de amor conocidas, con Boncompagni y Japino", aseguraba la artista en 2017 al periodista italiano Massimo Gramellini. "Y otras desconocidas que nunca revelaré...", decía sin timidez pero con firmeza. Con la misma sinceridad habló de su interés por ser madre, aunque no tuvo la oportunidad, y por eso se volcó en su carrera, sus sobrinos y proyectos solidarios, sus tres grandes prioridades.