carlos fitz james y bel n corsini© EFE/ EPA/ Alejandra Ortiz/ Casa de Alba

El hijo pequeño del duque de Alba y la heredera de la saga de empresarios se han casado en el histórico palacio de Liria

Carlos Fitz-James Stuart y Belén Corsini: romántica y aristocrática boda en la Casa de Alba

Todos los detalles y las mejores imágenes de la celebración de los condes de Osorno: el vestido de la novia, las joyas, el vals en la intimidad, los momentos más emocionantes y las invitadas más elegantes


Actualizado 26 de mayo de 2021 - 12:01 CEST

La boda de Carlos Fitz-James Stuart y Solís y Belén Corsini de Lacalle no es la primera de la Casa de Alba que se celebra en tiempos de pandemia: Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó, bisabuelo del novio y XVII duque de Alba, se casó con María del Rosario de Silva y Gurtubay, marquesa de San Vicen­te del Barco, el 7 de octubre de 1920. Los padres de la inolvidable Cayetana de Alba se dieron el ‘sí, quiero’ en una discreta e íntima ceremonia, en Londres, en un momento en el que el mundo comenzaba a recuperarse de los terribles estragos de la gripe española.

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© Alejandra Ortiz

Carlos Fitz-James y Belén Corsini, condes de Osorno, ya convertidos en marido y mujer, posan con los pajes y damitas de honor de su boda. En la fila de arriba, de izquierda a derecha: Jacobo Fitz-James Stuart Pérez Becerril, Sol y Alfonso Martínez de Irujo Domecq y Gonzalo Alvear Moreno de la Cova. En la fila de abajo, de izquierda a derecha: Bernardo y Caetana Horta e Costa Corsini, Asela Fitz-James Stuart Pérez Becerril y Álvaro Alvear Moreno de la Cova.

Cien años después, Carlos, hijo pequeño del duque de Alba y de Matilde Solís y Martínez-Campos, y Belén, hija del empresario Juan Carlos Corsini Muñoz de Rivera y de Mónica de Lacalle Rubio, se han casado en circunstancias similares. La prensa internacional ha calificado la boda de los condes de Osorno de ‘histórica’, ya que es el primer gran enlace aristocrático que se celebra en Europa en más de catorce meses. Los medios extranjeros y nacionales también han coincidido en referirse al evento como ‘la unión de dos grandes dinastías’: los Fitz-James, un linaje que se remonta al Rey Jacobo II de Inglaterra y VII de Escocia, y los Corsini, una familia de prósperos empresarios con antepasados ilustres, como el Papa Clemente XII.

Tras el ‘sí, quiero’, los novios posaron con sus pajes y damitas en el zaguán principal del palacio

Los novios han tomado todos los recaudos para que su boda fuera una celebración segura en estos tiempos de pandemia. La ceremonia religiosa y el banquete se celebraron al aire libre, en el jardín de estilo francés del palacio de Liria. Según los expertos, se trata de uno de los jardines más bellos de Europa, realizado, a comienzos del siglo XX, por el famoso paisajista Jean-Claude Nicolas Forestier, el mismo que participó en el diseño del Campo de Marte, de París, y el Parque de María Luisa, de Sevilla. El palacio fue engalanado para la ocasión con varios mantos que colgaban de los balcones y, en lo más alto, ondeaba la bandera ducal.

© Ricardo Labougle

Jacobo Fitz-James Stuart, nieto de la inolvidable Cayetana de Alba, y Asela Pérez-Becerril fueron los primeros miembros de la Casa de Alba que se casaron en el jardín de Liria, el 14 de mayo de 2011. Los siguieron Luis Martínez de Irujo y Adriana Marín, duques de Aliaga, en octubre de 2016. Fernando Fitz-James Stuart y Sofía Palazuelo lo hicieron en octubre de 2018. A diferencia de las mencionadas bodas, la de los condes de Osorno ha sido más íntima, contando con unos trescientos invitados. Los convidados y los trabajadores se sometieron a una prueba PCR en los días previos al enlace.

La prensa internacional la ha calificado de ‘histórica’, ya que se trata del primer gran acontecimiento social que se celebra en Europa en más de catorce meses y representa la unión de dos importantes dinastías

El sábado fue un día primaveral, lo que realzó la belleza del versallesco jardín del palacio de los Alba: el estanque y el grupo escultórico del siglo XVIII, las estatuas de animales fantásticos dispersas por el parque, los laberínticos parterres delineados por setos y las vistas a la fachada trasera del palacio, una joya arquitectónica del neoclasicismo, creada por el arquitecto Ventura Rodríguez.

© Alejandra Ortiz

© Alejandra Ortiz/ Andrea Savini

Arriba, Carlos Fitz-James Stuart, con el uniforme de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, junto a su madre, Matilde Solís, con mantilla negra y vestido firmado por Lorenzo Caprile. Abajo, derecha, imagen del interior del palacio de Liria, residencia oficial del duque de Alba, padre del novio, y en cuyos jardines tuvo lugar el enlace.

Un vestido de novia con historia

Los invitados comenzaron a llegar al palacio a las doce del mediodía. A la una en punto, Belén hizo el paseíllo hacia el altar del brazo de su padre, el empresario Juan Carlos Corsini. De fondo sonaba la marcha Pompa y circunstancia, de Edward Elgar. Los floristas de Aquilea crearon un altar de flores y frondosa vegetación, coronado por una antigua talla de la Virgen María, propiedad de la Casa de Alba. La novia, de treinta y dos años, deslumbró con un vestido de Navascués realizado por la diseñadora Cristina Martínez-Pardo Cobián: un traje de corte Imperio realizado en georgette pesante de seda natural, con doble falda y enagua en satén, con remate bordado y mangas de una pieza abullonadas. La cola era independiente, realizada en tul plumeti bordado sobre gazar y el velo era de tul plumeti con aderezo de joya de familia.

Carlos llevó el uniforme de gala de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, con el que también se casaron su padre y su hermano

Belén parecía una Josefina Bonaparte moderna. Su vestido de corte Imperio encajaba a la perfección con el escenario: las fachadas neoclásicas de Liria y el jardín de estilo francés. James Fitz-James, hijo del Rey Jacobo II de Inglaterra y primer duque de Berwick, mandó construir el palacio en 1767 y las obras concluyeron en 1785, en pleno auge del estilo Imperio, que, poco después, Napoleón Bonaparte haría popular en todo el continente.

© Alejandra Ortiz

Fernando Fitz-James y Sofía Palazuelo, duques de Huéscar, volvieron a ser retratados en la escalera de honor del palacio, donde posaron para su boda, en 2018.

La condesa de Osorno llevó como aderezo unos pendientes de diamantes que pertenecían a su abuela materna. También lució su anillo de compromiso, un diseño con brillantes. Fue maquillada y peinada por Álvaro Talayero, considerado uno de los mejores maquilladores de novias de España. Fiel a su estilo, sencillo y elegante, la novia lució una coleta pulida a media altura y prefirió evitar grandes tiaras. En cambio, optó por una joya de su madre con formas florales en plata y diamantes, que servía para recoger su cabello y sujetar el velo. Este detalle del pelo fue obra de la joyera Suma Cruz, que elaboró el sencillo diseño para reflejar la personalidad de la novia. Cruz utilizó la joya de la familia de Belén para rodear la coleta como si fuera un casquete ‘limpio’, creando dos círculos que se unen y que simbolizaban a los novios prometiéndose amor eterno.

Sofía Palazuelo, duquesa de Huéscar, e Inés Domecq, marquesa de Almenara, fueron dos de las invitadas más elegantes

El ramo era pequeño, natural, silvestre y nada pretencioso. Estaba inspirado en los jardines del palacio de Liria y compuesto por astrantia, antirrhinum, nardo, alchemilla y rosa blanca ramificada.

© Marina Press/ CordonPress

© MarinaPress/ Album personal

La duquesa de Huéscar fue una de las invitadas más elegantes del enlace gracias a un vestido en ‘georgette’ de seda, de color azul profundo, firmado por Jan Taminiau, el diseñador predilecto de la Reina Máxima de Holanda. Sofía lució unos pendientes de Albert Coll y un brazalete de Mikana. Por su parte, su marido, Fernando Fitz-James, llevó un clásico chaqué. Abajo, a la derecha, Enrique Solís, primo del novio, junto a su novia, Alejandra Domínguez, con traje sastre de Antonio García.

Un novio uniformado

Carlos Fitz-James entró del brazo de  su madre, Matilde Solís , con una marcha wagneriana. El novio optó por seguir la tradición familiar y llevar el uniforme de gala de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, con el que también se casaron su padre y su hermano. El conde, de veintinueve años, es miembro de la organización nobiliaria, fundada en 1670, una de las instituciones más antiguas y con más prestigio de la capital hispalense. Cayetano Martínez de Irujo lo lució como padrino en la boda de su hermana, Eugenia, y también en su boda con Genoveva Casanova.

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Detalles del vestido de Inés Domecq, marquesa consorte de Almenara y mujer de Javier Martínez de Irujo, primo del novio. La jerezana lució un diseño de su propia marca, The IQ Collection, que combinó con joyas de Roberto Coin y ‘clutch’ de Bulgari. Abajo, llegando al palacio de Liria, junto a su marido y sus hijos, Sol y Alfonso, que participaron en el enlace como niños de arras.

Matilde Solís, la madrina, llevó un diseño de Lorenzo Caprile: un vestido confeccionado en crepé de seda color rojo, con manga japonesa y una fabulosa capa. Como ya ocurrió en la boda de su hijo Fernando, Matilde pidió al modista y a su equipo que incorporaran un espectacular collar de brillantes, propiedad de su aristocrática familia, los marqueses de la Motilla, al vestido. También llevó la tradicional mantilla negra con peineta.

Eugenia Martínez de Irujo, tía del novio, posó radiante en los jardines de Liria con sus dos amores: su hija, Tana Rivera, y su marido, Narcís Rebollo

Mónica de Lacalle Rubio, madre de la novia, lució una creación de Navascués: una falda de flores hasta la rodilla y blusa de seda blanca y pamela a juego. Navascués también realizó los trajes de las hermanas de la novia, Mónica y María Corsini. Mónica llevó un vestido verde satinado con detalles cruzados sobre el pecho, que combinó con sandalias oscuras de tiras. Su tocado, con plumas y en la misma gama cromática, era de Mimoki. María se decantó por un vestido púrpura con efecto wrap bajo el pecho y caída fluida y asimétrica, y un tocado impresionante.

© @eugeniamartinezdeirujo

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Algunos de los detalles de la decoración floral.

Los pajes y damitas de honor fueron Bernardo y Caetana Horta e Costa Corsini, hijos de Bernardo Horta e Costa y Mónica Corsini; Asela y Jacobo Fitz-James Stuart Pérez Becerril, hijos de Jacobo Fitz-James y Asela Pérez-Becerril; Álvaro y Gonzalo Alvear Moreno de la Cova, hijos de Jovino Alvear y María del Carmen Moreno de la Cova Solís, y Sol y Alfonso Martínez de Irujo Domecq, hijos de Javier Martínez de Irujo e Inés Domecq. Los niños de arras iban vestidos a juego con la novia, con trajes de estilo Imperio y aires goyescos, diseñados por Marta Ussía. El cuello de tul bordado de las niñas del cortejo era el mismo que llevaba la novia en la cola de su vestido.

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Eugenia Martínez de Irujo llevó un vestido de Jorge Vázquez y rindió homenaje a su madre al lucir unos pendientes de diamantes y esmeraldas que pertenecieron a la aristócrata. Su hija, Tana Rivera, que asistió con un diseño de Teresa Helbig.

Misa emotiva y música ‘celestial’

Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp ofició la ceremonia religiosa. El prelado sevillano casó a Cayetano Martínez de Irujo y Genoveva Casanova, en 2005; a Javier Martínez de Irujo, marqués de Almenara, e Inés Domecq, en 2008; a la duquesa Cayetana con Alfonso Diez, en 2011; a Luis Martínez de Irujo, duque de Aliaga, y Adriana Marín, en 2016, y a Fernando Fitz-James y Sofía Palazuelo, en 2018.

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La duquesa de Montoro acudió junto a su marido, Narcís Rebollo, y su hija.

Los floristas de Aquilea crearon un altar de flores y frondosa vegetación —había allium, fritillaria, aquilea, delphinium y varios tipos de verde—, coronado por una antigua talla de la Virgen María, propiedad de la Casa de Alba.

Eugenia Martínez de Irujo, tía del novio, posó radiante en los jardines de Liria con sus dos amores: su hija, Tana Rivera, y su marido, Narcís Rebollo

Durante la Misa, se recordó a doña Cayetana, la inolvidable duquesa de Alba y abuela del novio. El padre Ángel, gran amigo de la familia Alba, también participó en la Misa. “Fue una homilía muy sentida, sencilla y, sobre todo, solemne. Se recordó de manera especial a las personas que se han ido en estos meses debido a la pandemia”, revelaba el padre Ángel a ¡HOLA!. “Algunos primos hicieron varias peticiones por los novios, por la familia, por el Papa… La música era preciosa, sonaba a celestial”.

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Brianda Fitz-James, prima del novio. La ilustradora lució un vestido metalizado de Juan Duyos. Un atrevido ‘look’ que combinó con bolso y zapatos de color cobre.

Los duques de Huéscar, recibidos entre aplausos

A las doce del mediodía comenzaron a llegar los primeros invitados. Fue una boda muy familiar que reunió a casi todos los miembros de la Casa de Alba. Fernando Fitz-James Stuart y Sofía Palazuelo, duques de Huéscar, entraron caminando al palacio de Liria, un gesto que fue agradecido por los fotógrafos y los vecinos, que recibieron a la pareja con aplausos y gritos de “¡guapa, guapa!” a la duquesa.

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De arriba abajo y de izquierda a derecha: Alfonso Diez, viudo de la duquesa de Alba; Pedro de Borbón-Dos Sicilias, duque de Calabria; Jacobo Martínez de Irujo, conde de Siruela; el padre Ángel.

Sofía eligió un modelo de costura de Jan Taminiau, el diseñador preferido de la Reina Máxima de los Países Bajos, en georgette de seda de color azul profundo, corte midi, capelina delantera y escote en la espalda. El vestido se completaba con un cinturón-joya tipo fajín, bordado a mano, que recreaba un paisaje. Sus pendientes eran de titanio bañados en oro y los firmaba Albert Coll, un barcelonés de noventa y dos años que ha relanzado su firma junto a su nieta Mireia. Su brazalete era de Mikana. Fue una de las pocas invitadas que no llevó tocado.

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Arriba, Jacobo Fitz-James Stuart, primo del novio, junto a su mujer, Asela Pérez-Becerril, y sus hijos, Jacobo y Asela. Abajo, de izquierda a derecha: Adriana Marín, duquesa de Aliaga, Kyra Hildalgo y Sofía Barroso, madre de Sofía Palazuelo, con tocado de Mimoki.

Fernando aderezó la levita de su chaqué luciendo en la solapa una miniatura de la Sagrada Orden Militar Constantiniana de San Jorge, cuyo gran maestre es Pedro de Borbón y Orleans, duque de Calabria. Don Pedro, hijo del infante don Carlos y de Ana de Francia, y su mujer, Sofía Landaluce y Melgarejo, fueron testigos de excepción del enlace.

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Bárbara Mirjan, pareja de Cayetano Martínez de Irujo, con vestido de Jorge Vázquez, joyas de Aguayo y zapatos de Aqua­zzura.

Muy simpáticos, los duques de Huéscar atendieron a la prensa asegurando que esa misma mañana habían hablado con sus cuñados y que estaban bien, aunque algo nerviosos, y que el vestido de Belén sería precioso y ella estaría “guapísima”.

Alfonso Diez, viudo de Cayetana de Alba, llegó a Liria en coche, evitando a la prensa. También Jacobo Siruela, con su mujer, Inka Martí. La mujer del editor llevaba un vestido de la marca Matelier, de la diseñadora Andrea Mateache.

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© GTres/ Cordon Press

Arriba, Paloma Asin, amiga de la novia, con tocado Mimoki; Almudena de Medina de Lacalle y su marido, Ricardo Noriega, y Alejandra Corsini, vestida de Bimani, y su marido, Alejandro Muñoz. Abajo, Gregorio Marañón junto a Pilar Solís Martínez-Campos, tía del novio; María de Lacalle, tía de la novia, y su marido, Eric Halverson, y Belén de Lacalle, también tía de la novia.

Desfile de elegantes

Al igual que Sofía Palazuelo, Inés Domecq causó sensación a su llegada al palacio. La esposa de Javier Martínez de Irujo y Hohenlohe-Langenburg y marquesa de Almenara es la mujer del momento, ya que acaba de vestir a la Reina doña Letizia. La diseñadora y estilista llevó un conjunto de su propia marca, The IQ Collection: un diseño azul de silueta midi, con estructura arquitectónica, en el que destacaban las hombreras del vestido. El traje, hecho en algodón e hilo y siguiendo las líneas de la colección primavera-verano de la marca, tenía un detalle peplum que aportaba al look una pincelada ‘retro’ y sofisticada.

Los colores vibrantes, los estampados florales, los tocados con flores y las pamelas ligeras triunfaron entre las invitadas

La marquesa de Almenara, que llevaba su pelo recogido con una ligera redecilla, completó su estilismo con joyas de Roberto Coin, tocado azul marino y sandalias negras de Coosy. Su bolso, de Bulgari, era una pieza en rafia beis y estructura de piel de becerro negra, rematado con flecos de rafia beis.

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En el sentido de las agujas del reloj, algunas de las amigas de la novia, como Amelia Millán y Marina Urdiales, Cristina Beca, María Vicandi y Rocío Arranz y Patricia Perea, con tocado de Mimoki.

Sofía Barroso, la madre de Sofía Palazuelo, lució una elegante chaqueta de cuello ‘mao’, de inspiración exótica, con bordados, que combinaba con un sofisticado sombrero de Mimoki, la marca de tocados de Ana María Chico de Guzmán, por la que se decantaron más de diez invitadas, entre ellas, Mónica y María, las hermanas de la novia, o Paloma Asin, amiga de Belén Corsini.

La ceremonia religiosa y el banquete se celebraron al aire libre, en el jardín de estilo francés de Liria

Brianda Fitz-James Stuart, prima del novio, escogió un vestido tornasolado multicolor de escote en ‘V’ y falda plisada, de Juan Duyos, que combinó con su mascarilla, siguiendo la tendencia que se ha impuesto entre las invitadas. La artista ‘accesorizó’ su look con pendientes de Julieta Álvarez.

© Alejandra Ortiz

© @eugeniamartinezdeirujo/ Alejandra Ortiz

Arriba, una fotografía general del palacio de Liria, en cuyos jardines tuvo lugar tanto la ceremonia religiosa como la posterior celebración. Abajo, a la derecha, los novios junto a sus respectivos padres.

Alejandra Domínguez fue una de las invitadas más vanguardistas y atrevidas. La novia de Enrique Solís, que es primo del novio, apostó por un traje sastre hecho a medida, de Antonio García, de cuerpo rígido en tonos llamativos y pantalón recto de pinzas a juego, en color morado. El diseño estaba inspirado en grandes nombres de la moda de la década de 1980, como Yves Saint-Laurent, Givenchy y Ungaro.

© Alejandra Ortiz

Belén Corsini camina hacia el altar del brazo de su padre, el empresario Juan Carlos Corsini. En la fotografía se aprecia el vestido, firmado por Navascués, de corte Imperio, mangas abullonadas y una larga cola elaborada en plumeti. Decorando su peinado la novia lució un sencillo casquete, obra de Suma Cruz, elaborado con joyas familiares.

Una ausencia sonada y el recuerdo de Cayetana

Uno de los grandes ausentes fue Cayetano Martínez de Irujo. El duque de Arjona y conde de Salvatierra fue operado hace una semana y el fin de semana todavía permanecía ingresado en el hospital La Luz (recibió el alta este lunes). Sus hijos, Amina y Luis, tampoco pudieron estar presentes, ya que se encuentran en plenos exámenes en sus universidades, en el extranjero. Sin embargo, Bárbara Mirjan, novia de Cayetano, asistió en representación del duque y su familia. Bárbara estaba impresionante con un vestido sin mangas, de largo midi y silueta ‘evasé’, con estampado floral efecto porcelana, de Jorge Vázquez. Lo combinó con zapatos de Aquazzu­ra, pamela de rafia de Nana Golmar, joyas de brillantes y esmeraldas de Aguayo y bolso de Yliana Yepez.

La novia, que entró del brazo de su padre, deslumbró con un vestido de corte Imperio, un diseño de Navascués con remate bordado y mangas abullonadas

Eugenia Martínez de Irujo, duquesa de Montoro y tía del novio, también eligió un vestido de Jorge Vázquez, en su caso, en rosa empolvado. El traje de la aristócrata estaba hecho en seda y tenía mangas abullonadas, falda plisada y un llamativo escote cuadrado en la espalda. La duquesa de Montoro completó su look con unos pendientes de diamantes y esmeraldas que pertenecieron a su madre, la duquesa de Alba, a la que, de este modo, quiso tener presente en un día tan especial. La hija de Eugenia, Tana Rivera, se decantó por un vestido en tonos azules, de Teresa Helbig, confeccionado con tela de tul con estampado de topos blancos y con mangas semitransparentes y detalles simétricos en color negro, tanto en el pecho como en los puños de las mangas y falda.

© Alejandra Ortiz

© Alejandra Ortiz

Un momento de la ceremonia religiosa. Los floristas de Aquilea crearon un altar de flores y frondosa vegetación, coronado por una antigua talla de la Virgen María, propiedad de la Casa de Alba. La Misa estuvo oficiada por Ignacio J. Sánchez-Dalp y contó con la participación del padre Ángel. Abajo, a la izquierda, un momento de complicidad de los novios, en el que se observan de cerca los pendientes de su abuela y la joya de su madre con los que la novia adornó su pelo. Abajo, a la derecha, los condes de Osorno junto al sacerdote.

 Alejandra Corsini , prima de la novia, optó por un dos piezas procedente de la colaboración entre Bimani y Juan Vidal, compuesto por chaqueta estructurada de manga sisa, con hombreras y pantalones tobilleros de tiro alto, con cinturilla y bajo acampanado. Completó el conjunto, estampado en tonos violetas, con sandalias en color nude de tacón ancho y complementos en lila, como la diadema, el bolso de mano con volantes y la mascarilla.

El ramo de Belén estaba inspirado en los jardines del palacio y estaba formado por astrantia, antirrhinum, nardo, alchemilla y rosa blanca ramificada

Inés Pérez Pla, amiga de Belén, llevó un vestido midi con estampado floral y escote bardot, en tonos azules, que combinó con sandalias de tacón doradas, pamela con adornos florales y un bolso rojo satinado. Adriana Marín, duquesa de Aliaga, escogió un maxivestido de escote cruzado y falda de volantes con estampado floral, que combinó con pendientes de perlas. El toque de originalidad lo puso en su bolso tamaño ‘mini’, en forma de flor, en color rosa chicle.

© Alejandra Ortiz

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Dos momentos clave: el intercambio de alianzas y la ceremonia de velación, instante en el que el velo de la novia cubre los hombros del novio, un gesto que simboliza el vínculo que los une.

Asela Pérez-Becerril apostó por un vestido holgado de manga tres cuartos, de estética relajada, combinado con maxicollar de perlas, sombrero de rafia rosado y unos cómodos zapatos negros. Cristina Beca lució un vestido estampado de escote halter y detalle de volantes en cuello y escote, un diseño de Matelier, la firma de la diseñadora Andrea Mateache. Completó el look con sandalias de tacón, tocado de rafia con flores y chal rosado.

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Carlos Fitz-James Stuart y Belén Corsini, tras el ‘sí, quiero’. En la imagen se aprecia el ramo nupcial, inspirado en los jardines del palacio de Liria y compuesto por nardos y rosas blancas ramificadas.

Almuerzo en un bosque encantado

Los condes de Osorno supervisaron personalmente todos los detalles de la boda, en cuya organización colaboró el equipo de A-Típica. El cóctel se sirvió al aire libre, bajo una gran carpa decorada con flores, frondosa vegetación y troncos de árboles. El decorado hacía sentir a los invitados dentro de un bosque encantado, un jardín salvaje dentro del jardín más formal del palacio de Liria.

“Algunos primos hicieron varias peticiones por los novios, por la familia, por el Papa… La música era preciosa, sonaba a celestial”

El cóctel no se sirvió de pie, sino que se hizo en las mesas y de manera individual. Los invitados se sentaron en mesas de seis personas repartidas por el jardín, con la majestuosa fachada trasera del palacio como telón de fondo. Las mesas estaban decoradas con peonías y otras flores, como el eléboro o la escabiosa. Los camareros repartieron entre los comensales las piezas del ágape en menaje individual para así impedir al máximo el contacto de unos con otros sin la mascarilla.

© Alejandra Ortiz

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Arriba, de izquierda a derecha: Fernando Fitz-James Stuart, duque de Huéscar; Matilde Solís, madrina y madre del novio; Carlos Fitz-James Stuart y Belén Corsini, ya convertidos en marido y mujer; Carlos Fitz-James Stuart, duque de Alba, y Sofía Palazuelo, duquesa de Huéscar. Abajo, los contrayentes en unas cariñosas imágenes.

Mientras los invitados se ubicaban en sus sitios, los novios se hicieron los retratos oficiales. Carlos y Belén posaron en algunos de los salones más simbólicos del palacio de Liria: el salón Estuardo, donde están colgados los retratos de Jacobo Fitz-James Stuart, primer duque de Berwick, y de sus sucesores; el salón de baile, donde cuelgan los retratos de María Francisca de Sales Portocarrero, XV duquesa de Alba, y de su hermana, la Emperatriz Eugenia de Francia, y la escalera de honor y el zaguán principal, que está decorado con un mosaico central con el escudo de la Casa de Alba.

Todo el look de Belén estaba inspirado en el estilo Imperio y era un guiño al escenario de la boda: el palacio de Liria, de líneas neoclásicas, y el jardín de estilo francés

Ciboulette, uno de los mejores caterings del país, se encargó del almuerzo. La empresa es conocida por servir cocina tradicional actualizada: platos españoles elaborados con materia prima de la mejor calidad, pero con guiños a las nuevas tendencias culinarias. Una parte del menú se elaboró en las antiguas cocinas del palacio de Liria y estuvo compuesto por una lasaña fría de centollo; un solomillo de buey a la broche, con una salsa de vino tinto rioja, con guarnición de cebollitas glaseadas y pimientos al horno de leña, y un pastel ruso de nata con coulis de frutos árabes. Los platos estuvieron acompañados por los mejores vinos de España: albariño para los primeros y un Marqués de Murrieta Reserva para el segundo. Para el final, se brindó con champán. No hubo tarta nupcial, pero los novios sí bailaron el vals. No lo hicieron delante de los invitados, sino en la intimidad del salón Estuardo del palacio, para evitar aglomeraciones. Después del almuerzo se sirvieron copas y un DJ empezó a musicalizar la tarde.

© Alejandra Ortiz

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Arriba, Mónica de Lacalle, madre de la novia; el duque de Alba, padre del novio; la duquesa de Calabria; los recién casados; Juan Carlos Corsini, padre de la novia; Matilde Solís, madre del novio, y Pedro de Borbón-Dos Sicilias, duque de Calabria. Abajo, los condes de Osorno, junto a Bernardo Horta e Costa, marido de Mónica Corsini; Borja Moreno Solís, hermano de Carlos y Fernando Fitz-James e hijo pequeño de Matilde Solís; Borja Corsini, hermano de la novia; Mónica Corsini, hermana de la novia; los condes de Osorno; los duques de Huéscar, y Gonzalo y María Corsini, hermanos de la novia

La luna de miel tendrá que esperar

Los novios han elaborado una original lista de regalos de boda. Desde los típicos objetos para su nuevo hogar, como vajillas, cuberterías o una lámpara de bambú, hasta experiencias de aventura, como lecciones de vuelo o un curso de pilotaje de automóviles de alta gama. Los invitados también podían hacer aportaciones para estancias en hoteles de lujo ubicados en Isla Mauricio, Tanzania y Tailandia, que bien podrían ser los destinos que barajan Carlos y Belén para su luna de miel.

Los recién casados bailaron el vals en la intimidad del salón Estuardo, uno de los más importantes de Liria, donde cuelga el retrato de James Fitz-James, hijo del Rey Jacobo de Inglaterra y primer duque de Berwick

Cayetana de Alba y Alfonso Diez se fueron de luna de miel al Sudeste Asiático, en 2014. La duquesa pasó unos inolvidables días con su tercer marido en Tailandia. La pareja disfrutó de más de veinte días en el país budista y se empapó de la cultura tailandesa en Bangkok: paseos por la ciudad, recorridos en barco, masajes…

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Los condes de Osorno bailan el vals en el salón Estuardo del palacio de Liria, de Madrid. Lo hicieron en la intimidad para evitar aglomeraciones entre sus invitados.

Sin embargo, Carlos y Belén esperarán para hacer su viaje de novios, ya que la crisis sanitaria mundial todavía es grave. Por el momento, los condes se instalarán en su nuevo hogar, un piso recientemente restaurado en un edificio histórico a pocos metros del palacio de Liria. La pareja tendrá de vecinos a los duques de Huéscar, que acaban de reformar su ático en la misma finca. Con Sofía y Belén, las calles de la zona madrileña de Conde Duque se convertirán en un desfile de elegancia.

Belén no llevó tiara y optó por una joya familiar que servía para recoger su cabello y sujetar el velo: dos círculos de brillantes que se unían y simbolizaban a los novios prometiéndose amor eterno

Antiguamente, el solar donde se levanta el edificio en el que vivirán los duques de Huéscar y los condes de Osorno formaba parte de los dominios del palacio de Liria. De hecho, algunas fincas del barrio se segregaron del terreno del histórico hogar de los Alba.

© Alejandra Ortiz

Los novios pasean por los jardines del palacio de Liria, unos de los más bellos de Europa, realizados, a comienzos del siglo XX, por el famoso paisajista Jean-Claude Nicolas Forestier.

Un noviazgo discreto

La boda de los condes de Osorno es la culminación de tres años de discreto y sólido noviazgo. Carlos, el hijo pequeño del duque de Alba, hizo oficial su relación con Belén en abril de 2019. Entonces, acudieron juntos al enlace de los marqueses de Pickman, en Sevilla, y se alojaron en Las Dueñas, la casa-palacio del duque de Alba en la capital hispalense. En septiembre de 2020, el conde de Osorno le pidió matrimonio a su novia. Debido a la pandemia, han tenido que esperar hasta ahora para poder darse el ‘sí, quiero’.

No hubo tarta nupcial, pero los novios y sus invitados sí brindaron con champán. Después del almuerzo, ya al atardecer, se sirvieron copas y un DJ pinchó música

Los dos tienen en común el compromiso y entrega a sus familias y un espíritu emprendedor. Belén, bisnieta de Carlos Corsini de Senespleda, fundador de la constructora Corsán, estudió en el colegio Mater Salvatoris, de Madrid, y se licenció en Administración y Dirección de Empresas en Icade. Actualmente, la condesa trabaja con su padre y es consejera y vicesecretaria de dos de las empresas familiares dedicadas a la agricultura y la gestión inmobiliaria. La fortuna de su familia, los Corsini, apodados como ‘La Tribu’, comenzó en 1928, cuando su bisabuelo fundó su imperio.

© Alejandra Ortiz

Carlos Fitz-James y Belén Corsini, el vivo retrato de la felicidad. La prensa internacional ha calificado la boda de los condes de Osorno de ‘histórica’, ya que es el primer gran enlace aristocrático que se celebra en Europa en más de catorce meses

Por su parte, Carlos, que estudió Comercio Internacional en el College For International Studies (CIS), de Madrid, y cursó un máster en la Universidad de Boston, también trabaja con su padre y ayuda al duque de Alba en la gestión del patrimonio empresarial de la Casa de Alba. El joven está al frente de la marca comercial Casa de Alba Fine Food, la división dedicada a los productos gastronómicos y gourmet que comercializa su familia. El conde acaba de crear su primera empresa, centrada en la importación de productos alimenticios y la comercialización del aceite de oliva.

“Carlos y Belén están hechos el uno para el otro”, coinciden en su entorno. Se han juntado dos almas gemelas y dos dinastías de leyenda.