Cada día está más claro que Jennifer López y Ben Affleck se han dado una segunda oportunidad diecisiete años después de su ruptura, en 2004, poco después de anular su boda. La que fuera una de las parejas más fotografiadas del momento está viviendo su renovada relación fuera del circuito público, sin apariciones estelares y disfrutando de la privacidad de sus casas. Suerte que tener sueldos millonarios les permite comprar y alquilar inmensas y espectaculares propiedades donde proteger sus citas. Aunque no siempre lo consigan.
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Han transcurrido ya casi dos décadas de su compromiso fallido y los dos están en una etapa más madura de sus vidas. Ambos se casaron, tuvieron hijos, se separaron, han tenido otras relaciones y... la vida les ha vuelto a unir. Qué mejor que pasar tiempo a solas. En las últimas semanas, casi como en una película, descubrimos que el actor había visitado a Jennifer en su casa de Los Ángeles en varias ocasiones, después vino el fin de semana romántico en el exclusivo Yellowstone Club de Montana, donde él tiene una casa en medio de la Naturaleza; más tardo llegó Miami, con fotos de ambos en un balcón de la mansión que ella tiene alquilada por 130 mil dólares mensuales tras haber dejado la casa de Alex Rodríguez donde pasaron el confinamiento… ¿Cómo son los escenarios de su historia de amor y cuál será el próximo? Repasamos la cartera inmobiliaria de la cantante, que suele invertir en bienes raíces para revenderlos cuando se revalorizan.
Por 28 millones de dólares compró en 2016 su casa de Bel Air , en Los Ángeles. Antigua propiedad del matrimonio de actores formados por Howard Sherman y Sela Ward, fue diseñada en los años cuarenta por el arquitecto Samuel Marx y tiene 1.300 metros cuadrados, siete habitaciones y trece cuartos de baño. “Entramos en esta casa y dije: aquí es donde quiero que crezcan mis hijos. Tienes que imaginar tu vida y lo que quieres ser en ella y me imaginé que seríamos muy felices aquí” dijo Jennifer poco después de adquirirla y convertirla en su hogar cuando está en la costa Oeste.
Tiene sala de cine con veinte butacones, su propio pub, dos casas de huéspedes, garaje para 17 vehículos, y un anfiteatro en el exterior para cien personas. En los jardines, de casi una hectárea, hay un bosque de bambú, un viñedo, un puente cubierto, huerto, un spa con sala de masajes, un mini campo de golf y sala de juego, además de una inmensa piscina infinita y otra tipo laguna. Un verdadero oasis y al mismo tiempo un búnker que ha protegido de los flashes los inicios de la relación del director de Argo y la diva del Bronx. No hubieran logrado el mismo efecto si se hubieran visto en la mansión del actor en Pacific Palisades, mucho más expuesta a pie de calle, donde pasó por cierto el confinamiento con Ana de Armas.
En Miami pasa mucho tiempo Jennifer López. Todo el pasado año, antes de su ruptura, en la casa minimalista que se construyó Alex Rodríguez en Coral Gables para vivir con sus hijas. Al marcharse de allí alquiló una mansión de once dormitorios, quince baños, gimnasio, oficina, y un frondoso jardín, perfecta para un nuevo comienzo. La casa, con vistas a la Bahía Vizcaína y al downtown y valorada en 18 millones de dólares, es clara, con paredes blancas, muebles sencillos y no parece guardar ningún misterio. En las últimas imágenes de Jennifer y Ben se les podía ver vestidos de forma informal en un balcón de la vivienda.
Su próximo destino podría ser los Hamptons , donde la cantante adquirió en 2013 por diecisiete millones de dólares la que ella considera la casa de sus sueños, según revelaba en ¡HOLA!. Es donde le gusta descansar y pasar tiempo en familia. Ubicada en Water Mills, tiene ocho habitaciones, siete baños y un jardín de una hectárea y media con una gran piscina. Un refugio a prueba de objetivos y con la garantía de privacidad y tranquilidad.
No son, como decimos, las únicas propiedades de Jennifer López, pero algunas habrá que ver qué destino tienen finalmente ya que las adquirió junto a Álex Rodriguez. Junto al ex jugador de béisbol vendió sus dos apartamentos de Nueva York y compraron una casa en la playa de Malibú que vendieron el año pasado; de 400 m2 distribuidos en varias plantas, tenía cinco dormitorios, y cinco baños.
Adquirieron también un ático en Manhattan, en el número 432 de Park Avenue y el pasado verano con vistas a convertirla en su hogar una inmensa mansión en la exclusiva Star Island de Miami, de 40 millones de dólares, que ninguno, de momento, está usando que se sepa. Más de 3.700 metros cuadrados repartidos en una nada modesta suma de 10 dormitorios, 12 baños, una espectacular bodega y biblioteca, piscina infinita que da a parar a una zona de playa privada, fuentes, una cabaña, un bar con área de relax y casa de invitados con dos dormitorios, dos baños, y dos salones.