“Es emocionante”, nos dice India Martínez . La artista, una de las figuras más importantes de nuestra música, debuta en la literatura con Verdades a medias (Penguin Random House). Un libro valiente y profundo, en el que nos deja ver buena parte de su interior a través de sus textos y sus ilustraciones. De ella conocemos su voz privilegiada, su duende, sus canciones repletas de alma, pero ahora entreabre las puertas de su mundo en un ejercicio de sinceridad y verdad que también tendrá versión en audio-libro. Con ella hablamos de su faceta más desconocida, de su música, de la familia y el amor junto a su chico, el especialista y director Ismael Vázquez , que ha dirigido el videoclip de No me basta, el tema que acaba de lanzar con Dvicio. “Me apetecía muchísimo mezclar el arte de cada uno”. “Siempre he hecho lo que me ha pedido el corazón. Empecé cantando flamenco clásico desde muy niña, pero tenía muy claro que mi música iba a ser del mundo, no de un estilo concreto, no encasillada y así ha sido”.
Para ti que te gusta
Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!
Para disfrutar de 8 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.
Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
—India, ¿muchos nervios ante tu estreno literario?
—Más que nervios, tengo muchas ganas de compartirlo. Es algo totalmente nuevo, a lo que le he puesto muchísimas ganas e ilusión. No me atreví antes porque son cosas muy mías y, realmente, me gusta tenerlas guardadas. Incluso las poesías que llevo escribiendo mucho tiempo o las canciones que se han quedado a medias, como dice el título, nunca las he mostrado por ese miedo de decir “¿pero es suficientemente bueno como para mostrarlo a la gente?”. Pero, al final, llega alguien que cree en ti, como el equipo de Penguin, y eso te confía. Me ha encantado la experiencia porque he indagado muchísimo en mí.
—Descubrimos a la India más personal a través de poemas, de ideas, pensamientos... En ese viaje interior, ¿qué has descubierto de ti misma que te ha sorprendido?
—La capacidad de imaginar y de crear metáforas a partir de recuerdos, de cosas que pienso e imagino. Me ha encantado escribir en prosa. Estaba acostumbrada a la estructura de las canciones, con la métrica y su rima, y el hecho de hacerlo en prosa me ha liberado. Me ha permitido ser mucho más profunda y completar los mensajes, porque dentro de una canción, al final, no te da tiempo a contar tantas cosas.
“Íbamos mi chico y yo por el campo, vio una piedra que brillaba y le llamó la atención. Fuimos desenterrando y resultó ser el busto de una sacerdotisa de Isis del siglo III. Hoy está en el Museo Arqueológico de Sevilla”
—¿Cómo te convences de emprender esta aventura? ¿Ha sido un atrevimiento o era el paso natural?
—Yo creo que más que atrevimiento, es una necesidad. Que ha llegado el momento, ha surgido de forma natural, ha habido un equipo que confía y me anima a hacerlo.
—Las ilustraciones son tuyas también.
—El dibujo también forma parte de mí. Soy eso. Ya sea a través de una canción o de un poema o de un dibujo, es mi forma de expresarme.
—¿Con qué más talentos ocultos nos vas a sorprender? ¿Hay algo que se te de mal?
—Sí, claro que hay cosas que hago mal, aunque yo evidentemente no voy a reconocerlo! –ríe-. Yo me fijo en lo que me gusta y eso quiero hacerlo bien. Y lo que no me gusta, o no lo hago o lo hago y si no está bien no me doy cuenta –vuelve a reír-.
—Dices, por ejemplo, “no tenía una casa digna, pero sí a la mejor familia”. ¿Cómo son esos recuerdos de tu infancia, India?
—Muy bonitos y, al mismo tiempo, muy duros porque venimos de una familia muy humilde, que empieza desde menos de cero, y todo cuesta el doble. A día de hoy, todo lo valoras mil veces más. El hecho de haber llegado y seguir dedicándome a lo que me gusta, toda la familia luchando, trabajando y consiguiendo cada uno lo que se propone… es precioso porque, muchas veces, en este tipo de lugares, los sueños son más caros para los niños. Si uno se empeña y tienes el apoyo de tu gente, tu familia, tu alrededor, al final, consigues las cosas. Me siento orgullosísima de donde vengo porque eso me hace ser como soy a día de hoy; no me rindo ante nada e intento ser una mujer independiente, fuerte y soñadora todo el rato.
—Y peleona, no te olvides…
—Peleona, claro, pesada, cabezona cuando quiero algo…
—¿En la música siempre te has dejado llevar por el corazón?
—La verdad es que sí, musicalmente siempre he hecho lo que me ha pedido el corazón. Empecé cantando flamenco clásico desde muy niña, pero tenía muy claro que mi música iba a ser del mundo, no de un estilo concreto, no encasillada y así ha sido.
—¿Qué música escuchas en casa o, por ejemplo, cuando sales a hacer jogging?
—Escucho mucha música árabe, me gusta. Escucho a Camarón y Paco de Lucía desde que era niña. Me pongo reggaetón también cuando voy a entrenar o Eminem, me gusta escuchar muchísima variedad. Después, me gusta empaparme de las culturas de cada país que visito y conocer la música de otros lugares. Si voy a Méjico escucho a Chavela Vargas o Vicente Fernández. Voy a Argentina y me pongo tango o zamba… aprendo y doy pinceladas en mis conciertos.
—La familia es tu pilar. Y tienes una buenísima relación con tus hermanas ¡sois virales en redes!
—Sí, son mi mejor apoyo junto a mis padres y el resto de la familia. Cada vez que nos juntamos, vuelvo a ser una niña. Nos reímos de todo, nos contamos todo, porque cada una estamos con lo nuestro, pero cuando nos vemos, todo es muy intenso y nos contamos todo. Laura está estudiando Nutrición en la Universidad y Desi sacó sus estudios de Eventos y ahora está con los peques centrada más como mamá. Antes ellas se cortaban más y yo, por su intimidad, pero ahora nos hacemos fotos, la compartimos... somos nosotras, naturales.
—Entre familia y amigos eres Jenni, ¿cómo es la artista fuera del escenario?
—Soy completamente distinta de India. India en el escenario se suelta –ríe- y en ese momento me crezco muchísimo, lo doy todo, me entrego y soy mucho más extrovertida. Después, en mi día a día soy un poco más reservada. Soy de mis amigos de siempre, con los que hablo, me parto de risa, bromeo. Y con las personas que voy conociendo de primer contacto soy retraída, aunque vas aprendiendo a abrirte más con el tiempo y mi profesión, que es comunicar, compartir sensaciones y sentimientos, también me ayuda. En el libro me he venido arriba, pero me ha encantado profundizar en mí y contarme las cosas a mí misma.
—Cuentas también que a tu chico, Ismael, le diagnosticaron Covid-19.
—Y mira que él siempre me dice “ten cuidado, que estás siempre viajando”, y al final lo coge él y yo no. Llegué a casa, después de estar dos semanas fuera, y esa noche empezó a tener fiebre y nos tuvimos que aislar en casa, cada uno en un lado. Sentí una gran impotencia de verlo malito y no poder atenderlo. Fue intenso, pero rápido, porque somos personas jóvenes, fuertes y sanas.
“Mis recuerdos de la infancia son muy bonitos y, al mismo tiempo, muy duros, porque vengo de una familia muy humilde, que empieza desde menos de cero, y todo cuesta el doble”
—¿El amor es muy importante en tu vida?
—Por supuesto. De lo contrario, no habría inspiración, no habría canciones, soy muy romántica. Me inspira muchísimo, y todo tipo de amor. Por ejemplo, hay uno muy palpable en el libro, que es el amor hacia mi abuela, hacia mis orígenes, hacia mi raíz… y como se nos fue el año pasado, le he dedicado varios de los poemas. Cuando los releo se me parte el alma…
—¿Lo más surrealista que te ha pasado en la vida ha sido encontrarte un busto egipcio?
—(Ríe). ¡Sí, es que eso no te lo puedes creer! Íbamos mi chico y yo por el campo, él estaba adelantado, vio una piedra que brillaba y le llamó la atención. No sé si ve las cosas, las siente… parece que lo llaman —ríe—, porque ya ha encontrado varias cosas así. Hace poco, en otra zona, encontró una especie de dado romano como de mármol negro.
—¿Cómo fue entonces?
—Había un montón de rocas de color albero, una tenía una lasquita y, de repente, brilla; sería la solanera que estaba cayendo en Sevilla, a las dos de la tarde, más de cuarenta grados. Se para, lo mira, empieza a quitar y van apareciendo unos ojos, una cara y, cuando llego, se veía a una especie de virgen o algo así. Primero, pensábamos, era cualquier resto de escombro, porque estaban levantando tierra para hacer obra. Se ve que lo traerían de algún lado porque allí no estaba el yacimiento. Pesaba más de cinco kilos, la cogimos, le hicimos una foto y lo mandamos a un grupo de amigos y nos decían “tirad eso que seguro que es un escombro”. Pero nos lo llevamos a casa. Y al rato nos contestó una amiga que le había mandado la foto a una arqueóloga, quisieron venir a ver la pieza a casa y se la llevaron para estudiarla. ¡Y resultó ser una sacerdotisa del culto a Isis del siglo III y está expuesta en el Museo Arqueológico de Sevilla! Todavía tenemos que seguir el proceso porque es muy lento... Puedes pedir que pongan el nombre del descubridor, etcétera…
—Sois como Indiana Jones…
—Sí —ríe—.
—Es que ya descubrir también un dado romano…
—Sí, es increíble. Pero es que, hace un montón de años, cuando Ismael trabajó una época, de chaval, en la obra, en Sevilla, encontraron un patio romano. ¡Así que ya ha encontrado más cosas que cualquier arqueólogo! (Ríe).
—Ocho discos, las nominaciones al Grammy, el Goya… De tus grandes sueños, porque hay que soñar grande, ¿cuáles te quedan por cumplir?
—Tienes razón en lo de soñar grande. Soñé hace un montón de años con cantar con Marc Anthony y, al final, todo ha hecho que eso pase. La insistencia en las cosas. Cada día tengo un sueño diferente. Seguir subiéndome al escenario y, después de todo lo que ha pasado, ya es un logro grandísimo. Hace poco hicimos sold out en Barcelona, con doble sesión, y que, a día de hoy, la gente venga a verte a pesar de ese miedo, es muy grande. Me encantaría seguir trabajando y conquistando Latinoamérica, seguir haciendo duetos grandes, bonitos, que me aporten culturalmente. Y sueño constantemente con ir a Egipto, Dubái, Turquía… y hacer una gira por allí.
—¿Qué más te gustaría?
—Cada día tengo un sueño diferente. Seguir subiéndome al escenario y después de todo lo que ha pasado ya es un logro grandísimo. Hace poco hicimos sold out en Barcelona con doble sesión y que a día de hoy la gente venga a verte a pesar de ese miedo, es muy grande. Me encantaría seguir trabajando y conquistando Latinoamérica, seguir haciendo duetos así grandes, bonitos, que me aporten culturalmente. Y sueño constantemente con ir a Egipto, Dubái, Turquía… y hacer una gira por allí.
—A nivel personal, ¿tu sueño es ser mamá?
—Sí, si hablamos a nivel personal, me encantaría. Yo creo que ya va tocando —ríe—.