El último disco de Soleá Morente, Lo que te falta, salió justo el mismo día en que se declaraba el estado de alarma en España. “Fue inesperado y desconcertante”, reconoce la cantante, hija del legendario cantaor Enrique Morente y de la bailaora Aurora Carbonell. “Llevaba dos años preparando este disco y esperaba con mucha ilusión presentarlo y tocarlo en directo. Y de repente, recibimos este golpe tan fuerte y desagradable. Pasamos de tener la agenda llena, a punto de empezar una gira, a que todo se paralizara”, nos explica con cierta resignación.
Soleá estaba visitando al gran Paco Ibáñez en Barcelona el día que estalló oficialmente la pandemia. Iban a preparar un disco juntos este año. El coronavirus también truncó esos planes. “No hemos vuelto a quedar desde entonces. Hemos estado hablando por teléfono y tengo ganas de volver a verle para seguir trabajando con él”, dice. “Como ves, este año de pandemia me ha golpeado mucho a nivel profesional, personal, existencial, vital, moral, psicológico... No ha sido fácil para nadie. El sector del arte y la cultura está muy afectado”, reconoce. Sin embargo, la cantante ha aprovechado estos meses de “paralización” para volcarse sin interrupciones en la creación artística. “Durante el confinamiento severo yo estaba en Granada. Me puse a componer canciones que hablan de una historia de amor preciosa, la historia de amor de mis padres. Así nació el que será mi próximo disco, que saldrá en septiembre. Será un disco autobiográfico, porque habla de mí y de mi familia”, adelanta. También será el primero que escriba y componga ella íntegramente. “Ya tengo siete canciones y estoy en plena creación de otras cuatro”, dice con entusiasmo.
—Soleá, eres filóloga hispánica. ¿Cómo influye eso en tu arte?
—Influye mucho. Si no hubiese estudiado, sería otra persona y otra artista. A la hora de componer, tengo todo el bagaje de haber leído muchos libros, de haber analizado muchos textos y de haber estudiado la palabra.
“Yo no apuntaba maneras de artista. Iba a ser profesora. Pero un día, sin darme cuenta, me subí a un escenario y ya no me quise bajar”
—No habrías ido a la universidad si tu padre no hubiera insistido, ¿verdad?
—Sí, mi padre me animó. Él siempre fue un artista autodidacta, no pudo ir a la universidad por las circunstancias que le tocó vivir, pero se preocupó de cultivarse. Él lo llamaba curiosidad o intuición, y eso lo llevaba al conocimiento.
—¿Enrique quería que fueras artista?
—Mi padre y mi familia siempre nos inculcaron el amor al arte tanto a mis hermanos como a mí. Fue algo muy natural, una manera de vivir que teníamos en casa. Yo no apuntaba maneras de artista, sino de docente o profesora. No lo tenía muy claro, pero poco a poco fui acercándome al arte. Un día, sin darme cuenta, me subí a un escenario y ya no me quise bajar.
—Pero llevas cantando casi desde que naciste. ¿Cuál es tu primer recuerdo de la música?
—Me encantaba bailar y recuerdo cuando mi madre nos enseñó a Estrella y a mí los primeros pasos, por si algún día queríamos salir a bailar flamenco. Nuestra madre nos enseñó el sentido del ritmo. Me habría gustado ser bailarina, pero tuve que dejar la danza por los estudios.
—Se han cumplido diez años ya de la muerte de tu padre. ¿Piensas mucho en él cuando cantas y compones?
—Sí, claro. Me acuerdo de él todos los días y me siento mucho más segura sabiendo que lo tengo cerca de mi corazón. Es inevitable no pensar en él... No quiero evitarlo.
—De los tres hermanos, ¿cuál se pone más flamenco?
—Mis dos hermanos tienen mucho más carácter que yo. Son los dos muy pasionales y muy flamencos.
“Me acuerdo de mi padre todos los días y me siento mucho más segura sabiendo que lo tengo cerca de mi corazón”
—En tu último disco, Lo que te falta, hay una canción premonitoria. Se llama No puedo dormir, justo en un año en el que nadie ha podido dormir...
—Sí. Me cuesta mucho dormir. Me activo por la noche y empiezo a pensar, se me ocurren muchas ideas, me planteo problemas y soluciones... La cabeza no para. Me pasaba antes de la pandemia y ahora es peor. Sigo intentando dormir, pero la cosa está complicada.
—En este disco participa tu hermana, Estrella. ¿Cómo es trabajar con la familia?
—A mí me encanta trabajar en familia, es mucho más fácil. Nos conocemos mucho y tenemos un código en común... el código de la mirada. Con una mirada ya sabemos qué sentimos.
—¿Llevar el apellido Morente te pesa?
—Todo es positivo, no puedo estar más agradecida a la vida por haberme dado una familia tan fantástica. Mi madre, mi hermana, mi hermano..., todos son fantásticos y mágicos. Pero mi apellido también es un arma de doble filo, porque te juzgan con lupa por llevarlo. Estás muy vigilado y tienes una responsabilidad que otros no tienen. Sobre todo cuando estás comenzando. Con otro apellido, quizá las críticas no serían tan severas. Pero en general estoy muy agradecida de ser Morente, lo llevo por bandera y mi objetivo en la vida es seguir el legado de mi padre, seguir reivindicando su obra y su filosofía. Estoy muy orgullosa de ser hija de Enrique Morente, hermana de Estrella Morente y hermana de Kiki Morente.
“Mis dos hermanos, Estrella y Kiki, tienen mucho más carácter que yo. Los dos son muy pasionales y muy flamencos”
—Tu apellido no se puede separar del flamenco. Pero tú mezclas estilos: la rumba, el pop... ¿Te ha costado alejarte del flamenco?
—Gracias a Dios, he tenido un padre que es todo un ejemplo con su arte y su obra. Él nos enseñó a no tener miedo a querer dedicarnos a lo que sentimos y a expresarnos como lo necesitamos, sin prejuicios. Él nos enseñó a ser libres. Por eso no me ha costado lanzarme a buscar mi propio espacio.