No tiene estudios universitarios, pero ha dado un discurso de graduación en la Universidad George Washington; no pertenece a la Marina, pero ha sido parte de la tripulación de Juan Sebastian Elcano; es uno de los chefs más prestigiosos del mundo, pero cocina para los más pobres. A simple vista podría parecer que la vida de José Andrés está llena de contrariedades, pero estas no son más que causa y reflejo de su éxito. Un éxito que él devuelve a la sociedad de tal modo que ha llegado a estar nominado al Premio Nobel de la Paz y que le ha llevado a ser reconocido con el Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2021.
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-La charla del rey Felipe con José Andrés, el 'chef solidario'
Con 30 restaurantes a los que acuden algunas de las personalidades más importantes de Estados Unidos, dos estrellas Michelin y unas 3.000 personas trabajando para él, la mayor empresa de José Andrés es la que hace con la ONG que él mismo fundó, Wolrd Central Kitchen (con la que comparte el Princesa de Asturias). A través de esta organización sin ánimo de lucro, se dedicó durante la pandemia a llevar comida a quienes no tenían nada que llevarse a la boca.
Su amistad con los Obama
Alimentó a millones de personas en diferentes rincones del mundo, gracias no solo a la comida que donaba, sino también a su buen hacer en la coordinación de cientos de cocineros y voluntarios en cada uno de esos países, entre ellos, España. Su labor fue tan encomiable que Barak Obama se lo agradeció públicamente: "Hoy compartiré la historia de uno de esos líderes en primera línea, la de mi amigo el chef José Andrés. A lo largo de esta pandemia, su organización, World Central Kitchen, ha intensificado su apoyo a más de 20 ciudades en todo el país".
Al restaurador asturiano y a los Obama les une una estrecha amistad desde hace años y, de hecho, no es la primera vez que el expresidente de estadounidense alaba su trabajo humanitario: "El suyo es un gran ejemplo de historia de éxito en Estados Unidos. Michelle le quiere y yo también, simplemente es un gran, gran amigo y un gran ciudadano", dijo en 2014 en una cena benéfica celebrada en uno de los restaurantes del chef. Tal es la admiración de la exprimera dama por José Andrés que ha sido el primer invitado del programa de cocina que ella produce para Netflix. Las alabanzas son mutuas y él está convencido de que "la dimensión de Michelle es tan grande o más que la del propio presidente" y que "su legado va a ser único".
Volcado en ayudar a los más necesitados
Mucho antes de la pandemia, el que hoy es el mejor embajador de España en Estados Unidos ya estaba volcado en labores humanitarias desde hacía años. A través de su ONG, prestaba ayuda, sobre todo, en zonas devastados tras grandes desastres naturales. Así, acudió a Puerto Rico en 2017 tras el paso del huracán María, así como a lugares como Guatemala, Indonesia, Mozambique, Haití, entre otros rincones del mundo.
En una entrevista en The New York Times, explicaba el año pasado que una de las experiencias que más le han marcado en su vida y que ha sido determinante para llevar a cabo la admirable labor social que realiza fue su paso por el buque Juan Sebastian Elcano. Formó parte de su tripulación cuando hacía la mili y, más allá de las prácticas como pinche de cocina, adquirió un aprendizaje vital: "Allí trabajábamos 300 personas juntas y no importaba de dónde vieran las corrientes o de dónde procediera el viento, el buque siempre iba hacia adelante".
Desde entonces no le ha faltado determinación para avanzar, para luchar por sus sueños. "Si yo no miraba hacia adelante, nadie más lo haría". Por eso, aunque dejó el colegio muy pronto, nadie le ha regalado nada. Con 15 años se matriculó en la Escuela de Restauración y Hostelería de Barcelona e hizo sus primeras prácticas en 'El Bulli', que ya dirigía en aquella época Ferrán Adrià.
A los 21, poco después de acabar la mili, se puso el mundo por montera y cruzó el charco por una oferta de trabajo como cocinero en un restaurante español ubicado en Nueva York. Poco después se instaló en Washington, donde ha criado a sus tres hijas, Carlota, Inés y Lucía. Allí se labró un nombre propio a base de sacrificio porque la suya "no es la historia de un éxito que se produce de la noche a la mañana", como él mismo dijo en el discurso de graduación que dio como invitado de honor en la Universidad George Washington en 2014: “Cuando me encontré solo en un país distinto no jugué a la lotería, seguí trabajando”.
Y ha trabajado tanto que ha llegado a figurar en más de una ocasión en la lista de las 100 personas más influyentes del mundo que elabora la revista Time (que, por cierto, también le ha dedicado alguna portada). Siempre teniendo en mente lo que es para José Andrés el nuevo sueño americano: que "el éxito ya no consiste únicamente en conseguir tus objetivos; se trata de emplear nuestras habilidades y talentos para hacer algo más grande en el mundo".