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Quedan poco menos de cuarenta y ocho horas y los organizadores siguen dando la información con cuentagotas. Nunca antes una ceremonia de los Oscar había mantenido semejante secretisimo a su alrededor. Sí, la Academia de Cine siempre intenta tener en vilo a la audiencia evitando que se filtre mucha información, pero generalmente a estas alturas ya solemos conocer (casi) todos los detalles de lo que sucederá. En un año tan diferente, Hollywood promete una gala excepcional . Es la primera de la era pandemia, retrasada más de dos meses de su fecha habitual (el año pasado, por ejemplo, fueron el 9 de febrero) de emisión, con cambios en los tiempos de estreno de las películas, de las votaciones de los académicos, de la presentación de candidaturas… Toda una lucha a contracorriente para que se celebre la gran noche del cine a pesar de la situación debido al coronavirus. Si el lema es ‘The show must go on’, ahora más que nunca el espectáculo debe continuar y levantar el telón en un año muy complicado para la industria. La expectación por ver lo que hará Steven Soderbergh con su equipo es máxima. Viene de la experiencia de todo un año marcado por la Covid-19, de otras ceremonias totalmente virtuales –como los Emmy el pasado septiembre- e híbridas –como los Globo de Oro-, y la decisión final ha sido que cueste lo que cueste, los Oscar van a ser presenciales. Eso es lo único que sabemos con certeza de la 93 edición de los premios, una fecha marcada ya como histórica pase lo que pase.
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La organización ha sido draconiana y el despliegue inmenso para garantizar la seguridad de los asistentes que hayan aceptado la invitación de la Academia en un año en el que habrá muchas novedades y no veremos, por el contrario, muchas de las tradiciones y momentos de otras ediciones. ¿Qué han supuesto los cambios? ¿Qué no habrá y qué sí el próximo 25 de abril?
Fuera Zoom
La idea para garantizar la seguridad es dividir los escenarios. Es decir no habrá solo una sede sino varias. De esta manera los invitados irán pasando por el teatro Dolby , el hogar original de los Oscar desde hace 19 años, o bien por la segunda base, la célebre Union Station en el centro de la ciudad, localización de numerosas películas. Pero habrá más distribuidas por el país y en Europa para los nominados europeos a quienes les haya sido imposible bajar por las restricciones. Lo que no habrá son conexiones telemáticas como en otras galas. En los Oscar el Zoom queda descartado. “Haremos todo lo posible a fin de brindar una velada presencial segura y agradable a todos ustedes, así como a los millones de fans del cine alrededor del mundo. Sentimos que lo virtual disminuiría los esfuerzos”. Cuando se requiera, se conectará por vía satélite con las otras sedes.
La incógnita de la alfombra roja
¡No nos asustemos! Aunque no se han confirmado nombres que no sean los de los presentadores de este año, como Brad Pitt, Laura Dern, Renée Zellweger, Joaquin Phoenix o Zendaya, entre otros, sí regresará el glamour a Hollywood. Los Oscar no prescinden de su alfombra roja, pero será diferente. Y probablemente no solo en el Dolby la veremos, sino también el famoso vestíbulo de Union Station se vestirá con la suya.
Ni aglomeraciones, ni cola de limusinas
La alfombra roja de este año será reducida y formará parte de la previa del show, donde, además, se interpretarán las cinco nominadas al premio a mejor canción. No veremos por lo tanto muchas de las escenas que cada año se repiten, saludos entre las estrellas, cola ante los medios acreditados para hacer declaraciones, decenas de fotógrafos en la grada. Todo estará medido al milímetro para que la distancia de seguridad de mantenga. Porque no habrá mascarillas ni en la alfombra roja ni sobre el escenario.
Nada de sudaderas o pijamas
Para evitar esa sensación de ‘andar por casa’ que ha habido en otras galas (inolvidable Jason Sudeikis en sudadera), la Academia pide vestimenta ’formal’, una ’fusión de aspiracional e inspiracional’. Así que sí, vuelve la alfombra y vuelven los modelazos.
No será una gala al uso
La ceremonia se ha concebido como si fuera el plató de una película blindado al coronavirus. Hasta tres pruebas deberán hacerse todos los participantes para garantizar la seguridad. Y la estética de la gala será de cine, se retransmitirá en 24 frames por segundo y con un formato panorámico como “tres horas de entretenimiento”.
Descartamos 3.500 invitados a la vez en las butacas
Ese espectacular Dolby Theatre volverá a subir el telón pero en el patio de butacas no estarán los 3.500 invitados que caben en él. Así que tampoco veremos charlas entre ellos, ni abrazos con las filas de atrás, ni los divertidos selfies de las estrellas que nos alegraron la velada otros años. El plan es ir rotando a los asistentes en el interior del teatro cuando lleguen sus categorías, de forma que todos puedan estar presentes. El objetivo siempre ha sido una evento presencial aunque “ íntimo y escalado a la baja ”, como dijo su productor.
¿Besos de película?
En la memoria queda aquel beso que Adrien Brody le dio a Halle Berry en la ceremonia de 2003 cuando le entregó el Oscar por El pianista. Estos momentos regresarán, o eso esperamos, pero no los podremos ver en esta ceremonia. Las medidas de seguridad, normas y protocolos anti Covid mandan.
Adiós al Governors Ball
La primera gran cita de los invitados y ganadores de los Oscar cada año tras la ceremonia es el Baile del Gobernador, en el Ray Dolby Ballroom del hotel Loews, un fastuoso espacio con capacidad para 1.500 invitados que cuenta con seis salones y una terraza. Allí los triunfadores de la noche graban la estatuilla con sus nombres . No parece la mejor idea reunir bajo el mismo techo a cientos de personas comiendo y bebiendo champán, tequilas o Negronis. No veremos al Hollywood más desinhibido. Habrá que dejarlo para tiempos mejores.
Hollywood no arderá en fiestas
Los Oscar serán un evento presencial pese a situación, pero lo que no han podido salvarse son sus fiestas, tan míticas como la propia ceremonia, que convertían Hollywood en una celebración continua durante tres días. Elton John, por ejemplo, ha tenido que rendirse a la evidencia y en lugar de su tradicional fiesta para recaudar fondos para la lucha contra el sida, tendrá que conformarse con una gala virtual retransmitida en directo por la que se pedirá una aportación voluntaria de 20 dólares y que será presentada por el actor Neil Patrick Harris, con algunas actuaciones musicales. El otro gran evento cancelado es la fiesta de Vanity Fair, que llevaba celebrándose desde 1994 en lugares como el centro de artes escénicas Wallis Annenberg, en Beverly Hills, o el hotel Sunset Tower. Nos perderemos por tanto la alfombra roja más audaz de la gran noche de Hollywood. En su lugar habrá una gala benéfica virtual apadrinada por celebridades como Serena Williams, Amanda Seyfried o Michael B. Jordan. Las entradas se han vendido a entre 20 y 50 dólares y la recaudación irá destinada a la lucha contra el coronavirus.
Las fotos para el recuerdo tendrán que esperar
Pero no es lo único que se ha cancelado, un sin fin de eventos relacionados con los Oscar tendrán que esperar, desde el tradicional almuerzo de nominados de la Academia, a los Independent Spirit Awards (serán virtuales) con su cada vez más cotizada barbacoa vegana en la playa de Santa Monica; las cenas y visionados de películas, las fiestas propias de los estudios, o de las firmas de moda, los encuentro de actrices afroamericanas del hotel Beverly Wilshire, la fiesta del Cadilac en el Chateau Marmont, las fiestas de las agencias de representación artística, los almuerzos de los distintos gremios relacionados con la industria… Las fotos para el recuerdo tendrán que esperar.