Ana Obregón acudió a recoger su Yago de Honor, en reconocimiento a toda su carrera artística, con una sonrisa sincera. Era la primera vez que la actriz reaparecía en público tras la retransmisión de las Campanadas de Fin de Año. El jurado de estos premios —que nacieron, hace siete años, con la vocación de reconocer a aquellos olvidados por la Academia de Cine en los Goya— le ha concedido este homenaje no solo por su trayectoria interpretativa, sino por “su valentía y personalidad y por su carisma, que la han llevado a ser un rostro familiar, apreciado por todos los españoles”.
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Ana, que, días antes de la gala, había cumplido sesenta y seis años, una fecha que, tal y como confesó a ¡HOLA!, no celebró porque no tenía ganas, sí que quiso acudir a recibir este reconocimiento, que le hacía especial ilusión.
El director de cine Fernando Colomo fue quien le hizo entrega del galardón, que la también presentadora agradeció al confesar que “este tipo de premios, que se dan con tanto cariño, me están ayudando mucho, no tengo más que agradecéroslo”. Sin poder contener la emoción, Ana quiso dedicar este reconocimiento a su hijo, Aless: “Sé que, allá donde esté, va a estar muy feliz”, dijo la actriz.