David Bustamante descubrió con doce años que quería ser cantante. “Yo era un niño muy pequeño, pero ya veía cómo la gente se emocionaba con mi voz”, recuerda en conversación con ¡HOLA! Sin embargo, tardó siete años en dedicarse profesionalmente a la música. Siendo todavía un adolescente, David comenzó a trabajar junto a su padre en el sector de la construcción, en su pueblo natal, San Vicente de la Barquera. Y reconoce que esta etapa le sirvió mucho en su carrera artística.
“El trabajo en la obra era duro, pero fue una escuela”, dice. “Aprendí a ser responsable, aprendí a valorar lo que cuestan las cosas. Fue una gran enseñanza. Trabajaba ocho o nueve horas diarias en la obra, pasando frío, pasando calor, como muchos. Es uno de los trabajos más duros que hay, y era cómo me ganaba la vida. Le tengo mucho respeto a las personas que lo hacen, y mucho cariño a la profesión”, añade.
David era muy buen estudiante, pero nunca se le pasó por la cabeza ir a la universidad. “Sacaba muy buenas notas y era un niño muy bueno, pero no me gustaba estudiar, lo hacía porque era muy obediente. Tenía otras inquietudes. Prefería las clases de solfeo y piano. La música y el deporte era lo que más me gustaba. Yo no soñaba con una profesión ni con ir a la universidad. Parece una barbaridad, pero de pequeño yo ya tenía claro que quería ser cantante”, reconoce.
El cantante dejó el trabajó en la construcción en 2001. “Una novia que tenía por entonces me avisó que estaban haciendo un casting para un programa de televisión”, recuerda, refiriéndose a cómo llegó a Operación Triunfo. “Bueno, una novia y mi madre. Las dos. Llamé, dejé mis datos, me fui de vacaciones con mi familia y nos volvimos tres días antes para que yo pudiera presentarme al casting en Oviedo. En mi familia todavía me reclaman esos tres días (risas). Hice el primer casting el 11 de septiembre, el día que cayeron las Torres Gemelas en Nueva York”. El resto es historia.
David no solo entró en Operación Triunfo, sino que llegó a ser uno de los finalistas de la primera edición del programa. Cinco meses y medio después de su debut en el talent-show televisivo, ya era una estrella de la música. Para él, el concierto más inolvidable de su carrera fue el que dio cuando regresó a su pueblo. “Iba a dar un concierto para tres mil quinientas personas y había más de veinte mil en el campo de fútbol de mi pueblo”, recuerda. “Desde el escenario, yo podía ver la ventana de mi habitación, en mi barrio. Eso fue salvaje. Cuidado con lo que sueñas, porque se puede hacer realidad”.