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Marina Carmona: Así es la hija más desconocida de Antonio Carmona, que canta al desamor

Nos recibe en su casa familiar de Madrid


11 de abril de 2021 - 11:34 CEST

 Marina Carmona  no ha olvidado las innumerables ocasiones en las que, siendo pequeña, su padre,  el artista Antonio Carmona , le pedía que se arrancara a cantar en alguna de las juergas antológicas que se celebraban en su casa. “Me salía un hilillo de voz. Yo lo hacía, pero en mi habitación. Nunca pensé: ‘Voy a ser artista’. Para mí, era un terreno que le pertenecía a él”, confiesa la mayor de las dos hijas del componente de Ketama con   Mariola Orellana , representante de grandes figuras de la canción, como Rosario Flores. Hoy, designios del destino, en el mismo salón de la residencia familiar de Madrid por el que han desfilado desde Penélope Cruz a Tom Cruise, esta joven de veintisiete años nos recibe convertida en la nueva estrella de la familia.

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© ALE FLO

El estudio de música de su casa familiar de Madrid

Descubrir la fuerza de su voz no fue una tarea sencilla. Con dieciocho años, se matriculó en Periodismo, aunque lo dejó a los pocos meses: “No tienes por qué estudiar la carrera si no es lo que te apasiona”, le aconsejó su madre. Así se mudó a Miami (Estados Unidos) y comenzó su formación en Educación Musical en la Universidad Miami Dade College. “Al principio, quería enfocarme en la parte del negocio de la industria, pero me terminé enamorando del escenario”, cuenta. Ya en España, Marina, que  fusiona el pop y el flamenco  como lo hizo su padre, ha logrado abrirse camino en un negocio donde el apellido Carmona es sinónimo de éxito: no deja de sonar en la radio con sus últimos temas, A quién maldigo y Te voy a amar, y prepara un nuevo trabajo discográfico para final de año. La histórica dinastía de grandes músicos —su abuelo Juan Habichuela es una leyenda de la guitarra— tiene una nueva heredera. Marina Carmona viene cantando fuerte.

Marina Carmona, hija de Antonio Carmona, nos recibe en su casa familiar de Madrid

—¿En qué momento de tu carrera te encuentras?

—Volcada en la grabación de mi disco y sacando temas para darme a conocer. Recientemente he publicado dos canciones, Te voy a amar y A quién maldigo. Antes de verano, sacaré otro sencillo. Todo eso estará recopilado en un disco a finales de año.

—¿Habrá una colaboración con tu padre?

Mi padre estará, aunque, hace un tiempo, ya colaboramos. Él escribe y compone conmigo. A veces recupero temas que tenía perdidos. Yo le meto una letra, él cambia otras cosas… y así hacemos que la canción sea de los dos. Ahora me encuentro trabajando con el productor Pablo Cebrián, que le está dando a mi disco un sonido muy orgánico. Quienes escuchen mis canciones descubrirán mis vivencias personales. Como es el principio de mi carrera, hablo en primera persona. ¡Me encanta escribir!

“Mi padre (Antonio Carmona) me ayuda a componer y mi madre (Mariola Orellana) a llevar la carrera... Trabajar en familia está bien pero a veces es todo más intenso”

—¿De qué hablan tus canciones?

—De desamor, sobre todo. Las mejores canciones vienen de esas historias que no se han podido terminar como uno quiere.

—¿Hay parte de autobiografía en ellas?

—Sí, aunque, cuando compongo, intento mantenerme al margen y no desnudarme por completo. Reservarme un poco y decirlo sutilmente.

—¿Has sufrido mucho por amor?

—En lo sentimental me ha ido regular. Debía encontrar a la Marina real, tener seguridad en mí misma y saber lo que no quiero en mi vida. Al principio, soy una persona que, si te doy el corazón, te lo doy entero. He aprendido a ir despacio. Hay personas que tienen carencias y no tengo por qué entregarme al cien por cien.

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Marina Carmona posa ante la chimenea del salón.

—Quisiste ser periodista, ¿por qué lo dejaste?

—Sí, pero, al poco de empezar, ya me preguntaba: “¿Qué me pasa?”. Al cursar la asignatura de radio, se me despertó mucho la música. En un viaje a Miami, ese mismo año, mi madre me dijo: “¿Por qué no te quedas aquí? No tienes por qué hacer la carrera si no es lo que te apasiona”.

—La primera gran decisión de tu vida...

—En Miami, estudié Educación Musical. Al principio, quería enfocarme en la parte del negocio de la industria, pero me terminé enamorando del escenario. Investigué, hice teatro musical, toqué un montón de estilos diferentes y ahí fue donde cogí carrerilla. Incluso probé el clásico. ¡Me dijeron que era mezzosoprano! Interpreté La Zingarella en la Universidad e invité a mis padres para que me vieran. Al terminar, mi padre soltó: “Pero, Marina, ¿qué es esto?, ¿de dónde te sale la voz?”.

—Sorprende que, viniendo de una saga de artistas, no tuvieses una vocación temprana.

—Tengo un montón de vídeos desde pequeña dando la nota. Con once años, mi padre me decía: Cántame. Me salía un hilillo de voz. Yo lo hacía, pero en mi habitación. Nunca pensé: “Voy a ser artista”. Para mí, era un terreno que le pertenecía a mi padre. Fue en Miami haciendo introspección.

“En lo sentimental me ha ido regular. Debía encontrar a la Marina real, tener seguridad en mí misma y saber lo que no quiero en mi vida”

—Te dieron una beca en la prestigiosa escuela de música Berklee College of Music, de Boston, ¿por qué la rechazaste?

—Conocí al músico Damian Draghici y me dijo: “Yo creo que Berklee lo tienes en casa. Si fuera tú, cogería tablas sobre el escenario”. Y eso hice. Esa fue la decisión más importante de mi vida: decir ‘no’ a Berklee.

—¿Cómo ha sido crecer en la familia Carmona?

—Es un orgullo formar parte de la saga de la que vengo. Supone un autén­tico honor llevar el apellido y saber de dónde proceden mi voz, mi música, mis raíces. Mucha gente piensa que es una carga, pero no. Vengo de una familia que fusiona el flamenco de muchas maneras. Por eso, cuando canto me atrevo a jugar con él, pero sin perderle el respeto.

—Como Rosalía, ¿la has conocido?

—Me parece una gran artista. Es una tía que sabe a lo que va y que lo tiene claro. No la he conocido. La vi en directo en Madrid. Me gustó, aunque me sorprendió porque escuchaba cosas del flamenco que me causaron mucho shock. Es talentosa, con ambición, y si está ahí, es porque es una grande.

© PHOTONE

Marina nos recibe en casa de sus padres, Antonio Carmona y Mariola Orellana, para hablarnos de su carrera musical.

—Tu hermana, Lucía Fernanda, también se dedica a la música, ¿cuál es vuestra relación?

—Muy buena. Hemos atravesado por nuestros baches, pero es mi mejor amiga, es la que me inspira. Yo soy la mayor, pero ella me cuida. Lucía tiene un saber estar y una fuerza envidiables. También está preparando su próximo disco. Viene con un sello personal muy propio. ¡Es una grandísima compositora!

—¿Hay rivalidad?

—No. De las primeras personas a las que les pido consejos es a mis padres y a ella. Entre las dos nos sugerimos cosas, pero dejándonos ser.

—¿Qué te dijeron en casa cuando confesaste que querías ser artista?

—Mis padres no querían que mi hermana y yo nos dedicáramos a la música. Es una profesión que tiene momentos buenos... y otros no tan buenos. Hay que mantenerse siempre positivo y creativo. Y eso, a veces, falla. Por eso, no querían que sufriéramos.

—Ahora mismo compones con tu padre y tu madre te ayuda con tu carrera. ¿Cómo es trabajar en familia?

—Está bien, pero hay que separar las cosas. A veces, estamos en casa, no nos hemos tomado el zumo y ya comenzamos a hablar de trabajo. Es todo más intenso y te lo tomas personal.

“Mi hermana, Lucía Fernanda, también se dedica a la música, pero no hay rivalidad. Hemos atravesado por nuestros baches, pero es mi mejor amiga, la que me inspira”

—¿Y compartir escenario con tu padre?

—Como público recibes una energía muy buena, pero, ahí arriba, entras en otra galaxia. Me mimetizo mucho con él. Cuanto más disfruta él, más lo hago yo.

—¿Quién es el más artista de tu casa?

—¡Mi madre! Es el pilar. Si hay alguien que nos mantiene, es ella.

—Tenéis una relación muy cercana con la familia Flores...

—Nos hemos criado con ellos. Mi madre lleva toda la vida cuidándolos. Tengo relación con todos, con Lolita, sus hijos, Guille y Elena Furiase, pero Rosario es muy especial. Si tengo que tener un poco de debilidad, sería por ella. Es mi mejor coach. Los consejos que me da, cómo me ve… Siempre me traslada mucha seguridad.

© ALE FLO

Marina Carmona es la última estrella de una saga de músicos flamencos. Su abuelo, Juan Habichuela, fue una leyenda de la guitarra; su padre, Antonio Carmona, es una institución en el flamenco fusión, al frente de Ketama, y su madre lleva las carreras musicales de grandes artistas.

—¿Qué te dice?

—Que yo vuele, que cuando sienta que me agarran las alas, me suelte y siga hacia adelante. “Vuela alto y lejos”. A ella le ha funcionado. Fue la primera que enseñó el ombligo, que bailó que no te quiero contar…

—Poco a poco vas perdiendo tu anonimato, ¿ya tienes fans?

—Tengo un club de fans en Argentina, de unas niñas ideales. Aquí en Madrid también. Algunas me dicen: “Yo era fan de tu padre, pero ahora tú me gustas mucho”. ¡Qué cariñosas!

—Tu casa ha albergado muchas fiestas, a las que han asistido desde Tom Cruise a Penélope Cruz. ¿A qué otros famosos has conocido?

—Al principio de llegar a Miami, me subí en el barco de unos amigos, entre los que estaban Antonio Orozco y su mujer. De repente, chocamos contra un coral en mitad de la nada. Pensábamos que nos hundíamos. Antonio llamó a alguien para que nos remolcara… ¡y era Luis Fonsi!

© @marinacarmonaoficial

“Con once años, mi padre me decía: Cántame. Me salía un hilillo de voz. Yo lo hacía, pero en mi habitación. Nunca pensé: ‘Voy a ser artista’.”

—En dos mil dieciocho, compusiste un tema para apoyar la diversidad de la mujer gitana. ¿Te has sentido excluida en alguna ocasión?

—Yo vengo de una raza muy antigua. Cortar con esos patrones no es fácil. Nunca he sufrido discriminación, pero mi padre sí que lo ha sufrido muchísimo de jovencito. Mi hermana y yo hemos sido muy libres y respetadas. Me encantó dar voz a esas mujeres que no han podido viajar o conocer. O que no se lo han permitido.

—¿En qué momento sentimental estás?

—No te quiero decir enamorada, estoy en un momento muy feliz de mi vida.

—Entonces, más cerca del amor. Todo un reto para una compositora que se nutre del desamor...

—Sí, cuando he vivido el desamor, ha sido más fácil componer. El amor es más complicado, como estás en una pompa... Ahora, relaciono mi vida con la metamorfosis de una mariposa. Creo que es la primera vez que estoy dejando crecer mis alas. Me he pasado mucho tiempo en modo ‘capullo’ y, ahora, ha llegado el momento de volar.

TextoEDUARDO VERBO
FotosALE FLO
EstilismoMILA BENTABOL
Maquillaje y peluqueríaRamón Ríos
AgradecimientosBRUMALIS
AtrezoZARA HOME y PRIMARK HOME
Look 1. Vestido de Elisabetta Franchi/chaqueta de Malne.
Look 2. ‘Jumpsuit’ de piel de Mon&Pau/collar ‘Clash’, de Cartier
Look 3. Vestido negro de Benjamin Friman/cinturón de Malne/pendientes ‘Clash’ de Cartier.