Valeria Mazza ha sido nombrada embajadora de la Organización Mundial del Turismo, organismo internacional y agencia de Naciones Unidas que tiene como propósito promover el turismo. “Siempre he sido embajadora sin título de mi país y del turismo, pero ahora ya tengo título oficial”, dice la top model argentina, que asistió a la ceremonia en el Teatro Real, en el marco de Fitur, junto a su marido, Alejandro Gravier. Diego Pablo Simeone, entrenador del Atlético de Madrid, también fue nombrado embajador de la OMT y recibió el honor en compañía de su mujer, la modelo Carla Pereyra.
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Valeria y Diego, dos de los argentinos más internacionales, fueron los protagonistas de una velada entre amigos y, por supuesto, con mucho acento porteño. “Este es un nuevo desafío: promocionar la industria del turismo de todo el mundo y, particularmente, la de mi país, Argentina. Genera muchos puestos de trabajo, potencia la economía y une culturas”, nos explica Valeria. “Yo empecé a viajar cuando era muy joven por mi profesión. Los viajes me han enseñado mucho”, dice la modelo, que lleva trabajando desde los diecisiete años y ha triunfado en todas las grandes capitales de la moda: Milán, Nueva York, París…“Sigo en contacto con Eva Herzigova, Naomi Campbell y Claudia Schiffer. Con Carla Bruni nos intercambiamos mensajes de vez en cuando”, revela Valeria
Hoy, a punto de cumplir cincuenta, Valeria, madre de cuatro adolescentes, es una personalidad internacional. Sin embargo, nunca olvida su infancia en Panamá, una pequeña ciudad de Argentina, y el viaje que le cambió su vida para siempre.
—Valeria, con diecisiete años dejaste tu casa y eso cambió tu vida...
—Fue el gran cambio, llegar a Buenos Aires, la gran ciudad. Yo nací en Rosario, pero crecí en Panamá, una ciudad muy pequeña de Argentina. Llegar a la capital fue el primer gran cambio de mi vida. Un año después, ya estaba trabajando en Europa y, poco después, en Estados Unidos. Los viajes fueron mi escuela, me enseñaron a no juzgar a los demás. Cuando viajas, ves que todos somos diferentes y que el lugar donde creces te marca.
—¿Cuál fue tu primer viaje profesional importante?
—Milán. Cuando llegué, pensaba que me iba a entender fácilmente con los italianos. No en tendía nada, me costó adaptarme al idioma y a su estilo de vida. Después me fue muy bien y hoy los italianos son como mi familia.
—¿Y el más importante de toda tu carrera?
—Cuando llegué a Japón, que fue como llegar a otro mundo. Allí todo es diferente: la gente, el idioma, la arquitectura, las reglas, la limpieza y la pulcritud... Fui por unos días y me quedé dos meses y medio. Otro viaje que me marcó mucho fue a África, a Tanzania, con Unicef. Me invitaron a participar en una campaña de vacunación. Conocí una realidad tan diferente y aprendí que para ser feliz se necesita muy poco.
Fue una noche entre amigos, en el Teatro Real. La modelo y su marido, el empresa rio Alejandro Gravier, guardan una gran amistad con Diego Simeone y Carla Pereyra
—Formas parte de la generación de supermodelos de los años noventa. ¿Las influencers han sustituido a las top models?
—Yo no hablaría de sustitución. En los años noventa, en mi época, las modelos y la moda estaban de moda. Las modelos salieron de las revistas y las pasarelas y empezaron a ocupar otros lugares: el cine, la televisión, la música. Yo era de la época de los paparazzi, que te perseguían para saber de tu vida. Hoy, todo es a través de las redes sociales y cada uno es su propio paparazzi. Todo el mundo está compartiendo todo sobre sus vidas. Yo a las influencers las llamo fashion victims porque mueren por la moda. Les encanta la moda y lo comparten todo y se hacen tan famosas que los diseñadores las buscan para hacer publicidad de sus productos. No lo juzgo, es la realidad. Si hoy quieres estar en el mercado, lo primero que te preguntan los clientes es cuántos seguidores tienes en las redes sociales.
—¿Sientes presión por tener seguidores?
—No siento presión, pero sí la necesidad de tener que estar presente en las redes. Me cuesta mucho porque yo estoy acostumbrada a los paparazzi. Me cuesta eso de mostrar mi vida priva da. Además, soy un poco vanidosa y tengo que estar mínimamente presentable para compartir una foto. La foto de “buenos días” en la cama no es para mí.
—¿Tu hija, Taína, quiere ser modelo o influencer?
—Mi hija es muy artista, le encanta la música, cantar, tocar instrumentos musicales, hacer co media musical y le gusta mucho ese mundo. Veremos qué le depara el destino.
—Naomi Campbell acaba de ser madre...
—¡Sí! Estoy feliz por Naomi, la tengo que felicitar. Me parece una gran noticia. Si tenía el deseo de ser madre, me encanta que lo haya cumplido.
—¿Sigues en contacto con algunas de las su permodelos?
—Sí, sigo en contacto con Eva Herzigova, con Naomi Campbell y con Claudia Schiffer. Con Carla Bruni nos intercambiamos mensajes de vez en cuando. Cada una sigue con su vida, pero tenemos muy buenos recuerdos y seguimos en contacto.
—Tu país, Argentina, sigue cerrado al turismo por la pandemia. ¿Cómo has vivido tú estos meses?
—Mi familia y yo estuvimos casi un año encerrados en casa, en Argentina, y yo no tengo recuerdo de algo así en mi vida. Fue muy pesado. Tuvimos un confinamiento larguísimo. A fin de año nos fuimos a nuestra casa de Punta del Este, en Uruguay, y ahora estamos en Europa porque mis hijos son esquiadores profesionales y entrenan aquí. Ahora, es todo un caos en Argentina. Está todo cerrado. Pero ver lo que está pasando en Europa da esperanza: si se hacen las cosas bien, y llegan las vacunas, se puede salir de la pandemia.
—Tus hijos están repartidos por el mundo, ¿cómo te organizas?
—Intentamos estar todos juntos. Ahora, nos fuimos los seis a Miami y estuvimos tres semanas allí y los niños siguieron estudiando online. Van y vienen, vamos y venimos. La prioridad es estar todos juntos y organizamos la agenda para estar poco tiempo separados.
“Mi familia y yo estuvimos encerrados en casa durante casi un año, en Argentina. Yo no tengo recuerdo de algo así en mi vida. Fue muy pesado”, reconoce la modelo
—¿Qué planes tienes para el verano?
—Vamos a volver a Marbella, al Festival Starlite. También tengo una propuesta en Italia, para el mes de julio. Vendremos, si Dios quiere.
—En febrero cumplirás cincuenta años, ¿da vértigo la cifra?
—No. No lo puedo creer, yo no me siento de cincuenta, me siento de veinte. Cuando era pequeña, pensaba en una mujer de cincuenta y me imaginaba a una anciana. Pero no tengo problema con ese número o con cumplir años. Vivo feliz porque hago lo que quiero. Vivo lo que siempre soñé: tengo la familia y el trabajo que quiero.