Veronica Blume , rostro icónico de la moda que triunfó en los años noventa y dejó las pasarelas para dedicarse al yoga y la meditación , acaba de debutar como escritora con Ser. El camino de vuelta a ti (Diana), un libro que ha escrito con el objetivo de ayudar a la búsqueda del equilibrio. Una estabilidad que a ella le llegó cuando, sin renunciar a lo que le dio la moda, supo que ese mundo no era el suyo a medida que iba latiendo con más fuerza en su interior la vida de su hijo, superaba la bulimia y decidía aislarse en Ibiza, donde se transformó en una fabulosa yogui y una mujer comprometida con la búsqueda de la felicidad. “Mi objetivo con la publicación de este libro es llegar a la verdad de las personas, que mejoren su relación consigo mismas y con los demás. Estoy convencida de que un mundo con más yoga, más meditación y más conciencia puede ser mucho mejor”.
Es tu debut como escritora, ¿siempre te ha gustado escribir?
Siempre. Para mí es un ejercicio muy sano, una herramienta terapéutica que utilizo desde que comencé a escribir mi querido diario con doce años.
En el libro, dices: “Ser modelo siempre me pareció más una carga que una bendición”. De no ser por esa profesión y la relación tóxica que te supuso con tu cuerpo, ¿crees que habrías conocido el yoga?
A veces necesitamos perdernos para encontrar lo que nos motive y movernos. Una enfermedad, por ejemplo, puede indicarte qué es lo que no está funcionando en tu vida. A mí la moda me creó mucho conflicto interior, aunque me abrió muchas puertas y me las sigue abriendo. Sin embargo, necesité alejarme de un mundo superficial basado en la estética. Sentía que tenía que haber algo más.
¿El nacimiento de tu hijo marcó ese camino de vuelta a ti del que hablas?
Sí. Era un momento en el que yo me había perdido en el rol de modelo, en un estilo de vida en el que no paraba quieta y en el que nunca sabía dónde iba a estar la semana siguiente. Liam me conectó con mi instinto y con mi realidad como mujer. Fue también cuando entró el yoga en mi vida y conocí las herramientas para emprender ese viaje del que habló en mi libro.
¿Ha sido el viaje más bonito de los muchos que has realizado?
Sin duda alguna. Siento, además, que todavía lo estoy iniciando. Y espero que sea siempre así. La vida tiene sentido mientras tengamos cosas que aprender y caminos por recorrer. Ojalá no llegue nunca a ese punto en el que pueda decirme: “¡Vale! Ya lo sé todo”.
Dejaste la carrera de la moda para lanzarte de lleno a una vida totalmente distinta, ¿no te sentías llena como modelo?
El mundo de la moda es muy divertido y me dio la oportunidad de conocer las diferentes mujeres que hay en mí. También de verme en lugares diferentes y en situaciones en las que nunca me vería si no hubiera sido porque el guion lo exigía. Pero no me llenaba, nunca lo identifique como un estilo de vida. Era, sencillamente, mi trabajo. Y, sinceramente, no creo que pueda ser un trabajo para toda la vida para una persona que tiene unas inquietudes un poquito diferentes.
¿Cómo ves el mundo de la moda desde la distancia?
Hoy en día no entiendo mucho la moda. Creo que todo es bastante más anónimo y que ya no hay unos cánones tan definidos. Hay una libertad más grande y todo es menos personal. Nosotras fuimos modelos antes de la época del Instagram y vivíamos en unas burbujas inaccesibles.
En tu camino de vuelta habrás dejado muchas cosas atrás ¿añoras algo de tu etapa anterior?
No. Creo que las cosas que he ido soltando me han liberado mucho y he ido a mejor. Puede que tenga que ver también el hecho de cumplir años. He conocido los grandes lujos, los mejores hoteles, las grandes ropas, los superbolsos, el maquillaje... Sin embargo, todo eso no me ha producido la misma satisfacción que un momento en el campo o en un jardín al lado de las personas que más quiero.
¿Cómo definirías tu estado ante la vida en este momento?
De posibilidades infinitas. Yo cerré mi centro de yoga dos semanas antes de que apareciera el tema del Covid y ahora estoy reubicándome un poco en la vida y con ganas de planear retiros espirituales, clases de yoga, talleres.
Ahora que se habla tanto de los trastornos alimentarios, hablas de una bulimia durante tu etapa de modelo, ¿qué consejo le darías a alguien que se encuentra así, que no se acepta?
Que no se encierre, que no se aísle, que comparta y que pida ayuda a los profesionales porque la bulimia es una enfermedad que se suele llevar en secreto y muy asociada a la mentira. Hacia fuera todo va perfecto y, por dentro, es el infierno.
¿Ese trastorno alimenticio anidaba ya dentro o fue culpa del mundo de la moda?
Estaba dentro de mí. La presión por encajar en unos ideales estéticos está en la vida y ahora incluso entre las niñas pequeñas por las redes sociales. Queremos una realidad filtrada.
¿Consideras que el yoga te salvó?
Sí. La maternidad, el yoga y el gusto por las cosas más pequeñas. Cuando me fui a vivir a Ibiza, estando embarazada, empecé a dejar el mundo de la moda y empecé a dejar de medirme, de pesarme, de controlarme y de verme siempre a través de los ojos de los demás.
¿Qué papel ha jugado el amor en el camino de ida y ahora en el de vuelta?
El amor lo es todo en todas sus formas. Para mí, es el maestro más grande. Y a la hora de escribir este libro ha tenido mucho que ver la relación en la que estoy.
¿Qué busca en un hombre una mujer tan espiritual como tú?
La autenticidad, la verdad y la capacidad de ser sincero con uno mismo. Una persona que tenga amor propio. Todo eso son cosas que busco en mí también.
¿Y qué papel juega tu hijo en tu vida?
¡Madre mía! Liam, que en julio cumplirá dieciocho años, es mi gran maestro a muchos niveles. Me enseñó a respetarme a mi misma durante el embarazo y a redefinir mis prioridades. He sido madre soltera, porque me separé de su padre cuando él tenía un año. Desde ese momento, le puse por delante de todas las otras cosas.
¿Está aprendiendo tu hijo de la vida a través del yoga?
No, ahora está en una edad en el que el mito mamá tiene que caer y creo que es normal. Él, de pequeño, se sentaba en mi falda cuando yo daba clases y me ha acompañado a muchos retiros y a muchos cursos de yoga. Eso le habrá quedado en algún lugar de su interior, pero ahora sus prioridades son el fútbol, el deporte, los amigos y los estudios
El año pasado cerraste The Garage, tu centro de yoga y estilo de vida ¿tienes previsto volver a abrir sus puertas?
No. Después de cinco años abierto, había llegado el momento de cerrarlo. La base de negocio, de empresa, no estaba funcionando del todo bien. Hay que saber reconocer cuando es el momento de cerrar una etapa también.
¿Qué proyectos tienes ahora?
Organizar retiros, talleres y continuar compartiendo y aprendiendo. También tengo muchas ganas de escribir otro libro. Es una idea que está muy en el aire, pero la semilla ya está plantada.