Horas después del debut en solitario de la princesa Leonor, los Reyes también retomaban, en Andorra, su agenda internacional tras dieciséis meses sin viajes de máximo nivel, aunque, con la pandemia, parece que ha pasado una década. El último fue a Cuba, en noviembre de 2019. Felipe VI y doña Letizia no solo se convertían con esta visita en los primeros soberanos de Europa en salir al extranjero en la era COVID, sino que, además, hacían historia al ser los primeros Reyes de España en pisar oficialmente el Principado, en siete siglos.
El monarca y doña Letizia llegaron en avión a Lérida y en helicóptero a Andorra La Vella y abrieron agenda en la Casa de Vall, la antigua sede del Parlamento del país, uno de los más antiguos (1419) y más pequeños del mundo. En este edificio de piedra, fueron recibidos con honores por el arzobispo de Urgel, monseñor Joan Enric Vives, y Patrick Strzoda, el representante del Presidente de Francia, los dos copríncipes que comparten la Jefatura del Estado.
Agenda separada
A continuación, y, acompañados por los aplausos de los ciudadanos, se dirigieron al Ayuntamiento, donde mantuvieron un encuentro con las autoridades y otro con el personal de la Embajada de España, antes de comenzar con sus agendas por separado, tras un almuerzo en privado. Don Felipe fue recibido por el presidente del Gobierno de Andorra, Xavier Espot, en la sede del Govern, mientras que doña Letizia se reunía, en el hotel Andorra Park, con la ministra de Educación y Enseñanza Superior de Andorra, Ester Viarrubla, y otros responsables, para conocer el modelo de inclusión de los alumnos con discapacidad del Principado.
Para los actos del primer día, la Reina eligió un vestido midi , de Massimo Dutti, en rojo burdeos. Un diseño con abertura lateral que, en un paso al frente y con el viento en contra, volvió a dejar a la vista su gran forma física.
Doña Letizia sorprende con un atrevido look en la cena oficial: pantalón tobillero y corsé de plumas de avestruz y escote palabra de honor, con el que volvió a presumir de brazos musculados
Las sorpresas de la Reina
Doña Letizia solo quiere ofrecer el perfil de una soberana profesional centrada en lo esencial. Y lo dice con sus elecciones y sus gestos, aunque también nos da sorpresas, como la de la cena de gala con la que finalizó la jornada, en el hotel Andorra Park, y que fue ofrecida en honor a los Reyes por los copríncipes de Andorra. La Reina cambió para este acto la sobriedad por un look de impacto con el que volvió a mostrar sus musculados brazos: pantalón recto y top rosa palo, con toque Hollywood y aplicaciones de plumas de avestruz. Un corpiño con miniplisado en tafeta, de The 2nd Skin, que complementó con cinturón largo —efecto ‘cintura de avispa’— y zapatos de alto tacón firmados por Manolo Blahnik. Un giro radical del estilo por el que ha apostado en los últimos meses y, también, una apuesta diferente, ya que, hasta ahora, siempre había elegido falda o vestido (midi o largo) para las cenas oficiales.
El Rey tomó la palabra
Tras las palabras de bienvenida del arzobispo de Urgel, el Rey tomó la palabra —primero en catalán— para agradecer la invitación del Principado, destacando que “Andorra fue tierra de acogida para españoles, y me refiero particularmente a episodios trágicos, como nuestra guerra civil”, y para reconocer las excelentes relaciones bilaterales entre ambos países.
La agenda del día siguiente continuó con un recorrido por el Colegio Español María Moliner, uno de los seis centros en los que se imparte enseñanza en español; una recreación virtual de los frescos recuperados en 2007, que vieron en la iglesia prerrománica de Santa Coloma, y un almuerzo en el pueblo de Ordino, ofrecido por el presidente del Gobierno Xavier Espot. Finalizando ya su visita, los Reyes visitaron el Museo Casa d’Areny Plandolit, para conocer las costumbres y tradiciones de Andorra.
La Reina marcó cintura y forma física con sus estilismos y batió un nuevo récord: llevó una maleta para un viaje de Estado con solo tres cambios y todo reciclado
Para este último día de actos, la Reina recuperó una chaqueta de Carolina Herrera —ceñida con cinturón, al igual que los dos estilismos previos—, combinada con pantalones tobilleros. Aunque, con el frío, tuvo que añadir, primero, un fular, y después, una capa de Carolina Herrera. Todo reciclado. Ni un estreno en una ‘maleta de Estado’, marcando la soberana un nuevo récord de austeridad.