Lo suyo con el mundo de la interpretación es un idilio que dura ya más de veinte años. Y eso que acaba de cumplir solo treinta y uno. Porque Clara Lago ha crecido a la luz de los focos —comenzó con diez y, a los doce, ya fue candidata al Goya como actriz revelación— y hace tiempo que dejó de ser una promesa para convertirse en una de las actrices con más proyección de nuestro cine. “Ha sido el rodaje más exigente de mi carrera, pero, al mismo tiempo, el más apasionante”, nos dice, entusiasmada con la serie que ha estado rodando cinco meses en Argentina. Recién llegada, como quien dice, hace pocas semanas, nos reunimos con ella para hablar de esta nueva etapa llena de ilusiones, cambios y proyectos, entre ellos, el estreno, el próximo 30 de abril, de la película Crónica de una tormenta .
—Se estrena, en estos días, tu nueva película. ¿De qué trata Crónica de una tormenta?
—¡De muchos temas!. Es una película muy especial porque sucede todo durante la noche de Nochebuena en la redacción de un periódico y prácticamente son dos personajes hablando todo el tiempo. Pero de lo que realmente trata la película es de temas extrapolables a otros ámbitos, como la ambición, el poder, la desigualdad de género… Todo esto está ahí de trasfondo y, en este caso, se plantea entre el director del periódico y la subdirectora.
—¿Cómo es Maca, la subdirectora, y qué le has dado de ti a este personaje?
—Macarena es una periodista que todavía mantiene ese idealismo de querer hacer las cosas bien, de querer contar la verdad y una fuerte ética. Como que no quiere claudicar a eso de que parece que para estar en los altos cargos uno tiene que corromperse. Y ella sostiene un modelo de liderazgo más horizontal, más de trabajar en equipo y cuidar a su gente. Y, pensando qué he puesto de mí, soy bastante mamá gallina con mi gente y me gusta. Pienso, por lo tanto, que si estuviera en una posición de poder, intentaría hacerlo de la misma manera. Y, en cuestión de ideales, me gustaría pensar que no me corromperían el poder o el dinero y que me mantendría en mi sitio.
“En este momento de mi vida estoy muy feliz. En 2020 me ha pasado de todo. Lo de Dani fue brutal, un susto enorme, pero luego todo ha salido bien y pude estar con él. Y, profesionalmente, ha sido uno de los mejores años de mi carrera”
—Acabas de regresar de Argentina, donde has pasado cinco meses rodando una serie que es todo un misterio ¿Hacemos un spoiler?
—(Ríe). Puedo hablar muy poco porque me tienen silenciada de momento, pero sí puedo decir que es el proyecto más exigente y gratificante al que nunca me haya enfrentado. Ha sido una experiencia brutal y me ha tocado la lotería con el equipo, y mira que he tenido suerte en mi carrera con las personas con la que he trabajado, pero este rodaje ha sido como de otro planeta. Cinco meses de rodaje, un protagónico absoluto…, ha sido muy intenso y demandante, pero me voy con una sensación preciosa.
—Tú no paras, siempre estás ideando y haciendo cosas, con tu Fundación Ochotumbao, por ejemplo. ¿Con qué nos vas a sorprender?
—No ruedo tan seguido, pero es verdad que me gusta mantenerme activa y en cosas que no tienen nada que ver con mi profesión, como la Fundación Ochotumbao; me gusta mucho poder apoyar más presencialmente las iniciativas cuando no estoy rodando, ahí seguimos y muy feliz porque es algo que me reporta muchísima alegría. Estrenamos ahora Crónica de una tormenta, como hablábamos, y en breve también se estrena la segunda temporada de El vecino . ¡Y ahora me he metido a empresaria! Me ha dado por ahí —ríe— y he montado una empresa de comida vegana, de catering y menús semanales a domicilio, con una de mis mejores amigas, Lorena Izquierdo. Se llama Be Clever Be Vegan, el obrador está en Barcelona pero podemos distribuir a toda España.
—¿Y cuándo y por qué te hiciste vegana?
—Fue hace poco más de cuatro años. Hice el salto directamente, no pasé por el vegetarianismo, pero sí venía de ser una comedora bastante responsable. Vi el documental Cowspiracy, en Netflix, y de repente me dio la vuelta la cabeza. Y a veces me dicen: ‘Permítete esto de vez en cuando…’, pero realmente, cuando te haces vegano porque algo te hace clic, ya no te compensa.
—Cumpliste treinta y un años hace poco, Clara, ¿qué tal te han caído?
—Bien, porque todavía se es joven, a mí lo de cumplir años de momento no me está pareciendo mal —ríe—. La opción de no cumplirlos es bastante peor. Me siento bien. No volvería a los veintiuno.
Clari en el día a día
—Recientemente, Paula Usero, que comenzó de niña haciendo anuncios, me decía que había sufrido bullying en el colegio. Tú empezaste muy pequeña, ¿has sufrido algo parecido?
—No sufrí bullying para nada. Sí está esa sensación rara de que, cuando empiezas a salir en la tele, de repente la gente te mira diferente, pero luego ya. Yo también fui al colegio en Torrelodones, que no deja de ser un pueblo, y al final conoces a todo el mundo y se normaliza. Y sobre todo porque mis amigas de toda la vida lo eran antes de ser actriz y lo siguen siendo a día de hoy. Y, en ese grupo, siempre he sido Clari, nunca he sido Clara Lago.
—Y, en tu día a día, a pesar de rodajes, proyectos... ¿sigues teniendo tiempo para ser Clari?
—Sí, totalmente. De hecho, no soy mucho de ir a eventos y, cuando lo haces puntualmente, resulta divertido, pero, en mi día a día, en realidad, soy más Clari en ese sentido. Lo que más me gusta es ir a mi gimnasio, hacer mis clases con Lore Petite a muerte y luego irme a tomar un vino con una amiga y tirarme horas y horas de charla.
“¡Y ahora me he metido a empresaria! Me ha dado por ahí —ríe— y he montado una empresa de comida vegana, de ‘catering’ y menús semanales a domicilio”
—Si contáramos los kilómetros que has pedaleado haciendo spinning, ¿a dónde llegarías?
—Uf, me doy cuatro vueltas al planeta Tierra y otras pocas al Sol… No lo sé —ríe—. Lo reconozco, realmente tengo una pequeña adicción, pero no es al spinning , es a Lorena. No lo hago con otra persona que no sea ella.
—Aprovechas tu afición para llevarlo también al terreno benéfico, ¿cuál es tu próxima batalla a este respecto?
—Estábamos planeando hacer un maratón de spinning, pero, claro, con todo el tema de la Covid no sabemos si podremos. Pero, en general, la filosofía de la fundación es apoyar iniciativas muy diversas, aunque a mí el tema que más me toca es el medioambiental, porque, además, me parece la causa más difícil, es la menos tangible y, para hacer grandes cambios, hace falta una concienciación y una revolución del sistema tan enorme que incluso resulta complicado buscar proyectos específicos y con los que la gente empatice.
—Este último año te ha traído muchos cambios y hablabas hace poco de metamorfosis. ¿Estás en una nueva etapa?
—Sí. Pero también te diría que el dos mil veinte ha sido un año de transición a nivel mundial. Al que más y al que menos le ha transformado, solo el hecho de estar confinados hace muy difícil que, en algún momento del día, no mires hacia dentro. Y el tema de la metamorfosis se entenderá muy bien cuando salga la serie que he rodado en Argentina. Ha sido una experiencia muy especial, muy potente a nivel profesional y personal.
—Ha habido cambios a nivel personal, a nivel profesional, lo que vives te hace madurar, vas creciendo.
—Sí, eso es así. Y las experiencias te sirven en el crecimiento personal para aprender. Llevo siete años en terapia no porque tuviera un problema o un trauma gravísimo, sino porque me apeteció meterme en el camino del autoconocimiento y es algo que me apasiona desde mucho antes de comenzar. Siempre me han llamado la niña de los porqués, soy de preguntar todo, de cuestionármelo todo, soy muy autoanalítica. Soy una especie de estudiante autodidacta de psicología —ríe—.
Cambio de imagen
—También tienes nueva imagen, Clara.
—El cambio de look fue una propuesta mía, para la serie, porque es un personaje muy distinto a lo que he hecho hasta ahora y me apetecía que fuera diferente. Y he decido quedarme rubia un tiempo hasta que toque volver a cambiarlo por otro personaje o porque me canse, pero de momento me está gustando.
—¿El rapado lateral también es por la serie?
—Sí, y va a ser más conflictivo cuando empiece a crecer y tenga una especie de flequillo lateral absurdo, pero bueno, ya veré como me las ingenio para que no se note —ríe—.
—Han pasado siete años, pero ¿te sientes una privilegiada por haber formado parte de ese fenómeno que fue Ocho apellidos vascos ?
—Absolutamente. Para mí, es un regalo sentir que he participado en algo histórico haciendo lo que más me gusta.
“Llevo siete años en terapia no porque tuviera un problema gravísimo, sino porque me apeteció meterme en el camino del autoconocimiento. Siempre me han llamado la niña de los porqués”
—¿Qué tal está Dani Rovira? ¿Está bien?
—Sí, está fenomenal. De hecho, nada más terminar el proceso de radioterapia ya estaba rodando una peli. Está hecho de otra pasta.
—Hicisteis algo muy difícil y nada convencional, transformar el amor en otro tipo de amor, en amistad.
—Sí. Es verdad, es que al final al amor, a veces, se le da como una sola forma, ¿no? Y también se confunde mucho el concepto de amor con apego. Y, cuando el amor es amor, se puede transformar la forma. Eso es lo que hemos hecho nosotros y, a día de hoy, es una de las personas más importantes de mi vida, de las que más quiero.
—Él estaría ahí si tú lo necesitases.
—Me imagino que sí. Toco madera para que algo así no vuelva a suceder, pero, si pasara cualquier cosa, sería la primera que estaría ahí para él como pasó cuando le diagnosticaron el cáncer. Poder vivir la experiencia con él y acompañarlo en ese momento para mí fue muy importante también. Al final, sentir un amor tan grande es muy bonito no solo para el otro, sino para el que lo siente.
Feliz e ilusionada
—¿Estás en momento feliz de tu vida ahora mismo?
—En este momento de mi vida, estoy muy feliz, me siento muy privilegiada. Y me da como pudor, porque, para mucha gente, dos mil veinte ha sido durísimo. A mí me ha pasado de todo, por ejemplo, lo de Dani fue brutal, un susto enorme, pero bueno, luego todo ha salido bien y pude estar con él. Y profesionalmente ha sido uno de los mejores años de mi carrera.
—También hay nuevas ilusiones. ¿Qué te ha traído José (Lucena) a tu vida ahora?
—Lo único puedo decir que estoy muy bien, muy feliz e ilusionada. Está siendo una ilusión y una luz muy bonita.
“Me he ido haciendo cada vez más deportista y me encantaría hacer acrobacias, calistenia o prepararme artes marciales para una peli, tipo Uma Thurman en ‘Kill Bill’”
—¿Es verdad que tu antídoto para los momentos de bajón es Friends?
—Es verdad, tengo que reconocer que no solamente soy adicta al spinning con Lore, sino que soy adicta a Friends —ríe— y lo utilizo para todo. Para los momentos de bajón, para fregar los platos, para hacer deporte en casa… Quizá, tengo un problema, no sé (vuelve a reír), pero sí, es mi debilidad absoluta.
—Por curiosidad, ¿sigues haciendo trapecio o lo abandonaste?
—¡Sí que sabes cosas! (Ríe).Hice trapecio dos años en un campamento en Estados Unidos, cuando tenía trece y catorce, y me encantaba, pero no lo he vuelto a hacer. También me he ido haciendo cada vez más deportista y hay un punto que me fliparía poder hacer alguna cosa de estas, acrobacias, calistenia o alguna película que tuviera que prepararme artes marciales… como Uma Thurman en Kill Bill.