El pasado enero, Ana de Armas y Ben Affleck pusieron fin a su relación después de un año juntos y de haber pasado la pandemia en la casa del actor en Pacific Palisades. Parece que el diferente punto en el que se encuentran sus vidas podría haber sido uno de los motivos de la separación de la pareja, que, desde que se conocieron a finales de 2019 en el rodaje de Deep Water, se había convertido en la más buscada de Hollywood. Pasados tres meses, cada uno continúa su camino.
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Ana pasó unos días en Cuba con su familia y, a su regreso a Los Ángeles, tomó dos decisiones: una, cambiar de look —ahora, con el pelo más corto— y la segunda, dejar Twitter. El pasado domingo dio un paseo con su perrito, Elvis, junto a un misterioso y atractivo acompañante con el que tomó un café en una terraza aprovechando el buen tiempo. Todos los ojos se han vuelto a posar en ella pendientes de si la actriz habría vuelto a ilusionarse o se trata simplemente de un amigo. Ana, cuya carrera va en alza en la meca del cine, tiene pendientes de estreno cuatro filmes y pronto rodará The Gray Men, con Chris Evans y Ryan Gosling.
Por su parte, Ben Affleck, acaba de rodar The Tender Bar a las órdenes de George Clooney (un Batman dirigiendo a otro), en Massachusetts (durante las semanas que ha durado la grabación ha atravesado varias veces el país para pasar tiempo con sus tres hijos), ha estrenado La Liga de la Justicia, de Zack Snyder y tiene en mente volver a ponerse tras las cámaras. El trabajo y la familia están siendo su mejor refugio para superar la ruptura con Ana.