La pandemia ha sido especialmente difícil para Pedro Trapote. No sólo porque el empresario se ha visto obligado a cerrar temporalmente sus negocios de hostelería, entre los que se encuentran sus discotecas en Madrid. El verdadero mazazo ha sido la inesperada muerte de su hijo Pedro, ganadero, quien falleció el pasado mes de abril, a los 54 años, de manera repentina. Dos meses después de la triste pérdida, el empresario ha reaparecido en la vida social madrileña, para apoyar a su amigo Miguel Sierralta en la presentación de su libro Algunos le llaman Magia. Allí se ha emocionado al recordar la figura de su desaparecido hijo y al hablar de los mellizos que deja huérfanos, nacidos del matrimonio que vivió Pedro Trapote Jr. con Diana Dominguín.
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-¿Cómo ha vivido estos últimos meses tan difíciles?
-La pandemia, con mucha tristeza, porque ha sido algo verdaderamente inesperado, aunque, ya con las vacunas, hay otra actitud. No hay más que ver esta convocatoria, que es maravillosa.
-¿Ha tenido que lamentar alguna pérdida por coronavirus?
-No. Felizmente, no he sufrido ningún tipo de desgracia. Al contrario. Ya estamos vacunados y tengo hijos trabajando y estudiando en Estados Unidos.
-¿Ha estado preocupado por ellos?
-Había vacuna y había la posibilidad de seguir otros rigores que ha tenido nuestro país. Estados Unidos tiene recursos económicos, de sobra, para poder organizar con millones de vacunas y nosotros hemos tenido que seguir de acuerdo a la Unión Europea. Pasito a pasito. Pero creo que ya este verano va a ser importante. Si logramos superarlo, va a ser un otoño impresionante.
-Siendo hostelero, usted sabe mejor que nadie lo difícil que ha puesto el coronavirus a nuestra economía. ¿Cómo lo ha vivido usted con sus negocios?
-Estoy en el ocio nocturno y, por tanto, todavía no hemos levantado cabeza. Nos afecta.
-¿Han recurrido a los ERTE?
-Estamos en ERTE, pero no sólo eso. El aforo, las mascarillas, los horarios y que no haya pista de baile, que es la esencia de las discotecas...
-¿Se ha planteado cerrar algún negocio?
-De momento, no. Quizá tengo la ventaja de que los teatros, tanto Joy Eslava como Pachá, son propiedad. Por eso, no sufro las consecuencias de altos alquileres, como otros compañeros o empresarios. No me lo he planteado. Al contrario. Tengo mucha fe en el sector. Las generaciones se van sucediendo y todas tienen la ilusión de salir, bailar y relacionarse.
-Además, ha aprovechado estos meses de pandemia para renovarse, como ha hecho con Joy Eslava.
-Exacto. Tenemos una obra impresionante.
-¿Cuándo terminarán?
-No sé si llegaremos a final de año, que es la ilusión, pero no lo sé.
-Lo que sí ha sido un golpe para usted ha sido la pérdida de su hijo.
-Ha sido un colofón terrible para mi vida personal. Terrible. Es un dolor que es difícil de superar. Desde luego, me va a costar muchísimo... Enterrar a un hijo es tan contranatura, que te deja verdaderamente... –se emociona–. Pero tengo nietos.
-¿Cómo se encuentran ellos?
-Son dos mellizos de viente años y ahí estaremos para sacarlos adelante, en sus carreras, que ya son universitarios. La figura del padre es importantísima, pero tienen a su abuelo y a sus tíos, que son mis hijos. Ahí estaremos todos para ayudarles.
-¿Qué destacaría de la figura de su hijo Pedro?
-Era un joven tan, tan, tan bondadoso... Tan amigo de sus amigos, tan leal, tan generoso... –vuelve a emocionarse– Ha dejado un recuerdo imborrable, tanto en la sociedad sevillana como en la madrileña.