Eugenia Martínez de Irujo construye frases con un cañón de palabras maravillosas que animan a cualquiera. Es la mejor época de su vida, está más que a gusto, y se siente tan feliz que, a veces, hasta “me da un poco de miedo”. Si mira hacia atrás siempre están presentes los recuerdos bonitos. Y, si lo hace hacia el futuro, todos son buenos proyectos… Al final, sí hubo un final feliz para la duquesa de Montoro.
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En 2020, con la primera ola de la pandemia, retomó la pintura. Los pinceles le sirvieron para poner “color a tanta oscuridad” y, también para apoyar a la Fundación Querer con una exposición benéfica de 64 obras, que vendió en horas… Y, ahora, tras el éxito de ventas de su última colección de joyas, une su faceta de pintora y diseñadora y lanza su propia colección de kimonos y mascarillas, que vende a través de su web www.eugeniamartinezdeirujo.com.
Los animales salvajes han salido de sus cuadros para poner su sello a esta nueva línea de kimonos, pero también las figuras de mujer: geishas pensantes, en momentos de contemplación, regresando del campo de las flores y fundidas en una noche de gran luna, por la que siempre ha sentido una fascinación especial.
“No quiero seguir acumulando, vi el exceso cuando abrí el armario, después del primer confinamiento. Uno es feliz con lo puesto, para qué más”
-Eugenia, ¿cómo surge la idea de los Kimonos?
-Quería usar mis pinturas para hacer algo con la ropa de casa. No sabía si para una mantelería… Pero una seguidora me mandó una mascarilla con el estampado de mis acuarelas y me encantó. Entonces, empecé a pensar en los kimonos, en hacer juegos y decidimos unirnos. Rosa Alejandra pone las telas maravillosas y yo las pinturas. He empezado haciendo sólo cincuenta, pero no hay uno que sea igual. Son todos piezas únicas. Es como ponerte un cuadro encima.
-Un momento perfecto para presumir de kimono.
-No tienen talla y son muy fáciles de llevar. A mí me gusta usarlos en casa, en la playa -al ser pequeñita, para que me quede mejor, me pongo un cinturón de cadena-; y, también, por la noche, suelto, con vaqueros y camiseta blanca.
-¿Los vaqueros siguen siendo tu prenda favorita?
-Desde que descubrí los pantalones anchos y cómodos, ya no. Entonces pensé: “pero Dios, ¿por qué he tardado tanto?” Un día me volví loca y me deshice de casi todos. Sólo me quedé unos cuantos, y la mayoría elásticos.
-¿Qué no te pondría nunca?
-Nada que lleve muchas lentejuelas ni brillos, tampoco prendas con logo. Me gusta la sencillez, en la ropa y en las joyas. Me encantan las piezas de joyería importantes, pero no me veo. No van con mi personalidad.
-Hablando de piezas magníficas, tú si que tienes una importante… La que te dejó tu madre, la tiara de la emperatriz Eugenia de Montijo.
-No soy mucho de perlas, pero sí. Es una pieza maravillosa y me encanta por la historia que tiene.
-¿Qué joya no te quitas nunca?
-Voy cambiando, pero las tobilleras que me pongo no las cambio hasta que se rompen.
-Acabas de lanzar una nueva colección para Tous, ¿estás contenta con Save?
-He intentado trasladar mi pasión por la naturaleza, el mundo animal y, en concreto, por las especies en peligro de extinción. Save es una manera de “salvar” todo aquello que merece la pena. De sumar mi pequeño granito de arena al medio ambiente. Por eso, he destinado un porcentaje de las ventas de esta colección a la ONG www.wwf.es. Tenemos que hacer algo que perdure. Esto no va a mejorar.
-Hay una selva andante por tu joyero… Osos, jirafas, leones, elefantes, monos, rinocerontes… Sin olvidar la cabaña y el árbol de la sabana y de la vida. ¿Cuál es de todos tu animal preferido?
-El rinoceronte. Poderoso, salvaje, sabio, seguro y con una gran conexión con la tierra.
-Desde que empezaste a trabajar con Tous, llevas 20 colecciones de joyas. Cuando terminas la última, ¿te quedas en blanco un tiempo o pasas de una a otra sabiendo lo que vas a hacer?
-Nunca es igual. Ahora, me gustaría hacer toda una simbología de los animales del mar. como una segunda parte. Estoy en ello, pero depende de Tous. Me encanta el delfín, la ballena, el caballito de mar, la tortuga; y me fascinan los pulpos. Ahora más, desde que vi el documental Lo que el pulpo me enseñó. Es una historia preciosa.
-¿Eres una persona más de campo o de mar?
-Soy fuego, pasional, libre y muy de los animales de la tierra. Hay una conexión especial con ellos. Tengo tortugas, caballos, una mula (Mulán) que adopté en condiciones horribles, burros… Entre ellos, Gin, Tonic y Benjamín. Hace dos semanas se me murió uno, Chippie. Tenía casi 30 años. Me lo regaló la protectora de pura raza española. Con todo lo que este animal ha ayudado al hombre, se merece ser cada vez más querido. Son maravillosos, cariñosos y te siguen a todas partes; si los dejas, hasta el mismo salón.
“Adopto perros ancianos porque nadie los acoge y quiero que sus últimos años sean felices”
También tengo diez perros. Cuatro en el campo, en Sevilla, y dos en Ibiza. Una de ellas, Pepa, la adoptó mi madre y ahora está muy mayor. Y al otro, le puse Bocata porque come como una lima. Y los demás, Chocolate, Vodka, Trucho y Churri, están con nosotros en Madrid. El más camorrista de la casa es Chocolate. Lo traje de Ordes, Orense, con diez años y, ahora, tiene trece y es súper feliz. Los adopto ancianos -hay que promover la adopción- porque nadie los acoge y quiero que sus últimos años sean felices. No puedo vivir sin ellos.
-¿No lo pasas fatal cuando mueren?
-Esta es la peor parte. Lo paso muy mal, fatal, lloro muchísimo y los entierro. Encima de las tumbas planto rosales y pensamientos, aunque las flores que más me gustan son las silvestres.
-¿Tienes huerto?
-Me encantaría y haré uno algún día… pero es que, con tantos animales, y todos sueltos, se lo comen todo.
-¿Echas de menos la vida social?
-Para nada. Soy anti fiestas. Me gusta más recibir en casa, aunque ahora tampoco se puede. Nunca me pude imaginar que llegaríamos a esto. Parece una película de ciencia ficción. Se me encoge el corazón pensando en las familias que han perdido a sus seres queridos y en el espantoso momento económico que vivimos.
-Una pequeña lección que hayas aprendido en el último año.
-No quiero seguir acumulando, aunque ya no era de ir mucho de compras porque me aburre mortalmente. Vi el exceso cuando regresé a Madrid y abrí mi armario. El confinamiento me pilló en mi casa de Sevilla, nos habíamos ido para un fin de semana, sin maleta, como siempre, porque en el campo tengo lo que necesito para estar unos días y fueron meses… pero no eché nada de menos. Dentro de la incertidumbre y de la pena por todo lo que estaba pasando, me sentí muy bien. Para qué más. Uno es feliz con lo puesto.
-¿Qué hiciste con la ropa?
-Yo suelo regalarla a mis amigas y a la gente de casa. Pero no es tan fácil. Tengo una talla casi de niña y me tienen que arreglar casi todo. También soy de guardar. Lo que me gusta mucho lo almaceno y, después, cuando lo acabo descubriendo de nuevo, estoy encantada. Como si fuera nuevo.
-¿Qué te pone de muy mal humor y qué te hace reír?
La falsedad, la hipocresía, los egos y la prepotencia. Y el buen humor viene de la mano de mi familia, mis amigos, la gente que quiero.
-¿Cómo estas viviendo tantas buenas noticias en la casa de Alba? El bautizo de Rosario; la boda de tu sobrino Carlos y Belén Corsini.
-Estoy muy contenta con las nuevas generaciones y me hace mucha ilusión que mi sobrina nieta, Rosario, sea un día duquesa de Alba.
-¿Ya tenéis vestido para la ceremonia?
-Sí, de mi gran amigo Jorge Vázquez.