hola 4001 fabiola martinez© JAVIER ALONSO

Fabiola Martínez: primera y esperada entrevista tras su separación de Bertín Osborne

‘No hemos firmado el divorcio porque él quiere darme más de lo que yo quiero recibir. No quiero que me mantengan’


Actualizado 25 de junio de 2021 - 11:01 CEST

 Fabiola  siempre ha sido Martínez Benavides, en su vida y en su DNI. El Osborne lo adoptó para las redes sociales y lo acaba de modificar con su nuevo estatus. Han pasado dos meses desde su separación de Bertín . Tras sus primeras declaraciones, en medio de la tormenta mediática que supuso la noticia, la venezolana no había vuelto a pronunciar una palabra al respecto. Ahora, tras meditar las cosas, serena y tranquila, ha decidido hablar por primera vez de los acontecimientos y las circunstancias que rodearon tan sorprendente decisión. Y lo hace desinteresadamente, sin contraprestación económica alguna. No solo nos habla de divorcio, también, de sus nuevas ilusiones, como la de retomar sus estudios, a sus cuarenta y ocho años, o la de escribir un libro con su experiencia, e ir abriendo nuevas etapas en su vida. Para cerrar la anterior solo le queda firmar un divorcio atípico, porque ella reclama recibir menos de lo que Bertín, generosamente, le ofrece.

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“No quiero tener ese vínculo de dependencia, por eso busco un piso que me pueda permitir pagar y en el que también vivan mis padres, que dependen de mí”
HOLA 4001 Fabiola Martinez© JAVIER ALONSO
“No hay problema por firmar el divorcio, simplemente, terminar de acordar todos los detalles, como tiempo con los niños y las responsabilidades de cada uno”, asegura Fabiola, cuyo proyecto más inmediato es cambiarse de casa antes del verano. “Tuvimos la idea, que no llegamos a realizar, de construirnos una casa adaptada a las necesidades de Kike, que casi mide lo que yo y pesa 50 kilos, con lo que eso supone para movilizarlo y subir las escaleras”.

—Además de separarte de Bertín, ¿qué otros cambios se avecinan?

—Cambiarnos de casa antes del verano. Esta vivienda, que es alquilada, era para otra forma de vivir en familia; ahora, nos queda grande. No tengo fecha, estoy buscando un piso cómodo, más pequeño, más fácil de manejar y que yo pueda pagar. Tuvimos la idea, que no llegamos a realizar, de construirnos una casa adaptada a las necesidades de Kike, que casi mide lo que yo y pesa cincuenta kilos, con lo que eso supone para movilizarlo y subir las escaleras.

—¿Eres feliz?

—Estoy contenta porque, por fin, estoy retomando cosas que había dejado por darle prioridad a ser mamá y dedicarme a mi familia. Ahora sigue siendo lo primero, pero tengo más tiempo y eso me hace estar ilusionada. A los veintiún años, dejé la facultad de Medicina por trabajar y es algo que he tenido clavado todo este tiempo. He escogido  un máster en Administración y Dirección de Empresas  con doble titulación en Inteligencia Emocional, Coaching y Programación Neurolingüística. Dura dos años y la idea es aplicar todos los conocimientos emocionales para saber ser un buen jefe, motivador y valorar los puntos fuertes del equipo.

“El confinamiento nos permitió regalarnos una despedida dulce. Ahí te das cuenta de que hay cosas que fallan y que no se pueden cambiar. Si hubiéramos llegado a una situación límite, habría sufrido todo el mundo”

—¿Con idea de ser mejor presidenta de la fundación?

—Así es. Soy presidenta desde hace mucho tiempo y la idea es aplicar los conocimientos para ser mejor. También el objetivo es cultivarme y prepararme para lo que venga, para las oportunidades que se me presenten.

—¿Seguirás en el programa de televisión de Bertín?

—Me preguntaron que si quería seguir, pero, si me pongo a estudiar, no puedo hacer magia, porque no quiero hacer las cosas a medias. Lo que hacía en el programa era ayudar a conseguir invitados. Por ejemplo, estoy muy contenta porque la gestión de conseguir a Rafa Nadal fue mía. Me encantan los retos y me lo pidieron como un imposible; Nadal se les había resistido siempre. Yo no soy mediocre y, si me lanzo, es a por todas.

—¿Cómo os organizáis ahora en la fundación? 

—Estamos reinventándonos. Hemos creado una escuela de capacitación online para las familias hasta que podamos reunirnos. Acabamos de firmar un acuerdo con el bufete de abogados Aledra Legal —nos ha recomendado la Fundación Real Madrid— y toda la parte legal para la fundación y las familias es probono (el trabajo que un profesional realiza de forma gratuita a favor de entidades sin ánimo de lucro). Aledra nos ayudará a crecer como fundación y a formar una estructura.

“No ha sido un tsunami, ha sido algo que iba pasando poquito a poco y que al final dices: “Veo a dónde vamos y no me gusta”. La decisión la hemos tomado a tiempo”
© Javier Alonso
Una imagen de archivo de la pareja con sus dos hijos, Kike y Carlos.

“No me considero ninguna ‘Geo’”

—Bertín dijo que eras una madre ‘Geo’.

—No me considero ninguna ‘Geo’; todas las madres luchan por sus hijos en la medida que pueden, saben o las dejan, y eso es lo bonito de la fundación, la convivencia y el empoderamiento de las familias. No siempre la responsabilidad es de la mujer, también hay casos en los que son los padres los que se ocupan, aunque es verdad que el rol instintivo natural es el de la mamá protectora de su cacho­rro.

—¿Carlitos ha sentido falta de atención porque todos se vuelcan en Kike?

—He tenido momentos de darme cuenta a tiempo, y gracias a las familias de la fundación, de que no estaba prestándole suficiente atención, y Carlos ha tenido momentos de celos, de hacerse el malito para que me centrase en él y no tanto en Kike. He tenido que enseñarle a entender que su hermano necesita más ayuda.

“Una vez que dimos el paso, lo mas difícil era decírselo a la familia. Mi hijo Carlos me sorprendió mucho, me dijo que se lo imaginaba porque no veía que estuviéramos bien”

—¿A su vez, también será más maduro?

—Sí, tener un hermano como Kike le ha hecho madurar, aprender y experimentar cosas que, de otra forma, no habría tenido ocasión. Y también es curioso porque mis hijos tienen sobrinos, los hijos de sus tres hermanas, que son mayores que ellos —que son los tíos— y entre ellos se quieren mucho, e incluso ahora se ven más porque se hace el esfuerzo por pasar tiempo juntos.

—¿Entonces la separación también la habrá tomado mejor?

—Una vez que dimos el paso, lo más difícil era decírselo a la familia. En eso Carlos —a Kike se lo dijimos de otra forma— me sorprendió mucho, me dijo que él se lo imaginaba porque no nos veía que estuviéramos bien y eso me relajó mucho porque era la confirmación de que estábamos dando el paso correcto. Si hubiéramos llegado a una situación límite, habría sufrido todo el mundo y también nosotros. De esta forma, podemos hablar sin reproches o rencores.

“Estoy acompañada conmigo misma y me encuentro fenomenal. No tengo que rendir cuentas a nadie”
© JAVIER ALONSO
“No me considero ninguna ‘Geo’; todas las madres luchan por sus hijos en la medida que pueden, saben o las dejan”, confiesa Fabiola (en la imagen, posa en su casa familiar de Madrid).

—¿Habéis firmado ya el divorcio?

—No, porque estamos intentando organizar cosas que llevan un tiempo. Es de mutuo acuerdo, pero él quiere hacer unas cosas, en cuanto a temas económicos, y yo otras, y al final, eso lo retrasa. Él quiere dejar las cosas organizadas de una manera: más o menos, él quiere darme más de lo que yo quiero recibir. No quiero que me mantengan. Uno no puede despreciar nada, porque  Bertín lo hace con cariño y con ganas de ayudar , pero a mí eso me hace sentir que es un compromiso y yo no quiero tener ese vínculo. Que lo haga por sus hijos.

—Corrígeme si lo he entendido mal, ¿no firmáis el divorcio porque el problema es que quieres recibir menos?

—Algo así. Es que no me siento cómoda porque soy agradecida y, cuando recibo, quiero devolverlo de alguna manera porque soy agradecida. Cuanto más sienta que le debo, porque él me dé porque me quiera ayudar, más comprometida me voy a sentir en devolver ese agradecimiento. Y no quiero tener ese vínculo.

© JAVIER ALONSO
Fabiola dice sentirse contenta porque, “por fin, estoy retomando cosas que había dejado por darle prioridad a ser mamá y dedicarme a mi familia, que sigue siendo lo primero”.

“Se aprende de lo malo”

—¿Os habéis puesto fecha para firmar el divorcio?

—No hemos puesto fecha tope, pero me gustaría estar organizada de aquí a verano, que acaba el curso escolar y podré hacer mudanza. No hay problema por firmar, es, simplemente, terminar de acordar todos los detalles , como tiempo con los niños y las responsabilidades de cada uno. La parte económica, en nuestro caso, es la más simple porque está todo muy claro: la pensión para los niños y cualquier otra cosa que acordemos.

—Definitivamente, sois atípicos.

—He tenido un maestro estupendo de la vida, de crecimiento, de aprendizaje. Uno no aprende sentado en un sofá dejándose querer, se aprende viviendo y dándose golpes, porque, al final, de lo que aprendes no es de lo bueno, eso lo disfrutas; se aprende de lo malo, de las dificultades que nos hacen sobreponernos. La vida que he tenido con  Bertín me ha permitido crecer en ese sentido y estoy encantadísima. Ahora, con todo ese conocimiento que tengo, siento que tengo el mundo por delante. No quiero tener ese vínculo de dependencia y, por eso, busco un piso que yo me pueda permitir pagar y en el que también vivan mis padres, que dependen de mí.

“No estoy cerrada a nada, pero tampoco estoy desesperada. Me molesta que, si no tienes una pareja pegada a tu vera, no estás completa, te falta algo, y eso no es así”

—Igual, si no habéis firmado el divorcio, ¿es que aún podéis volver?

—No creo, es lo único que nos queda pendiente. No puedo hablar por él, pero los dos estamos bastante tranquilos en ese sentido. Me da pena porque es como no conseguir un proyecto de vida que tenía planteado, pero, por otro lado, también me digo que uno no puede dar tanta prioridad a la meta como a lo que es el camino. No vale todo. Porque la meta, ¿cuál es? Envejecer juntitos y vivir tranquilos y esperar que lleguen los niños. Eso está muy bien, con él o sin él, si tú te ves así en el futuro, si es acompañada o sola.

© JAVIER ALONSO
Fabiola con ‘Drako’, el cachorro de la raza shiba inu que su hijo Kike recibió como regalo por su catorce cumpleaños, el pasado 31 de enero, días después de conocerse la separación de sus padres.

—Bertín ha dicho que, a sus sesenta y seis años, se corta la coleta, ¿tú también?

—Bueno, con sesenta y seis años, la coleta se corta solita. Eso es una cosa de la Naturaleza. Eso ya él con sus planes de vida, que no los conozco. Los míos son aprovechar todas las oportunidades y lanzarme a vivir, y eso aplicado a todo. No estoy cerrada a nada, pero tampoco estoy desesperada. Esto es algo que me molesta mucho, como el feminismo, que parece que, si no tienes pareja pegada a tu vera, no estás completa, te falta algo, y eso no es así. No sé si voy a estar acompañada en el futuro, pero ahora estoy acompañada conmigo misma y me encuentro fenomenal. No tengo que rendir cuentas ni incluir a nadie en mis planes.

—¿Has pasado del tsunami a la calma?

—No ha sido un tsunami, ha sido como una cosa que iba pasando poquito a poco y que, al final, dices: “Veo a dónde vamos y no me gusta”. La decisión la hemos tomado a tiempo.

“Con sesenta y seis años, la coleta se corta solita. Eso es una cosa de la Naturaleza. Sus planes de vida, no los conozco”, declara sobre Bertín

—Os divorciáis después de haber vivido los mejores meses de relación, durante el confinamiento, en el campo, ¿no es raro?

—No, porque en el confinamiento tuvimos una oportunidad, sin el estrés del trabajo, que pasa mucha factura, en la que cada uno empezó a recuperarse del cansancio y a dedicarnos tiempo juntos y separados. En el día a día, yo no participaba en las tapitas porque tenía cosas que hacer, pero, de pronto, el mundo paró y el momento del aperitivo se convirtió en un ritual de encuentro en el que yo no me sentía mal por no estar haciendo cosas, y también empezamos a hacer deporte, nos entró como una paz que nos permitió tener la oportunidad de regalarnos  una despedida dulce.  Ahí te das cuenta de que hay cosas que fallan y que no se pueden cambiar.

—¿Sigues en el grupo familiar de WhatsApp?

—Sí, estoy en el chat familiar que hicieron las niñas, donde nos felicitamos los cumpleaños y nos avisamos de cosas. De hecho, estoy pensando escribir a Eugenia, que es quien lo creó, para decirle que estoy encantada de seguir en el grupo, pero no sé si debería salir. Me iría yo, no quiero ponerlas en la decisión de echarme.

© JAVIER ALONSO
“Sigo en el chat familiar que hicieron las niñas (las hijas de Bertín), donde nos felicitamos los cumpleaños y nos avisamos de las cosas... No sé si debería salir”, reconoce la exmujer de Bertín.

—¿Tienes nueva burbuja de amigos?

—De momento, hay muchos amigos en común que nos están diciendo que quieren seguir teniendo amistad con los dos. Poquito a poco, estamos empezando a reto­mar las amistades.

—¿Proyectos más inmediatos?

—Cambiarme de casa, reorganizar la fundación y seguir con los estudios que he comenzado. Soy buena estudiante de ciencias y siempre he sacado buenas notas.

“A los veintiún años, dejé la facultad de Medicina por trabajar y es algo que he tenido clavado todo este tiempo. Ahora voy a hacer un máster que dura dos años”

—¿Y tu nueva ilusión?

Me encantaría escribir un libro. Yo no quiero ser profesora de nada, pero hay mucha gente que me dice que tengo mucha fortaleza y les contesto que uno no nace así. Explicar cómo me convierto en la madre de Kike, qué cosas me han pasado en la vida que me han llevado a desarrollar esta resiliencia y fortaleza, a lo mejor, puede inspirar a alguien. El asunto es que no tengo horas en el día. Me acuesto a las diez y madrugo, y el día lo tengo lleno. No soy de hacer listas, pero sí de cumplir mis compromisos.

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