Una vez las ves a las dos juntas, ya no puedes imaginarlas por separado. La conexión es tan fuerte, y tanta la complicidad, que el lazo madre-hija a ratos se olvida. Adriana Abascal y Jimena son las mejores amigas, las compinches perfectas de cualquier fechoría: Quijote y Sancho, Bonnie y Clyde. Jimena Villalonga Abascal nació en Los Ángeles, en julio de 2007; tiene dos hermanos mayores, Paulina y Diego; ha vivido en dos de las grandes capitales europeas, Londres y París, y, de la mano de su viajera mamá, ha recorrido ya medio mundo. Habla español, francés e inglés y, además de sus raíces mexicanas y españolas, es una enamorada de Italia y Portugal. Desde muy pequeña ha estado en contacto con el mundo del arte contemporáneo y el de la moda, dos pasiones que comparte con su madre, y por su apartamento parisino del Arrondissement de Passy, entre el Bosque de Bolonia y el Sena —donde también viven su abuela Nieves y el marido de Adriana, Emmanuel Schreder—, ha visto desfilar a la variopinta colección de amigos de la más divertida embajadora de México en el mundo. Por eso, a pesar de sus trece años, Jimena tiene los horizontes muy anchos, el corazón muy abierto, una sensibilidad muy especial y muy auténtica y la capacidad de pensar y soñar a lo grande.
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En los últimos meses se ha convertido en “aprendiz” de su madre y con ella se ha involucrado en la creación de Skorpios, la marca de zapatos de superlujo que Adriana lanzó en septiembre. Juntas han visitado las fábricas italianas, han escogido los materiales y conocido a los artesanos. Ahora que sale al mercado la nueva colección de verano, se ponen ante la cámara de ¡HOLA! para mostrarnos el resultado de tanto trabajo. Adriana y Jimena tienen el mundo a sus pies.
—¿Cómo es vuestra relación madre-hija?
—Es una relación de muchísima complicidad. Sé que es mi hija y no olvido que tengo una responsabilidad con ella —guiar, disciplinar…—, pero nuestra unión va mucho más allá. Jimena sabe todo de mí, yo no tengo ningún secreto con ella. Es mi mejor compañera y tenemos muchísimo en común.
—¿Tampoco tú tienes secretos con tu madre?
—No, igual. Siempre la acompaño, lo pasamos muy bien y aprendo mucho con ella.
—¿Cómo definirías a tu madre?
—Definitivamente, alguien muy muy divertida. ¡Se le ocurren tantas cosas! Es muy interesante, da los mejores consejos.
“Mis hijos han tenido la suerte de educarse en muy buenos colegios, de vivir en un mundo muy interesante, con mucho horizonte, pero lo fundamental son los valores”
—¿Y el mejor talento de Jimena?
—Jimena tiene muchísima sensibilidad y muchísima creatividad. Y una cosa que yo he visto en muy poca gente: su inteligencia natural para leer las situaciones, las personas… Nunca olvidaré un día, en plena Semana de la Moda de París, que yo no paraba por casa y sentía un poco de culpa por estar “desatendiendo” a mis hijos, y ella, que era muy pequeñita entonces, apareció mientras yo me vestía, me preguntó si iba a cenar en casa y yo de repente le dije: “¿Te quieres venir conmigo?”. En cinco minutos estaba lista y nos fuimos juntas a los desfiles. Me impresionó su saber estar, porque ella nunca me había acompañado antes y, sin embargo, parecía que lo hubiera hecho siempre. Parecía Anna Wintour en primera fila, manejó todo, los fotógrafos, el bullicio, perfectamente. Porque es una niña que registra y entiende todo, tiene mucha psicología. Le interesa la gente y se esfuerza por adaptarse a lo que venga.
—¿Qué estudias ahora, Jimena?
—Estoy en el equivalente a segundo de la ESO. Me gusta mucho la Historia, la Geografía y las Matemáticas.
—¿Qué te gustaría hacer en el futuro?
—Me gustan muchas cosas, todavía no lo sé. Ahora estoy aprendiendo mucho al lado de mi madre y conociendo todo el proceso de creación de la marca y, claro, eso es una oportunidad muy buena para mí, que me está interesando mucho. Es una posibilidad para el futuro, pero todavía es pronto para decidir.
“Siempre estamos invitando a amigos. Llaman al timbre todo el tiempo, unos entran, otros salen…Y cuando abres las puertas de casa no sabes a quién vas a encontrar dentro”
—¿Qué tal te llevas con tus hermanos?
—Nos llevamos muy bien. Antes nos peleábamos muchísimo, cuando éramos pequeños. Pero ahora hemos madurado todos y nos llevamos muy bien y nos reímos un montón. Paulina está estudiando en Berkeley y la echo mucho de menos, pero estamos muy conectadas, hablamos mucho por teléfono, nos contamos la vida. Y Diego también.
—Tienes un lado español y un lado mexicano, ¿qué es lo que más te gusta de tus dos mitades?
—De mi parte mexicana, lo que más me gusta es mi mamá. Me encanta México. He estado muchas veces. De mi lado español me gusta la gente, la comida y la historia de España.
—¿Cómo es la vida que has construido con Emmanuel, Adriana? ¿Cómo es tu casa, tu familia?
—Al principio estábamos solo los tres niños, Emmanuel y yo, pero pronto vino mi madre, porque se enfermó de alzhéimer y preferimos que se quedara con nosotros. Y tengo que decirte que no tuve la necesidad de pedirle a Emmanuel nada. Fue él el que me dijo, con toda naturalidad: “Para mí está clarísimo: la abuela se queda en casa con nosotros”. Y eso no es tan normal para un francés. Pero, claro, es que Emmanuel es un francés “domesticado”. Una vez que has probado la alegría, la forma de entender la vida, el calor, la familia, la extensión de la familia, los amigos… ya no vuelves a lo anterior.
“De mi parte mexicana, lo que más me gusta es mi mamá. Me encanta México. He estado muchas veces. De mi lado español, me gusta la gente, la comida y la historia de España”
—¿Vuestra casa siempre está llena de gente? ¿Y de amigos vuestros también, Jimena?
—¡Claro! Siempre estamos invitando a amigos. Llaman al timbre todo el tiempo, unos entran, otros salen… Y cuando abres la puerta de casa no sabes a quién vas a encontrar dentro.
—¿Cómo es que te involucraste en Skorpios, Jimena?
—Desde el principio, siempre le pedí a mi mamá si podía ir, acompañarla y estar con ella. Ahora que no hemos podido ir al colegio de forma presencial, he tenido más tiempo para poder estar con ella. He aprendido un montón, he conocido a las personas que trabajan en la marca.
—¿Cómo lo ves, Adriana?
—Yo quiero darle libertad, no me gustaría que Jimena sienta que se tiene que dedicar a esto, pero, definitivamente, ha sido una puerta abierta que nos ha unido muchísimo y una escuela para ella. Porque esto no es broma, muchas veces hay ciertos temas que tienen que ver con el pulso de la juventud, con el punto de vista de una persona que tiene un sentido de la moda, que lo mira con un interés especial, que se ha formado ahí y que tiene muchas amigas que están en esto. Al equipo de Skorpios y a mí nos interesa de verdad su opinión. Y de hecho, de una manera informal, nos gustaría que en un futuro ella diseñara una pequeña colección destinada al mundo de los adolescentes. Pero todo esto sin que sienta el peso de una obligación. Quiero que ella pueda, como cualquier persona, como cualquier niña, sentirse libre de decidir qué hacer.
“Jimena sabe todo de mí, yo no tengo ningún secreto con ella. Es mi mejor compañera y tenemos muchísimo en común”
—Eres una mujer que deja huella. ¿Qué huella te gustaría dejar en tus hijos?
—Valores. Estamos en una época en que la gente no piensa mucho en eso: la responsabilidad, la lealtad… Me da la sensación de que, hoy en día, se permite todo para llegar a donde quieres, a cualquier precio. Y quedan pocas personas de las de antes, que sellaban un acuerdo con un apretón de manos. Mis hijos son niños que han tenido la oportunidad de educarse en muy buenos colegios, de vivir en un mundo muy interesante, con mucho horizonte, ya van equipados en ese sentido: con los idiomas, con la cultura, con el arte, con el tipo de gente con la que han convivido, y en eso han tenido mucha suerte. Pero lo fundamental son los valores.
—¿Crees que va por buen camino? ¿Os va dejando buena huella?
—¡¡¡Buenísima!!!