Joaquín Torres: así vive, en el centro de Madrid, el famoso arquitecto que ha diseñado el ático dúplex de Tamara Falcó

‘Mi contacto con ella ha sido muy escaso, pero exquisito. Es pura elegancia en todo’

12 de abril de 2021 - 8:55 CEST12 abr 2021 - 8:55 CEST

Es uno de los arquitectos más reconocidos, entre sus clientes hay mucha gente popular y la huella de sus trazos recorre diferentes lugares del mundo. Desde la urbanización madrileña de La Finca, una de las más lujosas de España, a Estados Unidos, Rusia y China, pasando por La Quinta de Luanco, en Asturias, y las viviendas prefabricadas de Las Marismas, de Isla Canela (Huelva), hasta llegar al exclusivo The Collection, un residencial de 82 viviendas, ubicado en Puerta de Hierro (Madrid), donde ha comprado su magnífico ático dúplex la marquesa de Griñón, Tamara Falcó. Pero si tiene que elegir una de sus casas, no lo duda: la suya, en la capital. La que hoy nos presenta en estas páginas.

Hablamos de Joaquín Torres, un enamorado de su profesión y un anfitrión de excepción en su fabulosa vivienda, en el barrio de Salamanca, un lugar que tuvo claro, desde el primer momento que lo vio, que sería su nuevo hogar.

—Joaquín, ¿cómo se puede conseguir un lugar acogedor en un espacio tan grandioso?

—Es cuestión de hacerlo tuyo, de dotarlo de calidad y calidez. Además, todo es relativo. Aunque este es un gran piso, es la casa más pequeña en la que he vivido, y he de decir que estoy encantado con ella.

—¿Tu profesión hace que seas más selectivo a la hora de elegir la casa que habitas?

—Imagino que, como arquitecto, sobrevaloro aspectos que otros no hacen. La altura de los techos, la luz y la estética, entre otras cosas, son esenciales para mí. Por otra parte, sé que soy un privilegiado al poder elegir entre muchas opciones, pero también sé que, en mi hogar, invierto mucho más que la mayoría, lo priorizo.

—¿En cuántas casas has vivido?

—Desde que salí del hogar de mis padres, con diecisiete años, he cambiado de casa diez veces, y de esas diez, siete las he diseñado yo.

La casa más ‘barroca’

—¿Qué fue lo que te gustó de esta? ¿Cuánto habla de ti?

—Me gustaron su ubicación, la ausencia de vecinos, la calidad de los espacios comunes y también las posibilidades que le daba el tener muchísima luz. Es, posiblemente, la casa más ‘barroca’ de todas las que he tenido, porque he reducido mucho el espacio y he acumulado muchos objetos que forman parte de mi vida.

—¿Cuál es el secreto que se esconde entre estas paredes?

—¿Secreto? Jajajaja... No sé...Este lugar es mi hogar y forma parte de mi vida privada, pero no creo que esconda secretos.

—¿Ahora qué es lo que más valoras y buscas en una casa?

—Cada vez valoro más la racionalidad. Puede parecer que pierdes muchas cosas cuando pasas de un espacio de más de mil doscientos metros cuadrados a uno de quinientos. Yo, sin embargo, las he ganado. Todo es mucho más fácil y más real. Quiero dominar mi casa y no que ella me domine a mí. Y digo esto porque, en alguna de mis casas, me he sentido esclavo de ellas.

—¿Cómo definirías el estilo de esta?

—Es una vivienda que responde a la vida que llevo con mi pareja, una casa que nos permite recibir habitualmente, pero que también nos permite recogernos sin perder un ápice de calidad. Y, como decía antes, posiblemente sea la casa más recargada en la que he vivido. Es excesiva en su decoración, pero es que reconozco que yo también soy excesivo en mi forma de ser y de vivir.

—¿Cuál es tu rincón favorito? ¿En qué zona pasas más tiempo?

—Me gusta mucho la sala de estar. En ella hay una luz muy especial y un silencio abrumador. Me encanta recogerme entre sus paredes para ver libros de arte o arquitectura, leer o tirarme en el sillón para ver series.

‘No sé hacer ni la cama’

—¿Y qué es lo que haces en casa que nadie se imaginaría?

—Jajajaja... Pues no sé lo que se puede imaginar la gente, la verdad. Desgraciadamente, la disfruto poco, porque paso la mayor parte del tiempo en mi estudio. Lo que hago es convivir con mi pareja todo lo que puedo, pero no hago nada extraordinario. Es más llamativo lo que no hago que lo que hago.

—¿Eres manitas?

—No, no, ¡nada! Además, no lo quiero ser. No quiero saber hacer nada porque, si lo sabes hacer, al final, pringas. No sé hacer ni la cama. Nada de nada.

—Veo que tienes un gran vestidor, ¿eres muy coqueto?

—Creo que sí soy coqueto, pero mucho menos de lo que pudiera parecer. Me influye mucho la estética, pero la verdad es que yo me miro poco. Soy muy consciente de mis limitaciones y siempre me veo pegas.

—¿Qué nos puedes contar del resto de la decoración?

—Pues, a nivel de mobiliario, está todo hecho a medida y eso hace que todo cuadre. Incorporé mucho ébano, que me parece un material fascinante, y fui incorporando todas las piezas de arte de una manera ordenada. Afortunadamente, tengo piezas de gran calidad, como el Picasso o los Sicilia, y otras de no tanta, pero que me emocionan, de artistas noveles. Luego tiene una iluminación escenográfica que tiene gran potencial y te permite crear diversidad de escenarios que resultan muy divertidos. Es como tener muchas casas en una.

—¿Sueles cambiarla muy a menudo?

—Es curioso que lo preguntes. En el fondo del salón, por ejemplo, hay un cuadro de doce metros que desmonto de vez en cuando con otro cuadro alternativo. Soy bastante inquieto, pero la verdad es que he aprendido a cambiar espacios con la luz o con elementos fáciles de manejar: telas, velas, plantas, ramas o flores...

—En tu caso, ¿menos es más o crees que hay que gastar mucho dinero para ponerla perfecta?

—No creo en la perfección. Buscarla te lleva inevitablemente a la decepción. Quiero buscar un espacio para ser feliz, no un espacio perfecto. Quiero vivir mi casa y que no me importe si se raya una mesa o se mancha una alfombra. Quiero espacios vividos y disfrutarlos con mi gente.

‘Soy un desastre con el dinero’

—¿Alguna vez has calculado la cantidad de dinero que has invertido en ella?

—¡Uf! Seguro que mucho más que el que debería y el que me puedo permitir. La verdad es que soy un desastre con el dinero. Cuando hago algo para mí, me preocupo poco de eso. Sé que es importantísimo, pero, como soy mi propio cliente, no quiero rendir cuentas. Es vital, pero es muy tedioso.

—¿Cuál es el objeto que tiene más valor para ti?

—Hay muchas cosas que siempre van conmigo y que sé que siempre estarán, como un baúl nupcial del siglo XVI que está deshecho o un brocal de un pozo del siglo XIII. Si hablamos de valor económico, sin duda, las obras de arte de artistas consagrados son las más valiosas. Y si hablamos de valor emocional, una foto en blanco y negro con Álvaro y Manuel, mis hijos.

—¿Alguno seguirá tus pasos?

—Es una pregunta que me hago a menudo y la verdad es que no lo sé. Mis hijos están en la edad de admirar a su padre y todo les parece fascinante, pero aún es muy pronto para saber si seguirán mis pasos. Álvaro tiene catorce años y es muy artista, pero no le gusta demasiado ‘hincar el codo’, y Manuel, que tiene once, es muy ‘Torres’, pero quién sabe.

—Eres uno de los arquitectos más conocidos de nuestro país. ¿Cuál es tu sello?

—La verdad es que no lo sé. Lo que sí sé es que, para mí, lo más importante es el cliente, dejarlo satisfecho. Mi meta es conseguir que me diga: “Joaquín, esta es tu mejor casa”. Es un placer inmenso poder cumplir su sueño. Y me deben encargar la casa solo por confiar en nuestro estudio, cero, y no por ser conocido o por tener marca.

—La gente te vincula constantemente con el mundo de los famosos, ¿qué sientes cuando escuchas esa etiqueta?

—Las cosas son como son y no como me gustaría que fuesen. Y la realidad es que Tamara Falcó, Ronaldo, Penélope Cruz o Felipe González ponen en valor mi trabajo. Me gustaría que el valor lo tuviera la obra y no el cliente, pero soy muy consciente de que, cuando trabajas para celebrities, todo el peso lo llevan ellos.

Fan de Tamara

—Lo último que se ha conocido de ti es que eres el responsable del ático dúplex que ha comprado Tamara.

—El encargo fue de Kronos Homes, una de las mejores promotoras del momento. Querían un proyecto plurifamiliar de gran calidad constructiva y un diseño innovador. Tamara se interesó por el edificio y no por quién era el arquitecto, eso me hizo especial ilusión, ya que se fijó en la obra. Después, mi contacto con ella ha sido muy escaso, pero exquisito. Es pura elegancia en todo.

—¿Qué has hablado con ella?

—La verdad es que hemos compartido pocas palabras. Me puse a su disposición para lo que pudiera necesitar y le agradecí la mención que hizo de mí en Instagram. Fue muy generosa conmigo y su respuesta fue pura exquisitez. Soy muy fan de Tamara.

—¿Qué destacarías de la casa?

—Sin duda, su gran terraza. Vivir en Madrid con un espacio así es un lujazo que estoy seguro que ella sabrá potenciar.

—¿Te enteraste de que la había comprado antes de que saliera en los medios o te sorprendió?

—Me enteré antes y no me sorprendió porque la casa está muy bien ubicada y, en este momento de su vida, es un espacio muy coherente para ella. De hecho, hay más clientes de primerísimo nivel económico que también han confiado en la misma promoción.