La Familia Real de los Países Bajos ha vuelto a escena después de muchos meses. Ha sido su annus horribilis, pero han salido de palacio con la mejor sonrisa. La Reina y sus hijas, dispuestas a convertirse en las estrellas del Día del Rey. Y Guillermo Alejandro I, decidido a remontar el bache, tras bajar treinta puntos en los últimos sondeos. Tras la buena sintonía en el país de los tulipanes, también ha quedado claro que la corona hay que ganársela cada día.
Por ello, al mal tiempo, muy buena cara, máximo color, toda la alegría, mucho ritmo y disposición como nunca antes, intentando recuperar la confianza. El soberano cumplía cincuenta y cuatro años, pero también señalaba los ocho que lleva en el trono y todas las promesas que hizo. Pasado, presente y futuro y una puesta en escena muy diferente, aunque ciudadanos debido a la pandemia.
Descapotable de los 60
La familia llegó al Campus de Alta Tecnología de Eindhoven en una espectacular procesión de coches. Al frente, el Rey y su heredera, en su DAF Kini. El modelo, con interior de madera y asientos de mimbre, que la princesa Beatriz recibió como regalo por el nacimiento de Guillermo, en 1967. Y, detrás, Máxima, al volante del primer automóvil familiar que funciona con energía solar (Lightyear One) y sus dos hijas menores, seguidas de una larga cola de coches eléctricos.
Amalia, la heredera al trono, de diecisiete años, dice que se toma un año sabático para ver mundo; y Alexia, de quince, estudiará el próximo año con la princesa Leonor en Gales
Como hija mayor y futura Reina, Amalia persigue el estilo de su madre, y es la más seria y segura. No solo en ropa, también en joyas. En otro pequeño paso hacia ese futuro, lleva por primera vez unos pendientes de diamantes de Máxima con las aguamarinas de su bisabuela, la Reina Juliana. Alexia, consciente de sus encantos, va por libre con poses de modelo y Ariadne, muy cambiada, parece que ha encontrado su lugar con catorce años. La Reina les ha prestado bolsos y ropa para esta nueva aparición conjunta de toda la familia, y las tres hermanas combinan ilusionadas su ‘armario’, marcando estilo y preferencias.
Entrevista en directo
La jornada, que se cierra con un concierto pop de The Streamers, en el palacio de Noordeinde, lo abarca todo. Un concurso regional entre los Orange —que ganaron— y cinco familias y conversaciones con científicos y diseñadores. Un festival folclórico; un encuentro con el inventor, ciego, del ‘susurrador de emociones’ (en desarrollo); baile de drones, carrera de aspiradoras y un enfrentamiento de las princesas en un simulador con un coche de Fórmula 1.
Asimismo, antes de despedirse, ‘dibujando’ corazones con sus manos, la familia participó también en un programa televisado para que todos los conozcan un poco mejor. Y, por supuesto, fueron sus hijas las que se llevaron todo el protagonismo.
Amalia dijo que le daba pena no poder terminar con normalidad el instituto y que extrañaba los planes “divertidos y mis compañeros de clase”. La princesa añadió que no está especialmente emocionada con la idea de cumplir dieciocho años en diciembre y que lo ve como algo lejano, porque “me estoy preparando para mis exámenes finales, que empiezan el 17 de mayo”. El mismo día en el que la Reina cumplirá cincuenta años. “Sí, es una pena... Lo celebraremos más tarde”.
Respecto al futuro, la heredera dijo que su plan pasaba por tomarse un año sabático. “Quiero viajar un poco, descubrir el mundo, hacer cosas que quizás no pueda hacer en veinte años”.