La noche del 4 de julio, Carmen Lomana se vestirá de gala para el estreno de la ópera Tosca en el Teatro Real de Madrid. Al día siguiente, cambiará sus trajes de costura de firmas francesas por la ropa de senderismo y sus tacones de vértigo por las botas de montaña y viajará a León para iniciar el Camino de Santiago. La socialite y empresaria tendrá que hacer más de trescientos kilómetros durante diez o trece días, con temperaturas que pueden llegar a rozar los treinta grados.
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“Me lo tomo como un viaje iniciático. Quiero cumplir una promesa después de los meses tan difíciles que hemos pasado todos durante la pandemia”, explica Carmen a ¡HOLA!. Aunque ha viajado por todo el mundo y ha vivido en muchos sitios -París, Londres-, para ella este será uno de los viajes más importantes de su vida.
“Comenzar el Camino de Santiago en León es especial, porque es mi ciudad natal, es la tierra de mi familia. Además, en el siglo XII León era un reino pujante y rico, y me apetece repasar la historia”, dice Carmen, que estudió Historia en la universidad. Efectivamente, el Camino de Santiago potenció el intercambio cultural y económico entre los reinos de Castilla, León y Europa en ambos sentidos en el siglo XII, y la ruta que hará Lomana incluye joyas arquitectónicas y artísticas como Sahagún, cuna del mudéjar leonés; la Basílica de San Isidoro, cuyo Panteón Real es considerado como la Capilla Sixtina del románico español; o el Monasterio y Hostal de San Marcos, uno de los Paradores de Turismo con más personalidad de España.
Quizá algún peregrino se sorprenda cuando se cruce con Carmen en alguna de las etapas del Camino, pero quienes la conocen saben que es una mujer espiritual. “Todas las personas sensibles tienen su lado espiritual o místico , y yo me considero sensible”, confiesa. Aunque podría hacer la ruta parando en hoteles, tiene previsto dormir en casas rurales y hostales, “como cualquier otro peregrino”.
Carmen cuenta los días para comenzar su viaje. Sueña con llegar a pie hasta la Plaza del Obradoiro para ver el Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago, que acaba de ser restaurado. Luego, viajará a Marbella, para comenzar sus vacaciones de verano. Tiene una preciosa casa en la Costa del Sol, en la que ejerce de anfitriona de amigos aristocráticos como Hubertus de Hohenlohe, Beatriz de Orleans o Olivia de Borbón. “Se puede ser espiritual y también frívolo. La frivolidad es un signo de inteligencia”, apunta.