“Esta chica llegará lejos e incluso… ¡vivirá en un castillo!”, vaticinó Ruphert cuando peinó por primera vez a Belén López Montero, su vecina de Tomelloso. El peluquero de estrellas como Sara Montiel o Lola Flores acertó. Hoy, aquella joven manchega, sentada en los aposentos de su propio castillo, recuerda el periplo que recorrió desde esta pequeña localidad de Ciudad Real hasta la Familia Real de Francia, donde recaló tras su boda con el conde Louis de Limburg-Stirum . Este prestigioso diseñador industrial es nieto de Henri de Orleans, conde de París y aspirante al trono del país galo, fallecido en 1999.
La española, que luce las creaciones de Edouard Vermeulen para Natan, el diseñador de cámara de la Reina Matilde de Bélgica , abre las puertas de su residencia en exclusiva para ¡HOLA! Se trata de una fortaleza ubicada en Huldenberg, a media hora de Bruselas, que cuenta con más de diez habitaciones, dos bibliotecas, un salón de billar y una capilla. Además de su marido, que también desciende del último emperador de Brasil, la acompañan sus dos hijos, los condes Jean, de veintidós años, e Inés Victoria, de veinte.
“Somos parientes de la Familia Real. Mi madre es prima del Rey emérito y de la infanta Pilar. Bruno y Juan Gómez-Acebo son muy amigos y comparto con ellos su forma de disfrutar de la vida”, nos dice Louis
Abogada de formación, Belén trabajó durante un tiempo en el Parlamento Europeo, pero lo dejó para volcarse en Verum, la bodega que su familia regenta en Castilla-La Mancha desde 1788 y cuyos caldos se sirven hasta en el Palacio Imperial de Japón. Como bien supo intuir Ruphert, su peluquero de confianza, su destino estaba entre príncipes, Reyes y emperadores.
—¿Cómo es vivir en un castillo?
—Nunca imaginé que un lugar como este sería mi casa. Desde fuera se puede ver como un cuento de hadas, pero mantenerlo implica esfuerzo. Es muy antiguo y ha pertenecido a la familia de mi marido durante generaciones. En el siglo XIX, hubo un incendio y solo quedó uno de los cuatro edificios. Está rodeado por varios lagos, un río y un bosque. ¡Ha sido un remanso de paz en estos tiempos de pandemia!
—¿Cuál es la estancia más especial?
—Una biblioteca en la que solía trabajar el abuelo de mi marido, Thierry de Limburg-Stirum. Él ostentaba el Toisón de Oro y tenemos una de las bibliotecas más extensas y completas sobre esta orden. Nos gusta sentarnos y leer allí.
—El mío es el salón rojo —desvela su hijo Jean, que toca muy bien la guitarra—. Me encanta reunirme con mis amigos tomando una copa alrededor del fuego. ¡Siempre terminamos bailando!
Inés Victoria, la hija del matrimonio, fue al colegio con la princesa Elisabeth de Bélgica. “Nos hemos hecho amigas ya de mayores y es realmente encantadora”
—¿Hay algún fantasma?
—Yo creo que sí. ¡Todo castillo antiguo tiene su fantasma! Pero, en este caso, es bueno. Por ejemplo, cada vez que hemos estado a punto de tropezar y caernos, siempre nos salva.
—¿Qué les gusta hacer aquí?
—A mí me encanta tocar el piano. Lo aprendí con trece años gracias a mi abuela paterna, la princesa Hélène de Francia. Y la fotografía es otra de mis pasiones —nos cuenta Inés.
—Siempre hay cosas que hacer. Ir a por leña, arreglar el tejado, cuidar los jardines… ¡Es como ir al gimnasio! —añade Louis.
—¿Qué personalidades han pasado por aquí?
—El Rey Alberto de Bélgica… ¡y la Reina Fabiola! Ella era muy amiga de mi suegro, Evrard de Limburg-Stirum. Antes de que él falleciera, vino con más asiduidad. Les encantaba filosofar sobre la vida y la muerte. Siempre que nos veíamos, charlábamos. ¡En español, por supuesto! Fuera de la realeza, hemos tenido visitas muy simpáticas, como la de Estopa. Fuimos a un concierto suyo en Bruselas y… ¡terminaron cenando en casa!
—Hace tiempo, el hoy Rey Felipe de Bélgica vino a jugar al tenis —narra Louis—. Aunque he tenido más trato con su hermano Laurent. Íbamos juntos al colegio y nos unimos mucho porque ninguno de los dos sabía hablar el idioma flamenco.
“En este castillo, han estado la Reina Fabiola y el Rey Alberto de Bélgica. Y, fuera de la realeza, hemos tenido visitas muy simpáticas, como la de Estopa. Fuimos a un concierto suyo en Bruselas y… ¡terminaron cenando en casa!”, cuenta Belén
—¿Cuál es la relación que mantienen con la Familia Real belga?
—Muy buena. Mi marido es ahijado del Rey Leopoldo III. Los monarcas actuales están haciendo una labor estupenda en el país. La princesa Elisabeth es una de las más preparadas y será una gran Reina.
—Yo fui al colegio St John Berchmans con la heredera —relata Inés Victoria—. No me daba cuenta de que era alguien importante. ¡Éramos muy pequeñas! Nos hemos hecho amigas ya de mayores y es realmente encantadora.
—¿Y con la Familia Real española?
—Somos parientes. Mi madre es prima del Rey emérito y de la infanta Pilar. Bruno y Juan Gómez-Acebo son muy amigos y comparto con ellos su forma de disfrutar de la vida. Recuerdo ver a don Juan Carlos en la casa de mis abuelos, los condes de París, en Portugal. Hace unos años, nos invitó a Zarzuela y fue una experiencia muy grata —confiesa Louis.
—Nos une una gran amistad. Ha hecho tanto por España… La historia le hará justicia —tercia Belén—. Hace poco, por su aniversario, le mandé una botella de vino de las que mi familia produce en Castilla-La Mancha. Me la devolvió vacía con una nota: ‘Buenísimo’.
—Yo conozco mucho a Victoria Federica. Me invitó a su puesta de largo y es muy cariñosa. Otra buena amiga es María Fernández Gómez-Acebo, hija de Simoneta —nos detalla Inés Victoria.
—Belén, ¿hay otros royals que tomen habitualmente los vinos de su familia?
—Sí, al sumiller de los emperadores de Japón le encanta y nos lo ha pedido en ocasiones. El hijo de Camilla Parker Bowles, que es un importante crítico gastronómico, los acaba de poner en valor en una de sus publicaciones.
—De Tomelloso al corazón de la realeza. ¿Cómo conoció a su marido?
—En una fiesta de cumpleaños de un amigo en común, el marqués Henri de Assche. Era 1995 y, en aquel momento, yo estaba trabajando en el Parlamento Europeo y la Comisión Europea.
—¿Qué político le impresionó de cerca?
—Otto de Habsburgo. ¡Su despacho estaba cerca del mío! Y Michele Barnier, que ha llevado todas las negociaciones del Brexit. A su vez, trabajé para Abel Matutes. Aprendí mucho y me lo pasé bien.
—Cuando entró en la Familia Real francesa, ¿ya sabía de protocolo? ¿Cuál es el truco para hacer una buena reverencia?
—¡Sí! En mi caso, pongo la pierna derecha hacia atrás lo más recta que puedo. Luego me doblo un poco. El truco está en que tiene que ser rápido para que quede bonito y elegante.
“Hay constancia de varios milagros realizados por mi tío, Ramón Montero. Los carmelitas de Roma están intentado proceder a su beatificación. ¡Quieren convertirlo en santo!”, desvela Belén
—¿Qué significa formar parte de una dinastía como la de Orleans?
—Transmitir valores y predicar con el ejemplo —dice Belén.
—Debo tener en cuenta cuando salgo con mis amigos que hay que mantener la reputación. Ah, ¡y controlar lo que cuelgo en las redes sociales! —confiesa Inés.
—Tienes que ser irreprochable porque, si cometes un error, es mucho más evidente —añade Louis.
—Belén, hábleme de su familia…
—Llevan produciendo vino y destilando desde hace trescientos años. Mi antepasado fue el primero que trajo un alambique a España. Mi casa en Tomelloso es preciosa. A la infanta Pilar, que también era buena amiga de mi familia, le encantaba venir. El lugar tiene una bonita historia. El hermano de mi madre, Ramón Montero, murió allí con catorce años tras pasar la mitad de su vida en un lecho de escayola debido a un accidente que tuvo cuando cazaba con mi abuelo. ¡Decía que quería sufrir los mismos dolores de Cristo! Hay constancia de varios milagros y los carmelitas de Roma están intentado proceder a su beatificación. ¡Quieren convertirlo en santo!
—Ruphert, mitad santero, mitad peluquero, vaticinó que triunfaría y viviría en un castillo. ¿Le hizo alguna otra predicción?
—Sí, que me casaría con alguien extranjero. ¡Volvió a acertar!