A sus veintisiete años, Teresa Andrés Gonzalvo presenta todas las cualidades para triunfar en las redes: un atractivo físico, elegancia innata, gran desparpajo —más en persona— y, sobre todo, mucha cabeza. Tras estudiar las carreras de Enfermería y Relaciones Internacionales, esta valenciana acaba de abrir una clínica estética en Alicante. Allí vive con el profesor Ignacio Ayllón, con el que acaba de celebrar diez años de relación. “Es la persona de mi vida al cien por cien. Nos complementamos en todo”, confiesa Teresa a ¡HOLA! en su casa, aunque sí reconoce algún defecto de su novio: “Ignacio es muy lento y siempre todo lo deja para última hora, cuando ya estoy lista. Salimos siempre de casa discutiendo, aunque luego nos damos un besito y ya está”.
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—¿Cómo os conocisteis?
—En misa (ríe). Yo estudié en los Agustinos de Valencia e Ignacio, en los Agustinos de Alicante. En Pascua, siempre hacían una especie de convivencia y nos vimos allí, aunque nos presentaron en el día de mi Confirmación. Ahí ya nos agregamos a Tuenti, empezamos a hablar por teléfono… hasta que quedamos, que fue el siete de diciembre de dos mil diez.
—¿Quién es más romántico de los dos?
—Ignacio. Es muy detallista, muy atento… Todos los días siete de cada mes me envía un mensaje a las doce de la noche. También es un poco pícaro, vacilón y un poco chulito. Eso me hace gracia, la verdad.
—¿Os planteáis casaros?
—Si te dijera que no, mentiría. Ignacio lo tiene muy claro desde el principio. Pero hay que ir etapa por etapa y ahora estamos viviendo juntos. Además, ahora no es la época más idónea, por la pandemia.
—Siendo Ignacio tan niñero, que es profesor de educación infantil, ¿pensáis en hijos?
—Nos gustaría, pero antes queremos casarnos. Somos tradicionales en ese sentido.
—Estudiaste las carreras de Enfermería y Negocios Internacionales durante tu ascenso como influencer . No sería fácil.
—No. Estudiaba en aviones y hoteles, antes y después de los eventos. Siempre he priorizado los estudios. Por eso, nunca iba a los desfiles de alta costura, porque coincidían con los exámenes. La tentación era grande, pero nunca lo dudé.
—Tras cinco años de carrera en las redes, ¿con qué momento te quedarías?
—Muchos. Conocer a Rihanna y Nicole Kidman fue bastante guay. O viajar a Shanghái con Dior… O los desfiles de la Fashion Week… Todos impresionantes.
Alejandro Sanz, su seguidor
—¿Te sigue alguien que admires?
—Alejandro Sanz. Que me siguiera es lo que más ilusión me ha hecho en la vida.
—¿A qué compañeras consideras amigas?
—Marta Lozano es mi amiga forever . La amo. Luego, María Pombo, Dulceida, Laura Escanes, María Fernández-Rubíes, María García de Jaime…
“Ignacio y yo nos conocimos en misa. Desde el principio, él tiene claro que quiere casarse, pero ahora, con la pandemia, no es la etapa más idónea”
—Marta Pombo ha confesado que ha recurrido a ayuda de especialistas por la presión. ¿Y tú? ¿La has necesitado alguna vez?
—No. Pero debería, porque soy muy autoexigente y mejoraría mi relación conmigo misma. A veces, soy un poco pesimista y entro en bucle con pensamientos negativos. Aunque realmente sea afortunada, lo negativo me puede en ocasiones y genero mucho estrés. Por ejemplo, he tenido mucha ansiedad por la apertura de la clínica.
—¿Cómo la liberas?
—Leyendo. Es lo que más me relaja.
—¿Tienes algún icono de estilo?
—Lady Di. Me parece ideal.
—Pues te compararon con ella, con tu look en la boda de Marta Pombo.
—Diana es la elegancia absoluta. Sus estilismos eran maravillosos y arriesgaba cuando tenía que arriesgar. Que me comparen con ella es un orgullo.
—¿Cuál es la parte favorita de tu cuerpo?
—Diría que la mirada y las piernas. Bueno, el pelo también, que es lo que más gusta a mis seguidores. Cada día recibo un aluvión de preguntas sobre cómo cuido mi pelo, sobre el color, cómo me lo corto…
—Tienes una clínica estética y hablas sin reparos de tus retoques —se operó el pecho, en dos mil diecinueve—. ¿Te harías algo más?
—Lo único que hago es ponerme bótox en la frente y el PRGF, que consiste en sacar el plasma de tu propia sangre y luego te lo inyectan para mejorar la calidad de la piel y el cabello. Pero en la morfología de mi cara no me hago nada. Me gusta mi cara.
—Has abierto una clínica estética en plena pandemia.
—Sí, en febrero de este año. La acogida ha sido increíble. De hecho, estamos desbordadas y queremos crecer.
—¿Estás trabajando allí?
—Sí, todos los días, de sol a sol.
—¿Y cómo lo logras compaginarlo con tu trabajo de influencer?
—Debería delegar… Tengo que ir un poco al psicólogo para ver cómo lo hago.
—¿La medicina estética es tu ‘plan B’?
—No. Mi idea es compatibilizarlo todo. Pero no me doy por perdida en el mundo de influencer, si es esa la pregunta (ríe).
—Siendo tú enfermera, ¿has ayudado en la pandemia, como hizo Madame de Rosa?
—Hice cosas por la sanidad de manera altruista. Llamé y me dijeron que preferirían que ayudara de forma no asistencial, por teléfono y más de administración.