Dicen que al Rey Juan Carlos no le gustan las bodas. La Reina Sofía, en cambio, disfruta mucho asistiendo a los ‘sí, quiero’ de amigos y familiares. Sin embargo, el padre de Felipe VI hizo una excepción en 2016 y fue testigo de honor del enlace de Lady Charlotte Wellesley y el magnate de origen colombiano Alejandro Santo Domingo, celebrado en la localidad de Íllora, en Granada. El padre de la novia, Arthur Charles Valerian Wellesley, duque de Wellington, es muy amigo de Don Juan Carlos desde hace muchos años. Además, Doña Sofía está emparentada con la duquesa, la princesa Antonia de Prusia, ya que ambas descienden del Káiser Guillermo II. El Rey estuvo presente en la misa en la pequeña iglesia del pueblo y luego disfrutó del banquete en la finca de los Wellesley, La Torre, junto a Camilla Parker Bowles, Andrea y Tatiana Casiraghi, el cantante James Blunt y la supermodelo Eva Herzigova, entre otros.
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Hace unos días, el duque de Wellington anunció el compromiso de su hijo pequeño, Lord Frederick Wellesley, de veintiocho años. El joven es ahijado del Príncipe Carlos de Inglaterra y, siguiendo la tradición castrense de su familia, forma parte del regimiento de caballería de los Blues and Royals. Lord Frederick desciende directamente del llamado “duque de hierro”, artífice de la derrota de Napoleón Bonaparte en la batalla de Waterloo. Su prometida, la capitana Katherine Lambert, es miembro de los Ingenieros Reales y es experta en desactivación de bombas. Además, la futura lady está cualificada en escalada y paracaidismo y ha sido capitana del equipo femenino de lacrosse de su cuerpo militar. Ambos estudiaron en Sandhurst, la escuela militar de la realeza, por cuyas aulas han pasado Alfonso XII, Abdalá de Jordania, Guillermo y Harry de Inglaterra, Guillermo de Luxemburgo o Winston Churchill.
El duque de Wellington todavía no ha anunciado la fecha o el lugar de la boda de su hijo. Pero la prensa británica ya baraja la posibilidad de que la aristocrática unión también se celebre en La Torre. Los vecinos de la propiedad se refieren a ella como “la Gibraltar granadina”: más de mil hectáreas con olivos y amapolas y un coto de caza de nivel internacional. El Rey Juan Carlos, el Príncipe Carlos, la princesa Carolina de Mónaco y el príncipe Ernesto de Hannover han sigo algunos de sus huéspedes ilustres.
La historia oficial cuenta que la finca de los Wellesley es un obsequio de España al militar británico Arthur Wellesley, primer duque de Wellington, por su valiosa ayuda contra la ocupación napoleónica durante la Guerra de la Independencia. La propiedad, que antes había pertenecido a Manuel Godoy, fue adjudicada a la familia británica por las Cortes de Cádiz en un decreto fechado el 22 de julio de 1813. El actual duque y sus hijos adoran ese sitio, por lo que no se descarta que Lord Frederick también quiera casarse allí.
“Siento una conexión fuerte con España. La primera vez que visité vuestro país y la propiedad que tenemos en Granada yo solo era un adolescente que acompañaba a su abuelo”, recordó el actual duque de Wellington en una entrevista a ABC, en 2015. “Mientras estudiaba en la Universidad de Oxford mi padre servía como agregado militar en la Embajada británica en Madrid. Así que desde aquella época voy a España varias veces al año. ¡Y ya son 40 años! Para mí sería imposible no sentir que España es mi segundo hogar”, declaró entonces. Su amistad con Don Juan Carlos también ya ha cumplido más de cuatro décadas.
Arthur Charles Valerian Wellesley no solo ostenta el ducado de Wellington. También tiene dos títulos muy españoles, obsequios de las Cortes de Cádiz: el ducado de Ciudad Rodrigo y el vizcondado de Talavera. Don Juan Carlos le otorgó la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica, “queriendo así dar muestra de su real aprecio”, y la Reina de Inglaterra impuso a Wellesley la Orden del Imperio Británico por su colaboración en las relaciones comerciales entre Reino Unido y España.
La amistad de Don Juan Carlos con el duque de Wellington es tan solo la continuación de una larga tradición. Los Borbón y los Wellesley están unidos desde hace más de dos siglos. Fernando VII, por ejemplo, regaló al primer duque algunos de los tesoros de las antiguas colecciones reales. En los muros Apsley House, el palacio de los Wellesley en Londres, cuelgan obras como la Última Cena, de Juan de Flandes, que perteneció a Isabel la Católica; o el Aguador de Sevilla, de Velázquez.