La primera vez que Rosario Flores se enfrentó a un escenario en solitario fue el 7 de abril de 1992, en la sala Morocco de Madrid. La hija de Lola Flores y Antonio González, el Pescaílla, tenía veintiséis años y todavía no había logrado sacudirse los prejuicios de los que desconfiaban de su talento. Por ese motivo, la cantante, que hoy tiene cincuenta y siete años, le pidió a su madre que aquella noche, en la que presentaba su disco De ley, no acudiera a verla. Había llegado el momento de matar a Rosarito y dejar camino libre a Rosario. Cuando salió y empezó a entonar las primeras notas de Mi gato —“algo en especial va a suceder”—, el público se estremeció. El disco fue un bombazo. Desde entonces y durante los últimos casi treinta años, Rosario, premiada recientemente con la medalla de oro al Mérito en las Bellas Artes, no ha dejado de subirse a las tablas. Hasta que llegó la pandemia.
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La artista ha estado más de un año sin dar un concierto. Pero el próximo 8 de junio se resarcirá en el primero de los recitales que tiene previsto para este verano, en el festival de los jardines de Pedralbes, en Barcelona. Con su último trabajo, Te lo digo todo y no te digo na, ha regresado a sus orígenes, no solo porque ha vuelto a “llenar los corazones de la gente”, sino porque tiene a su familia más presente que nunca. Hace unos días, viajó a Jerez de la Frontera (Cádiz) para la grabación de su segundo single, Mariposas blancas. Un destino especial, ya que es la ciudad donde nació su madre y donde, próximamente, se levantará el museo Lola Flores. Veintiséis años después de su muerte, el sueño de La Faraona está a punto de cumplirse. Hablamos con Rosario, la menor de sus tres hijos, de sus proyectos más inminentes. Como cantó aquella noche de hace casi tres décadas: “Algo en especial va a suceder”.
—¿Qué sientes cuando estás a punto de ver de nuevo a tu público?
—Me encuentro bien, muy ilusionada con mi disco y mi próximo concierto en el festival de los jardines de Pedralbes, en Barcelona. He estado un año y medio sin pisar un escenario. Me siento desentrenada, con ganas de darlo todo, pero también con muchos nervios. ¡Es como si fuera mi primera gala!
—Tu padre nació en Barcelona, así que será como estar en casa...
—Barcelona es uno de los mejores públicos que tengo. ¡Siempre se acaban las entradas! Les gusta mucho mi rumba catalana, aunque trabajo por toda España. La gente me quiere mucho y también a mi madre, a mi padre, a mi hermano...
—¿Cómo has vivido la pandemia?
—En mi casa de Cádiz. Nos pilló allí y, gracias a Dios, hemos estado en el campo. Lo viví y lo sigo viviendo con mucho miedo y angustia. Me sigo sin creer que esté pasando esto. Es una película de ciencia ficción.
—¿Ha habido algún caso de coronavirus en tu familia?
—No, afortunadamente no, pero hay mucha gente a la que se le han ido sus seres queridos. Es una barbaridad todo lo que hemos vivido.
—El sector del espectáculo ha sido uno de los más castigados económicamente por la pandemia, ¿has sentido inestabilidad?
—Sí, por supuesto. Damos trabajo a muchas familias. Mis técnicos, mis músicos... ¡Todos parados, sin trabajo y viéndolas venir! Este verano tengo diez conciertos. ¡Eso ya es todo un éxito! Para nosotros es poco, porque estamos acostumbrados a hacer treinta o cuarenta cada verano, pero empezar con algo siempre es importante, así que ‘pa’lante’.
—En este disco, hay una gran variedad de estilos: desde la rumba a la balada. ¿En qué momento musical te encuentras?
—Quería un cambio, he contado con productores con los que no había trabajado hasta ahora, como Amparanoia o Juan Magán, con el que he hecho una rumba electrónica latina que llevaba tiempo queriendo grabar. Él es muy calentito. Me he cortado el pelo, voy a hacer un gran show y un espectáculo nuevo. En definitiva, el disco está gustando mucho y ese es mi mejor regalo.
—Uno de los temas más especiales es Tienes que vivir. Lo compusiste tras visitar a tu amigo Antonio Carmona en la UCI, donde estuvo grave bastante tiempo por una infección.
—Es una canción para él. Fue cuando, hace unos años, lo pasó muy mal. Me quedé en shock al verlo en coma. No me lo podía creer. Cuando volví a casa por la noche, cogí la guitarra y escribí la letra: “Tienes que vivir, no te puedes ir...”. Ahora que estamos viviendo la pandemia me gusta transmitir que el amor es milagroso y mueve montañas. Lo más importante para mí es ayudar con mis canciones a que la gente suelte las penas.
—Tras el éxito del primer single que da nombre al disco, Te lo digo todo y no te digo na, llega Mariposas Blancas, una canción cuyo videoclip has grabado en Jerez de la Frontera (Cádiz), la tierra de tu madre.
—Ha sido en la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre. Me han dejado unos caballos maravillosos... Ha sido emocionante. En esta ocasión, sentía a mi madre por todas partes. La gente me mira como si la vieran a ella. Me he acordado mucho de su arte, de gracia, de su forma de hablar, de lo que le gustaba comer... Cuando vuelvo a Jerez, la siento vivita a mi lado.
—¿Cómo va el proyecto del museo Lola Flores en la ciudad?
—Va muy bien. Habrá fotos, recortes de periódico de su época, sus batas de cola, sus peinetas, algunas de sus joyas, sus flores, sus libretas con pinturas... y hasta muebles. A ella le haría mucha ilusión, porque su sueño era tener un museo en su tierra.
—¿Cuándo se podrá visitar?
—Va muy avanzado. El ayuntamiento de Jerez está volcado y esperemos que sea pronto y os guste mucho.
—¿Descubriremos muchos secretos?
—No, secretos no, porque mi madre la verdad que lo contó todo, pero sí documentos que ella escribió y mucho material inédito.
“Mis hijos llevan el arte en sus venas. Lola está metida en el mundo del cine, en producción y escribe y pinta. Pedro Antonio tiene buen oído”
—Por ejemplo, ¿veremos el pendiente que perdió en Florida Park y luego encontró?
—Habrá algunos pendientes, aunque no todos, porque algunos se han vendido.
—El Lerele, que era de tu propiedad, es otro lugar importante para los seguidores de Lola Flores, ¿te arrepientes de haberlo vendido?
—Siempre se tiene nostalgia por el pasado y las cosas bonitas que vivimos allí, pero hay veces en las que te tienes que desprender de las cosas materiales y no pasa nada.
—¿Te sorprende que el legado de tu madre siga tan vivo veintiséis años después de su desaparición?
—No, porque ella ya es un icono universal. No tiene comparación con nadie.
—Durante los últimos meses, han comparado el fenómeno de Rosalía con el de Lola Flores, ¿en qué crees que se parecen?
—Rosalía tiene mucha fuerza. Me encanta y ha dado un pelotazo con esa música tan personal, pero Lola Flores solo hay una. No se parecen en nada. ¡Mi madre es irrepetible!
—Están haciendo una serie sobre su figura en Movistar, ¿ha participado la familia?
—Es un documental. Hemos colaborado mi hermana Lolita y yo contando cosas de mamá, y mi tía Carmen también. Ella se merece todo lo que sea bonito y siempre vamos a estar apoyando este tipo de trabajos tan preciosos.
—También tenías ganas de crear un musical sobre ella, ¿qué ha pasado con esa idea?
—Es una ilusión de mi hermana Lolita y mía, pero tiene que hacerse bien, porque Lola Flores son palabras mayores. No nos hemos olvidado de la idea y queremos llevarla a cabo próximamente.
—Cuenta la leyenda que a tu madre le hubiera gustado recibir el título nobiliario de marquesa de Torres Morenas. ¿Te hubiera hecho ilusión que se lo dieran?
—Ella tenía arte hasta para eso, hasta para pedir un título con ese nombre, de Torres Morenas, pero no necesitaba ninguno. Ella se ganó todo con el sudor de su frente. Su trabajo fue su mayor título.
—Las nuevas generaciones te han conocido por la televisión. Ahora eres simplemente Rosario, sin necesidad de apostillar “la hija de Lola Flores”.
—Yo estoy maravillada. Llevo treinta años en la música, me siento querida por la gente mayor, por la gente mediana y, desde que estoy en La Voz Kids, también por los pequeños. Yo le pedí a la vida mi sueño de ser artista y me lo ha dado. Ya no quiero pedir más cosas porque me lo ha dado todo. Salud y que me conserve la voz para seguir llenando los corazones de la gente.
—Incluso te imitan. ¿De dónde has sacado lo de “monstrua”?
—Entre los gitanos y flamencos, siempre se ha dicho mucho. Era una palabra que yo tenía en mi vocabulario y ahora también soy conocida por usarla.
—¿Quién es la “monstrua” de tu casa?
—Mi padre, Antonio González, era un “monstruo” y, sin duda, la “monstrua” no puede ser otra que mi madre.
—Recientemente te han otorgado la medalla de oro al Mérito en las Bellas Artes, ¿qué sientes?
—Es el reconocimiento a toda mi carrera. No creo que olvide el día que me hagan entrega. Me voy a emocionar mucho. Tantos viajes, tantos conciertos, tantos días sin ver a mis hijos...
“El proyecto del museo de Lola Flores en Jerez va muy bien. Habrá fotos, sus batas de cola, sus peinetas, algunas de sus joyas, sus flores, sus libretas con pinturas... y hasta muebles”
—Tus padrinos fueron Carmen Sevilla y Antonio, el Bailarín, del que ahora se celebra el centenario de su nacimiento, y en tu casa ha estado hasta Ava Gardner. ¿Cuál es la personalidad que más te ha sorprendido?
—¡Por mi casa ha pasado lo más grande! Recuerdo que quien más me impactó fue Sophia Loren. ¡Cuánta belleza! Me impresionaron sus ojos. También vi a Yul Brynner, Audrey Hepburn, La Paquera de Jerez, Camarón... y sí, cuando era más pequeña, a Ava Gardner, pero era muy chiquitita.
—Tu carrera en el cine empezó a los doce años con Al fin solos, de Antonio Giménez Rico, y triunfaste con Colegas, de Eloy de la Iglesia, ¿por qué has dejado apartada esta faceta?
—Me he encontrado muy cómoda en el cine y realmente me gustaba. He hecho películas, series... No me he apartado, pero donde siempre quiero estar es en la música. A mí me gusta mucho el escenario y es donde vuelco el cien por cien de mi energía.
—¿Y si Pedro Almodóvar te vuelve a llamar?
—Me encantaría repetir con Pedro o con cualquier director que tenga un papel bonito para mí con el que me identifique. El cine me ha dado momentos preciosos. Rodando ‘Hable con ella’, conocí a mi marido.
—Se van a cumplir quince años de matrimonio y veintiuno de relación con Pedro Lazaga, ¿cuál es el balance? ¿Os gustaría repetir la boda?
—El balance no puede ser mejor. Nos queremos muchísimo y vamos a estar juntos toda la vida. No sé si celebraremos otra boda o no, pero sigo dando las gracias a la vida por haber encontrado un compañero tan maravilloso como él.
—Háblame de tus hijos, Lola y Pedro Antonio, ¿cuáles son sus aptitudes?
—Los dos llevan el arte en sus venas y lo han vivido de cerca en casa. Lola está metida en el mundo del cine, en producción y también escribe y pinta. Pedro Antonio tiene quince años y buen oído, pero todavía es pronto para saber a lo que se va a dedicar.
—Muchos ven el alma de tu hermano Antonio en tu sobrino Guillermo, ¿cómo lo percibes tú?
—Sí, se parece mucho a la personalidad de mi hermano. Es muy gracioso, como también lo era Antonio. Y tiene mucho talento para la música. En breve lo vais a ver porque saca un disco... ¡Estoy muy orgullosa de él!
—¿Cómo has vivido el éxito a nivel internacional de tu sobrina Alba con ‘La Casa de Papel’?
—Lo he vivido con muchísima emoción. Y con gran honor. Se merece ese triunfo tan grande que ha tenido la serie. Tiene un papel buenísimo y todavía va a demostrar mucho más. La verdad es que todos los sobrinos me han salido muy grandes profesionales, pero, sobre todo, muy buenas personas. ¡Eso es lo realmente importante!
—Tienes cincuenta y siete años, pero, aparentemente, la misma energía de siempre, ¿existe alguna receta?
—Yo nunca pienso en los años que tengo, me siento muy bien, joven... ¡Solo quiero vivir!
“Mi padre, Antonio González, era un ‘monstruo’ y, sin duda, la ‘monstrua’ de mi casa no puede ser otra que mi madre, Lola Flores”
—Todo el mundo alaba tus piernas, pero tu fuerte siempre fue el ombligo...
—¡Pero después de dos hijos ya no es lo mismo! Antes enseñaba el ombligo, ahora enseño los muslos. La verdad que tengo una genética buena y me gusta mi cuerpo. Creo que es muy bonito.
—De la alegría a la tristeza. ¿Cómo te ha afectado la muerte de Quique San Francisco, tu primer novio?
—La verdad es que estoy muy tocada porque hace muy poco que se ha ido. Lo conocí cuando tenía dieciocho años y me enseñó el mundo, a querer de una manera muy bonita. Me hizo una mujer superlibre e independiente, la que hoy en día soy. Ahora tengo un angelito más conmigo.
—Rosario, lo has conseguido casi todo, ¿te queda algún sueño por cumplir?
—Quiero seguir cumpliendo años, me encantaría ser abuela, tener nietos... ¡y que la vida me siga regalando muchos años de salud!