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Bill y Melinda Gates las claves del divorcio de la pareja más poderosa del mundo

El fundador de Microsoft y su mujer han firmado, al parecer, un acuerdo privado para dividir su fortuna, estimada en ciento treinta mil millones de dólares


12 de mayo de 2021 - 9:00 CEST

“Después de pensarlo mucho y trabajar duro en nuestra relación, hemos tomado la decisión de poner fin a nuestro matrimonio”, anunciaron Melinda y Bill Gates el pasado 3 de mayo para sorpresa del mundo. “Continuaremos nuestro trabajo juntos en la fundación, pero ya no creemos que podamos crecer juntos como pareja en la siguiente fase de nuestras vidas. Pedimos espacio y privacidad para nuestra familia mientras iniciamos esta nueva vida”, añadía el comunicado con el que desvelaban que ponían fin a veintisiete años de matrimonio.

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El matrimonio, con sus tres hijos: Jennifer, de veinticinco años; Rory, de veintiuno, y Phoebe, de dieciocho.

La noticia ha causado una auténtica conmoción en los círculos financieros, tecnológicos y filantrópicos, así como en lo tocante a la salud global. Los expertos de estos ámbitos se preguntan qué va a significar este divorcio para sus industrias. Tal es la influencia de la que se considera una de las parejas más ricas y poderosas del mundo.

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Bill y Melinda Gates (en su etapa de universitarios) firmarán un acuerdo privado para dividir sus propiedades.

Poco a poco se van desvelando las incógnitas que rodean a tan sorprendente decisión, desde cómo se van a repartir el ingente patrimonio que han ido acumulando a lo largo de todos estos años de vida en común (su fortuna se estima en ciento treinta mil millones de dólares, unos ciento diez mil millones de euros) hasta cuáles han sido las causas que han llevado a Melinda Gates a presentar la demanda de divorcio alegando que su matrimonio está “irremediablemente roto”.

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Sus propiedades inmobiliarias: de arriba abajo, la mansión de Del Mar (San Diego) que compraron en plena pandemia; otra de sus casas, en Indian Wells (California), y “Xanadú 2.0”, la casa que poseen en Seattle; “Aqua”, el yate ecológico del magnate, valorado en quinientos noventa millones de euros.

De acuerdo con diferentes medios internacionales, la solicitud formal de divorcio del 3 de mayo dice que la pareja había acordado un contrato de separación para dividir sus activos, que incluyen la megamansión “Xanadú 2.0”, construida en una colina en el condado de King Medina, con vistas a Seattle y entrada al lago Washington, valorada en ciento treinta y un millones de dólares; el “Códice Leicester” de Leonardo da Vinci, que Bill Gates adquirió en una subasta en 1994, e inversiones en Microsoft —donde el que fuera el fundador de la compañía controla actualmente el uno por ciento de las acciones y donde sigue ocupando un asiento en el consejo— y en los hoteles Four Seasons.

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Calivigny Island, la paradisíaca isla del Caribe en la que Melinda Gates se ha refugiado tras anunciar su divorcio.

El mensaje de Jennifer

Casados desde el 1 de enero de 1994, en una boda secreta celebrada en el Manele Bay Hotel de Maui (Hawai), Bill y Melinda son padres de tres hijos: Jennifer, de veinticinco años; Rory, de veintiuno, y Phoebe, de dieciocho. La única que se ha manifestado públicamente tras el divorcio de sus padres ha sido la mayor, Jennifer, que estudia Medicina y es una destacada amazona. “Ha sido una etapa desafiante para mi familia. Todavía estoy aprendiendo a llevar mi propio proceso y emociones, así como a apoyar a mi familia”, escribió en un mensaje que compartió con sus seguidores. “No comentaré nada más al respecto, pero quiero que sepáis que vuestras palabras de ánimo significan un mundo para mí”, añadió. “Gracias por entender que necesitemos intimidad mientras navegamos hacia las próximas etapas de nuestras vidas”, concluyó la joven, que en enero del año pasado anunció su compromiso con el también jinete Nayel Nassar.

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Jennifer Gates, estudiante de Medicina y amazona, junto a su prometido, el también jinete profesional Nayel Nassar.

La exnovia, la intérprete y el condenado

Un sinfín de teorías circulan en torno a las posibles causas de este divorcio multimillonario. El primer nombre en salir a la palestra ha sido el de Ann Winblad, el primer amor del fundador de Microsoft. Ingeniera de software e inversionista en capitales de riesgo, Winblad pasó a ser la confidente y amiga íntima de Gates cuando rompieron su relación. Hasta tal punto que el filántropo llegó a confesar: “Cuando estaba pensando en casarme con Melinda, llamé a Ann y le pedí su aprobación”. De hecho, tras su boda, Bill llegó a un acuerdo con Melinda por el que esta le permitía ir de vacaciones todos los años con su exnovia. “Cada primavera, Gates pasaba un largo fin de semana con Winblad en su casa de campo en los Outer Banks, de Carolina del Norte, donde montaban en buggies, practicaban ala delta, paseaban por la playa y compartían sus pensamientos sobre el mundo y ellos mismos”, tal y como dio a conocer Walter Isaacson, el biógrafo de Bill Gates, en un artículo publicado en la revista Time en 1997.

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Ann Winblad, en una imagen del pasado y, en la actualidad, la exnovia de Bill Gates, con la que el magnate, tras su matrimonio con Melinda, seguía yendo de vacaciones una vez al año a una cabaña en los Outer Banks, en Carolina del Norte (abajo, la fachada de la casa).

Otra mujer que se ha visto señalada como la tercera en discordia ha sido Zhe “Shelly” Wang, licenciada en Económicas, de treinta y seis años y que ha trabajado como intérprete para la fundación Bill y Melinda Gates desde 2015. Wang, de origen chino, habría negado estos rumores a través de una red social, asegurando que su relación con Bill Gates es “estrictamente profesional”.

Pero en esta espiral de especulaciones que no cesa, la última en cobrar fuerza es la que, según la prensa estadounidense, causó el repudio de Melinda hacia su marido hace ya dos años. De acuerdo con estas informaciones, la presunta relación de amistad del magnate con Jeffrey Epstein, el financiero estadounidense que apareció muerto en la cárcel, en agosto de 2019, mientras esperaba a ser juzgado por delitos de tráfico sexual, ha sido el detonante del divorcio. Cuando Bill Gates le presentó a Epstein a su esposa, en septiembre de 2013, el rechazo de Melinda fue inmediato. Por aquel entonces, ya acumulaba varias denuncias, por lo que la ingeniera y filántropa tenía sus motivos para desaprobar aquel acercamiento entre los empresarios. Según trascendió, Melinda no ocultaba su malestar cuando estaba frente a Epstein y, de hecho, solía comentarlo frecuentemente en su círculo de amigos. Aunque Bill Gates ha negado mantener ningún vínculo con Epstein —“Lo conocí. No mantuve ninguna relación comercial ni de amistad con él”, dijo en septiembre de 2019—, según el New York Times, los magnates mantuvieron numerosos encuentros desde el 2011.

De hecho, Melinda Gates ha estado en conversaciones con sus abogados desde octubre de 2019. De acuerdo con lo publicado por The Wall Street Journal, en ese momento comunicó a su representante legal Robert Stephan Cohen (el letrado que medió en los divorcios de Michael Bloomberg, Henry Kravis e Ivana Trump) que “mi matrimonio está irremediablemente roto”. Al parecer, el momento del anuncio del divorcio estaba programado para cuando Phoebe, la hija menor de los Gates, alcanzara la mayoría de edad.

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Un retrato del matrimonio.

Bill, de sesenta y cinco años, y Melinda, de cincuenta y seis, se conocieron en 1987. Melinda French acababa de graduarse en la Universidad de Duke, en Carolina del Norte, y había sido contratada para el puesto de gerente de producto de Microsoft, la compañía fundada por Bill Gates. Ese mismo año, el empresario se convirtió en el multimillonario más joven del mundo a la edad de treinta y un años. Se casaron siete años después de iniciar su historia de amor, en 1994. Un año antes de su boda, en un viaje por África vieron de cerca la pobreza extrema y fue el inicio de la fundación Bill y Melinda Gates, que fue creada en el año 2000. Con unos fondos de casi cincuenta mil millones de dólares, la entidad ha invertido miles de millones de dólares en la lucha contra enfermedades infecciosas y en la vacunación de niños. Una de las causas que apoyaron, desde 2007, fue la erradicación de la polio en África, que se logró en agosto de 2020. En 2012, Melinda prometió destinar 560 millones de dólares para aumentar el acceso de las mujeres en países pobres a métodos anticonceptivos. El último año, la entidad ha dedicado 1750 millones a la lucha contra el coronavirus.