Si en el Reino Unido presumen de las hermanas Mitford y en Estados Unidos de las ‘fabulosas Cushing’, en España podemos hacerlo de las más desconocidas hermanas Cobo. Durante los últimos años, Isabel y Carmen Cobo Romero, también conocidas como ‘Las Cobo’, han reinado sobre la sociedad española como anfitrionas de las mejores fiestas privadas. Hasta esta semana, cuando Isabel falleció a los 69 años a consecuencia de una leucemia que le habían detectado solo unos meses atrás. El funeral en la Basílica de La Macarena, celebrado este miércoles 16 de junio, evidenciaba su poder de convocatoria. Allí estaban los diseñadores Victorio & Lucchino, el empresario Tomás Terry, el periodista Antonio Burgos, la financiera y coleccionista Anna Gamazo de Abelló, la socialite Carmen Tello, el torero Curro Romero, el empresario Borja Prado, el torero El Litri o Ignacio Medina, duque de Segorbe, junto a sus hijas, Sol y Luna, entre muchos otros.
Carmen e Isabel, así como su hermano Pepe Cobo, conocido galerista y asesor de importantes colecciones privadas y empresariales, heredaron de su padre, Moisés Cobo Abascal, el floreciente negocio del café Moca, una de las empresas más emblemáticas de Sevilla. Su madre, Carmen Romero Rodríguez de Lara, fue pionera en acceder a una carrera universitaria y fue una de las primeras estudiantes de Farmacia. El matrimonio Cobos Romero era apasionado de la música y el arte, aficiones que transmitieron a sus hijos.
Por eso, al margen de su actividad empresarial, a ‘Las Cobo’ lo que les dio brío fue su vis social y cultural. Carmen e Isabel eran íntimas amigas y confesoras de la duquesa de Alba. Comían con ella todas las semanas y, por supuesto, no faltaban a ninguno de sus almuerzos y fiestas, ya fuera en el madrileño palacio de Liria o en el de Las Dueñas, donde coincidieron con algunos de los invitados de Cayetana. Como aquella noche durante la Feria de Abril de hace unos años en la que cenaron con el actor Michael Douglas, que se encontraba de visita en la ciudad. Fue gracias a la aristócrata, fallecida en 2014, cómo también conocieron a Plácido Domingo. “Era 1991, antes de la Expo del 92 en Sevilla. Estábamos comiendo en un restaurante y en la mesa de al lado estaba Plácido. Saludó a la duquesa, quien le presentó a las hermanas. Ellas le comentaron que les gustaría ir al concierto que iba a dar esos días en la ciudad y por la noche Plácido les hizo llegar unas entradas”, cuenta Carmen Tello. Desde entonces, se convirtieron en las mayores fans del tenor. Siempre lo acompañaban en sus recitales, ya tuvieran lugar en Nueva York, Pekín o Viena. Y, en 2011, con motivo del 70 aniversario de Domingo, organizaron una gran fiesta.
En 2006, Isabel se casó con Manuel de la Lastra, marqués de Benamejí, del que, 14 años después, se separó en 2020 tras la pandemia. “Fue la primera vez que se tomó el aperitivo en el ruedo de La Maestranza. Fue una boda preciosa. Plácido Domingo cantó El Brindis de la Traviata y luego fuimos a su casa que estaba preciosa adornada, todo el patio lleno mantones de Manila, que ellas coleccionan. Son una institución en Sevilla, a la que le han dado mucha alegría. Mujeres de grandes tradiciones andaluzas que nos han dado mucha alegría”, recuerda Pilar González de Gregorio, buena amiga. A la boda asistieron amigos que se han echado en falta en su despedida, como Carmen Martínez-Bordiú, quien intimó con las hermanas durante la etapa en la que vivió en Sevilla junto a Roberto Federici.
Noches inolvidables
En su casa del centro de Sevilla, organizaron veladas icónicas. “Recuerdo una noche inolvidable con Rocío Jurado cantando en su casa. Ellas eran grandes admiradores de su arte y muy buenas amigas”, cuenta Carmen Tello. La casa, un pequeño museo ubicado en el centro de Sevilla, alberga una colección de piezas de arte tradicional de estilo barroco sevillano. Pintura antigua, joyas de corales, mantones de Manila y esculturas de Juan Martínez Montañés. En Semana Santa ejercían de anfitrionas para los muchos amigos que llegaban a la ciudad, como José María Aznar o José Manuel Lara, editor del grupo Planeta. Pero, si había una ocasión en la que exhibían, era en la Feria de Sevilla. Su caseta era la más animada. “Isabel era una persona muy inteligente y constante en el trabajo. Por la noche, era la que más bailaba y más animada estaba. ¡Era la última en irse! Pero no faltaba a su trabajo en la fábrica de café. Nunca pensé que iba a pasarle esto”, finaliza apenada Carmen Tello, quien destaca su ‘filantropía’. “Isabel siempre estaba dispuesta a ayudar a todo el mundo”.
En el funeral de Isabel, su hermana Carmen era la que más afectada estaba. “Nunca he conocido una unidad tan especial como la que tenía Isabel con su hermana. Las Cobo, siempre juntas, cuando se han casado, cuando se han separado…”, dice Pilar. “Eran siamesas”, añade Carmen. Ainhoa Arteta, artista cuya carrera tanto Isabel como Carmen también apoyaron e impulsaron en todo momento, puso la nota musical a una despedida muy emotiva que tuvo su momento culmen cuando uno de sus sobrinos leyó una carta que Isabel había escrito unos días antes de morir en las que daba gracias a la vida por haber tenido una existencia tan maravillosa.