A sus veinticuatro años, Rocío Flores se ha convertido en un rostro habitual de los programas de televisión. En estas últimas semanas, está acudiendo a El programa de Ana Rosa todas las semanas, al igual que está defendiendo a Olga Moreno, la mujer de su padre, en las galas de Supervivientes . No obstante, la joven cuenta con otros proyectos profesionales, fuera de los platós y al margen de las colaboraciones publicitarias que realiza como influencer, ya que también está dedicada al mundo de la dietética.
En 2018, Rocío comenzó a trabajar como coach nutricional, de la mano de unos productos adelgazantes. Según ha podido saber ¡HOLA!, ella ejercía de representante de esa marca –llevándose una comisión por la venta de dichos artículos– y realizaba un seguimiento personalizado a los clientes, tanto online como por teléfono. “Se portaba muy bien y, de verdad, se interesaba por la pérdida de peso”, nos apunta una persona delmedio centenar que trató Rocío Flores a lo largo de ese primer año. “Se le daba muy bien. Por eso, ninguno ha salido hablando en ningún programa”, apostilla. Ya en otoño de 2019, la nieta de Rocío Jurado siguió formándose en Málaga, donde vive con su padre, Antonio David Flores. En concreto, se matriculó en un ciclo formativo de grado superior de Dietética y Nutrición, que retomó el pasado mes de octubre, al arranque de este presente curso escolar.
La relación con la comida es un tema que siempre le ha interesado mucho a Rocío Flores y también un problema que ella ha sufrido en primera persona. De hecho, ha experimentado variaciones en su figura por la inestabilidad emocional que le ha generado la difícil relación con su madre, con quien no se habla desde el incidente ocurrido el 27 de julio de 2012. Así lo confesaba hace un año a ¡HOLA!, cuando terminó su aventura en Supervivientes. “El escuchar cosas de ti que no agradan y que opinen de ti sin conocerte o haberlo vivido me ha generado bastante ansiedad”, nos manifestaba la nieta de Rocío Jurado.
—¿Esa ansiedad ha generado algún problema en tu relación con la comida?
—Sí. Yo entré muy mal en Supervivientes con el tema de la ansiedad. Los tres últimos años han sido los más duros para nosotros y es verdad que he tenido muchos problemas con eso.
—¿Has sufrido trastornos alimenticios?
—No sabría catalogarlo, pero, comer con ansiedad, sí.
—¿Bulimia?
—No.
—También tienes un problema de tiroides.
—Sí, pero ya está controlado.
—¿Ese problema te afecta en tu estado anímico?
—Bueno, según la época…
—¿Has llegado a estar acomplejada por tu peso?
—Es el ataque fácil, atacar a una persona por su físico…
—¿Qué ha supuesto para ti formar parte de una familia tan conocida?
—Estar en boca de mucha gente, tener que escuchar críticas y opiniones de personas que lo hacen sin conocerme. Pero también recibo muchísimo cariño y apoyo, que es con lo que me quedo. Si volviese a nacer, pediría que me tocase mi misma familia porque es un orgullo.
Entonces, Rocío Flores había bajado casi dieciséis kilos, a lo largo de sus tres meses y medio en Honduras, y se proponía mejorar sus hábitos. “Voy a cambiar la rutina y me voy a apuntar a un gimnasio. Es uno de los propósitos”, nos aseguraba la nieta de Rocío Jurado. “Me voy a seguir formando y seguir estudiando Nutrición y Dietética”, nos adelantaba –algo que ha cumplido–, añadiendo sobre su futuro en televisión: “No creo que vuelva a un reality. Es muy duro”.
—¿Has recurrido a ayuda psicológica para gestionar esa ansiedad?
—No… Pero me lo he planteado.
—¿No crees que te hubiese ayudado?
—Sí.
—¿Entonces?
—Siempre he tenido ese miedo a contar mi vida y mis miedos a una persona que no conoces tu vida.
—Pero un psicólogo no te va a juzgar.
—Pero, cuando eres tan pequeña y te ha tocado vivir tanto, yo tenía… O quizá no veía la gravedad de los problemas. A lo mejor, no me sentía preparada para explicarle a una persona que no conozco… Soy una persona muy tímida y muy desconfiada… Siempre me ha dado miedo a abrirme.