Mar Torres, expareja de Felipe de Marichalar, siempre vivió de espaldas a la fe. Sin embargo, hace dos meses, la joven, de veintidós años, tocó fondo: no podía parar de llorar. ¿Las razones? A la ruptura definitiva con el sobrino del Rey Felipe VI se unió una creciente exposición en las redes sociales y la proliferación de algunas críticas destructivas y complicadas de gestionar. Un cóctel que la hundió en la tristeza. Fue entonces cuando su hermana mayor, Marta, la animó a encontrar consuelo en la religión. Primero, realizando un retiro espiritual organizado por las Hermanas del Amor Misericordioso; más tarde, peregrinando a Medjugorje, en Bosnia, donde viajó atraída por los relatos de apariciones marianas, como ya hizo Tamara Falcó, en 2012. Desde entonces, Mar sostiene que ha sentido la llamada de Dios y es una persona “diferente”. Hablamos con ella en la celebración de los Premios MadBlue, la cumbre de desarrollo sostenible más importante de Europa.
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—Acabas de llegar de Medjugorje. ¿Cómo ha sido tu experiencia?
—En dos mil catorce, fui con mi abuela y con mi hermana y, en otra ocasión, viajé con mi madre. Pero esta vez... ¡ha sido algo brutal para mí! Toda mi vida he estudiado en colegios religiosos, pero no he sido practicante. Ahora voy a Misa todos los días y tengo a Dios conmigo. ¡Es un privilegio! Imagínate ir allí a conocer a la madre de Dios, darle mi corazón y entregarme a ellos.
—¿Has sentido la llamada?
—Doy gracias de que me haya tocado en este momento de mi vida, porque la gente ha podido ver que estaba mal. Antes, no todo era happy. Ha sido una época complicada en la que no me encontraba bien. Entonces, Dios me cogió y me dijo: “Aquí estoy yo para arroparte y ayudarte”.
—¿Cuál ha sido el proceso?
—Mi hermana, Marta, es muy creyente. Ella tiene su círculo en la religión y me preguntó: “¿Por qué no te animas?”. Como me vi tan baja de moral, me invitaron a un retiro aquí, en España, y fui. Estando allí me ofrecieron viajar a Medjugorje. Pensé: “Ya he conocido a Dios, ¿cómo no ir a la tierra en la que se aparece su madre?”.
—¿Y qué sucedió allí?
—Como te decía, la experiencia fue maravillosa. Subí una montaña descalza y parecía que llevaba zapatos. Me duelen más los tacones que llevo hoy que cuando iba sin ellos por la montaña.
—¿Cuál es la diferencia con respecto a las otras veces que fuiste?
—Ahora iba de la mano de Dios. Él me está ayudando muchísimo. Fui acompañada de un grupo de jóvenes y por mi hermana, y cualquier cosa que he podido necesitar, ahí ha estado ella.
—¿Recuerdas el momento exacto en el que se despertó tu fe?
—Fue el primer día del retiro. Creo que fui la primera persona a la que le sucedió.
—¿Con qué lo podrías comparar?
—No se puede comparar.
—¿Un éxtasis?
—Un éxtasis, no. Me di cuenta de que lo tenía todo, pero me faltaba algo. Yo no era feliz. Allí sentí muy de cerca a mi abuelo por parte de padre, que está en el cielo.
—¿Ahora rezas mucho?
—Sí, por supuesto. Tengo una guía espiritual y estoy muy contenta.
—¿Y qué relación tienes con ella? ¿Quién es?
—Es una monji, como la llamo yo.
—¿Le cuentas todo?
—Sí. Las monjas, como puedo serlo yo, son personas normales. ¡Puedes tener confianza con ellas!
—¿Te has llegado a plantear ser monja?
—No... ¡Bueno, no lo sé! (Risas). A lo mejor, Dios me dice: “Sígueme”.
—¿Le seguirías?
—Sí, por supuesto.
—¿Ahora tienes novio?
—No, estoy centrada en mí misma.
—¿Qué te comenta tu guía? ¿Vas por el buen camino?
—No, no me dice eso. Está feliz, pero no me lo comenta ella, lo noto yo.
—¿Cuál es tu parte favorita de la Biblia?
—El otro día, en un grupo de oración, leímos una parte que explicaba que estar cerca de Dios implica cosas buenas. Él te ayuda y puede evitar que te pasen cosas malas, porque siempre anda pinchando el otro (el diablo).
—Inevitablemente, tu historia recuerda a la de Tamara Falcó…
—A mí lo de Tamara me pilló de pequeña. Sí que he escuchado que estuvo en Medjugorje, lo leí en la prensa, pero no la he seguido. La conozco más a raíz de MasterChef.
—Durante tu conversión, ¿no has tenido dudas de tu fe?
—Ninguna. Es algo que no se puede explicar…
—¿Cuál ha sido la reacción en tu casa?
—Muy bien, la verdad es que mi madre está contenta porque me ve bien, feliz. Mi hermana está encantada. Antes éramos muy diferentes, ahora somos un pack.
—Como influencer, ¿te planteas evangelizar en las redes?
—Todo esto ha modificado mi experiencia en las redes. Sí que comparto cosas con mis seguidores, pero quiero estar en un segundo plano. Me gustaría ayudar a la gente. Cuando he contado un poco mi experiencia, he recibido miles de mensajes dando las gracias. Quiero ser una apóstol de Dios.
—¿Una apóstol de Dios en Instagram?
—¡Sí! Quiero compartir mi testimonio de fe. ¡Es brutal!
—¿Cómo ha cambiado tu vida desde que saltaste a los medios por tu relación con Felipe de Marichalar?
—Una barbaridad: mis amistades, la seguridad en mí misma… Ahora estoy feliz porque me he superado y tengo las ideas más claras... ¡Gracias a Dios!