En la isla de La Toja, en Pontevedra, se levanta la capilla de las conchas de vieira, una ermita del siglo XII recubierta con esos pequeños tesoros del mar. Según cuenta la tradición, si el visitante escribe su nombre sobre una concha, volverá a Galicia. “Cuando era pequeña, mi madre me llevaba a la ermita y yo escribía mi nombre cada verano”, recuerda Alejandra de Rojas, que visitaba todos los años la isla junto a su madre, Charo Palacios , la inolvidable condesa de Montarco. Más de tres décadas después, Alejandra sigue volviendo a Galicia para descansar. Ahora lo hace con su marido, Beltrán Cavero, y su hijo, Pepe.
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“Yo soy muy del norte de España y de Galicia. Llevo la tierra gallega muy dentro y ocupa un lugar muy importante en mi corazón”, reconoce la aristócrata. “Desde que era un bebé, pasábamos allí los veranos en familia. Galicia es olor a eucalipto, a niebla mañanera, a playas infinitas, buen comer y buena gente. Es familia y bullicio en casa a la hora del aperitivo, donde todos nos reuníamos alrededor de una mesa llena de productos de la tierra”, dice Alejandra. Cuando empieza la época estival, vuelve a ver las fotos antiguas y los recuerdos la invaden.
—¿Cuál es tu recuerdo favorito de los veranos gallegos?
—¡Aprender a comer nécoras con mi madre! De jovencita, ella se escapaba con los marineros de la zona y le enseñaron a comer marisco como nadie. Te sorprendería a la velocidad que era capaz de comerse una fuente de camarones de la ría.
—¿Cuáles son tus planes favoritos cuando estás allí?
—En Galicia el tiempo es cambiante. Ningún día es igual. Cuando hay suerte y el tiempo acompaña, me escapo a la playa de la Lanzada o a la de San Vicente do Mar y paso la mañana leyendo y dando largos paseos. Otras playas que me gustan son la de Pragueira y Silgar, ambas en Sangenjo. A veces alquilo un pequeño barquito en el club náutico y cruzo la ría para almorzar en alguno de los restaurantes del puerto. Si el día amanece nublado, no hay nada como coger un chubasquero y recorrer el monte, hacer una excursión al monasterio de Poio o visitar alguna bodega.
La playa de La Lanzada, en Sangenjo, es una de las más famosas de Galicia y una de las preferidas de Alejandra
—La Toja también es un sitio especial para ti…
—Sí, visitar la isla de La Toja es imprescindible. De pequeña me llevaba mi madre. Tiene una capilla revestida de conchas donde tú escribes tu nombre con rotulador. Se supone que así vuelves a Galicia. Yo lo escribía todos los veranos. También recomiendo visitar Combarro, que es el pueblo más bonito que hay a orillas de la ría de Pontevedra, y tomar en cualquiera de sus tabernas vino blanco casero en un cuenco con queso.
—¿Qué planes culturales te gusta hacer?
—Me gusta ir a la catedral de Santiago de Compostela y visitar Cambados, uno de los conjuntos históricos mejor conservados de Galicia.
—¿Qué hoteles recomiendas?
—El Gran Hotel de La Toja está muy bien. Y, en Sangenjo, el hotel Rotilio. Rotilio era la persona con la que mi madre se escapaba a pescar. Le tenía mucho cariño. Empezó con una pequeña tasquita y ahora es un hotel y restaurante.
—¿Cuáles son tus restaurantes favoritos?
—Bao, cerca de la playa de Samil, a las afueras de Vigo, es mi preferido. El marisco y el pescado son un lujo para el paladar. También me gusta la Taberna del Náutico, de Sangenjo, y el mesón Don Camilo. D’Berto, en El Grove, también tiene mucha fama.
—¿Y cuál es el plato que más te gusta?
—Sin duda, el pulpo a la gallega y las ostras. Aunque la tortilla de patata casera es de las mejores que he probado. Quien más o quien menos tiene un huerto y la materia prima es excelente.
—¿A dónde vas cuando quieres tomar una copa?
—Para tomar una copa y escuchar conciertos en vivo, recomiendo el Club Náutico de San Vicente do Mar, en El Grove. Está en la playa, al borde del mar, y es muy chulo.
—¿Y qué te gusta beber?
—Vino blanco albariño del pazo de Fefiñanes.
“Recomiendo visitar la isla de La Toja. Mi madre me llevaba de pequeña. Hay una capilla revestida de conchas y tienes que escribir tu nombre en una de ellas para volver a Galicia”
—¿En verano sigues practicando deporte?
—Hago deporte todos los días y nadar en la playa hasta las boyas con el agua helada te deja un cuerpo de diez.
—¿Vuelves con algún souvenir de Galicia?
—La tarta de Santiago. En cualquier pastelería de Galicia la hacen buenísima. Las «meigas», las brujas de Galicia, también son un buen recuerdo. Tampoco hay que olvidar la receta para hacer queimada y el queso de tetilla… con membrillo.
Los imprescindibles de Alejandra
Playas
“En Galicia, el tiempo es cambiante. Ningún día es igual. Cuando hay suerte y el tiempo acompaña, me escapo a la playa y paso la mañana leyendo y dando largos paseos”, dice Alejandra. Sus preferidas son la playa de la Lanzada, en Sangenjo, y la de San Vicente do Mar, en El Grove. Otras que le gustan son la de Pragueira y Silgar, ambas en Sangenjo.
Escapadas
“Me gusta visitar el monasterio de Poio, en la comarca de Pontevedra, y alguna bodega. También me gusta pasar el día en la isla de La Toja y recorrer Combarro, uno de los pueblos más bonitos que hay a orillas de la ría de Pontevedra”.
Más planes
“Ver la catedral de Santiago de Compostela y visitar Cambados, uno de los conjuntos históricos mejor conservados de Galicia”, dice Alejandra. La antigua plaza del mercado y centro neurálgico de la villa de Fefiñanes, la que hoy se conoce como plaza de Fefiñanes, es considerada una de las plazas más bonitas de Galicia. “Si el día amanece nublado, no hay nada como coger un chubasquero y recorrer el monte, hacer una excursión o visitar alguna bodega”.
Dónde comer
Restaurante Bao, cerca de la playa de Samil, a las afueras de Vigo. “El marisco y el pescado son un lujo para el paladar”, apunta Alejandra. La taberna del Club Náutico de Sangenjo; el mesón Don Camilo, también en Sangenjo, y D’Berto, en El Grove, también están entre sus preferidos.
Una copa
En el Club Náutico de San Vicente do Mar, en El Grove, donde se puede beber una copa mientras se escucha un buen concierto.
Dónde dormir
El Gran Hotel de La Toja , que es cinco estrellas, y el hotel Rotilio, en Sangenjo, que es tres estrellas. “Rotilio era la persona con la que mi madre se escapaba a pescar. Le tenía mucho cariño. Empezó con una pequeña tasquita y ahora es un hotel y restaurante”, dice Alejandra.