Dos mil veinte fue la excepción en su historia, pero los motores volvieron a rugir en el Gran Premio de Fórmula 1 de Mónaco. Lujo, tradición y leyenda con la familia Grimaldi al frente y en un día inolvidable para España.
Carlos Sainz igualó su mejor resultado en la F1 con un segundo puesto, y defendió y salvó solo el renombre de Ferrari, después del abandono de su compañero Charles Leclerc, aunque no pudo vencer al neerlandés Max Verstappen, nuevo líder del campeonato.
“Cuando mire atrás, estaré contento y orgulloso de este día”, dijo Carlos en el podio de Mónaco, el primero con Ferrari, después de recibir, con veintiséis años, el mejor baño de champán de su vida.
Un gran momento para su carrera profesional del que fueron testigos el príncipe Alberto y sus sobrinos Andrea y Pierre Casiraghi —acompañado de su mujer, la siempre elegantísima Beatrice Borromeo—, la princesa Alexandra de Hannover y Louis Ducruet. Seis Grimaldi a los que también se sumaron en distintos momentos los hijos del soberano, el príncipe Jacques y la princesa Gabriella.