Sandra Blázquez , actriz que dio vida a Alma Núñez en la tercera temporada de Física o Química , ha hecho de su vida un alegato a la solidaridad. Muy al contrario que se popular personaje, la intérprete ha optado por seguir la senda de ayudar al prójimo, dedicando parte de su vida a velar por el bienestar de los más pequeños tras embarcarse el año 2013 en una gratificante experiencia de voluntariado en un orfanato en Marruecos. De ahí que, junto a su amiga María Fábregas, decidiera fundar la ONG Idea Libre, cuyo objetivo es ayudar a los niños más necesitados de una remota aldea de Kenia, Chumvi.
- ¿Cómo y cuándo surgió la idea de la Asociación?
- Después de un viaje a Marruecos, donde, a pesar de que yo no quería porque me iba a dar pena, me convencieron para entrar en un orfanato y vi a un niño extremadamente triste. Me acerqué a su cuna, intenté hacerle reír y me fue imposible. Se llamaba Ryan, tenía tres años y casi no sabía andar porque casi nunca le sacaban de la cuna. Salí de allí sin poder hablar. Al día siguiente volví a verle. Y así durante todas mis vacaciones, hasta que volví a España y sentí que le abandonaba. Junto a mi compañera María, decidí darle un giro a mi vida y crear Idea Libre para poder llegar a todos los niños y niñas posible que estén en situaciones tan vulnerables como la de Ryan.
- ¿Qué quieres lograr con tu Fundación?
- La educación es el objetivo porque, sin ella, te manipulan y tus salidas se reducen a una vida escasa. Con educación puedes saber quién eres, qué quieres y las oportunidades que tienen ahí fuera. Si les llevamos comida, juguetes y ropa, les hacemos dependientes; si les llevamos educación, los hacemos libres.
- ¿Era algo que tenías claro desde el principio o fue algo que vino poco a poco viendo las necesidades de la gente?
- Siempre lo he sabido, pero no que iba a ser tan drástico. Lo que sí tenía claro es que iba a ser a través de la educación, aunque por el camino voy encontrándome con cosas y necesidades que jamás me habría imaginado y que voy aprendiendo a resolver.
- ¿Qué proyectos habéis puesto en marcha en la actualidad?
- Lo último que hemos hecho es La Fábrica de Sueños, una sala enorme en el mismo recinto de la escuela, llena de material didáctico, espejos, cuentos e instrumentos musicales. Son herramientas que les ayudan descubrirse, más allá de las matemáticas o la lengua, que también están bien.
- ¿Con qué tipo de dificultades os encontráis para llevar a cabo vuestros programas?
- ¡Uf! Jajajaja. Retos hay todos los días. En Kenia nos enfrentamos a una pobreza extrema y, cuando hablo de extrema, hablo de llevar al médico a Philimon, un niño de doce años, sin poder andar porque ya no le quedan fuerzas por la desnutrición que padece. Son niños que comen una vez cada dos días y que duermen en el suelo, sin nada con lo que taparse. Que no tienen agua ni luz. Y que por las noches, cuando llueve, se acurrucan en un rincón de la casa para no empaparse. A nivel emocional, trabajamos para que no nos afecte, pero a veces es imposible no sentir impotencia.
- ¿Os surgen muchos imprevistos?
- Cada día es un mundo y más cuando estamos en Kenia. Solemos volver cada tres meses y llevamos siempre una planificación de todo lo que queremos hacer. Al día siguiente de aterrizar, la planificación no vale (risas). Un niño se pone malito, hay que ingresarlo en el hospital, no le atienden en ninguno y terminamos en otra ciudad suplicando que le atiendan. Se rompe el pozo y no hay agua, no llegan los tomates para cocinar, una profe tiene malaria y no puede venir a clase y tenemos que ir resolviendo todo sobre la marcha.
- ¿Cómo se puede colaborar con vosotros?
- Lo que más nos ayuda es la aportación del socio, con cuotas desde nueve euros al mes. Gracias a los socios podemos comprar cada semana la comida para los doscientos cinco niños, el material escolar, pagar los sueldos de las profes y las cocineras, la leña para cocinar y todo lo necesario para que el colegio funcione. Pueden entrar en la web www.somosidealibre.org y escribirnos tanto a María como a mí para resolver cualquier duda. También animo a leer mi primer libro Me dijo hazlo y lo hice. Además de ser una obra motivadora, todos los beneficios de la venta son para la escuela.
- ¿Has descubierto en ti fortalezas que desconocías para afrontar este camino difícil pero tan gratificante?
- Yo creo que sí. Cuando te encuentras de frente con algo muy complicado, tienes dos opciones: o dejarlo a un lado e ignorarlo, o hacer algo por mejorarlo. En mi caso, si dejo de lado lo que me encuentro, la vida de mis niños sería injusta. Porque no es justo que un niño con seis años tenga que limpiar en casas para poder comer, si es que consigue el trabajo. Un niño, a esa edad, tiene que hartarse de jugar, de pintar, de aprender, de soñar. Si hubiese mirado para otro lado, Kiogná no habría leído jamás un cuento, ni sabría lo importante que es ella para el mundo, porque lo es. Así que sí, cuando te tienes que enfrentar a todo, por mucho que el camino duela, vas a por ello. El resultado es que hoy doscientos cinco niños y niñas que van al colegio.
- ¿Qué sentiste al verte rodeada la primera vez por esos pequeños que sin conocerte te adoraban?
-No creo que me adorasen… jajaja. Les haría gracia una extranjera en su poblado. Pero no me podían adorar si no me conocían. Yo a ellos sí, me parece imposible no amar a un niño. Y sentí mucha rabia. Me parecía y me sigue pareciendo increíble que, con la de abundancia que hay en el mundo, sólo les llegue a unos pocos. No estoy hablando de tener yates. Estoy hablando de saber que mañana vas a poder comer. Nada más.
- ¿Qué es, en general, lo que te hace más feliz?
- Según me has hecho esa pregunta, me ha venido la imagen de Chuku, una de mis niñas, de cinco años, que cada vez que entro en su clase me grita “Sandra, nakupenda!” que significa “Te quiero”.
- Tiene que ser una lección encontrarte con mundos tan desfavorecidos ¿verdad?
- Lo he llevado muy mal y he estado muy enfadada con el mundo. Me parecía que mientras unos luchaban por sobrevivir, otros vivían dormidos.
- Estos viajes cambian mucho la forma de ver la vida, ¿verdad?
- Totalmente. Aunque yo he sido muy consciente siempre de lo que pasa. La diferencia es que esto ya no es un viaje, es una forma de vida, y seguramente sea eso lo que de verdad me ha cambiado la forma de verla. Cada noche, cuando me meto en la cama, cierro los ojos y veo a mis niños durmiendo en esas cabañas de barro y paja, en el suelo, con frío.
- ¿Cuesta volver a la realidad del mundo de la interpretación, que puede parecer un poco más frío o más frívolo?
- Durante mucho tiempo me ha costado encajarlo. Ahora, si estoy rodando, acepto lo que hay, sin intentar entenderlo.
- ¿Conocen la gente con la que trabajas en África tu oficio?
- ¡Mis niños no sabían ni lo que era el teatro! Empezamos con las clases teatrales en la escuela, me puse una nariz de payaso y no entendían nada. Las profes saben que soy actriz, pero es lo mismo que si me dedicara a cualquier otro oficio.
- ¿Has compartido con alguno de tus compañeros de profesión alguno de estos viajes?
- Todavía no se ha venido ninguno conmigo, pero muchos son socios y tengo viajes pendientes con varios de ellos.
- ¿Sientes al final de estos viajes que recibes más de lo que puedes dar?
- Creo que es un intercambio. Yo doy todo de mí y sé que ellos también me lo dan todo. ¿Sabes una cosa curiosa que nunca me planteé que pudiera pasar y me pasó cuando menos lo esperaba? Quise mucho a esos niños y a esas familias, pero era un amor que yo estaba eligiendo, yo elegí ir allí, elegí hacer todo lo que estuviera en mi mano, y eso me hizo sentir bien y entonces decidí seguir haciéndolo. Pero de repente, un día por la tarde, mirando a las familias, me di cuenta de que ya no estaba eligiendo quererles, de que ya les quería de verdad, como a mi familia. Lo que les pasará a ellos me pasaba a mí.
- Tu ejemplo es una gran inspiración, ¿cuál es la semilla que te gustaría haber sembrado o sembrar en otros jóvenes o en otras familias?
- Que cada persona se deje de excusas, de miedos y vaya a por lo que se proponga, sea lo que sea y por muy difícil que parezca. La vida es esta y es ahora
- Sandra, tanto amor por los niños de Kenia…¿no sueñas con tener los tuyos propios?
- Sí, claro, me encantaría. Lo que pasa que ahora mismo tengo por delante la escuela. Quizás en unos años…
- ¿Hijos propios o adoptados?
- Me encantaría poder adoptar, aunque no está nada fácil.
- ¿Qué proyectos profesionales tienes en España? ¿Publicarás más libros?
- De momento quiero que mi libro Me dije hazlo y lo hice llegue a todas las casas. Sé que es un buen libro, y no porque lo haya escrito yo. Muchos me piden que escriba una segunda parte y no lo descarto. Y si me sale algo como actriz, lo haré encantada y lo compaginaré como hasta ahora, porque seguiremos trabajando para poder seguir mejorando la escuela y llegar a más niños y niñas.