Ana Obregón cumple hoy 66 años. No tiene ganas ni fuerzas para celebrarlo, como ella misma nos confiesa en el último número de ¡HOLA!, por motivos que no hace falta explicar. Pero desde aquí, y con todo el cariño, queremos felicitar a la actriz y hacer un repaso por los hits de su carrera, los romances y las aventuras que, pese al apodo que la ha acompañado de por vida, “Antoñita la fantástica”, ha hecho realidad en todos estos años.
De su etapa en Hollywood —donde vivió en casa de Julio Iglesias, cocinó para Steven Spielberg y participó en series de máxima audiencia— a su romance con un príncipe, como Alberto de Mónaco; de convertirse en toda una vigilante de la playa —en su famoso posado veraniego de 2016— a “reinar” en la película Santiago Apóstol , donde dio vida a la Reina Loba, hija de Julio César... Ana ha ido cumpliendo la mayoría de sus sueños, a base de tesón y trabajo sin descanso.
En marzo de 2012, y coincidiendo también con su 57 cumpleaños, fue ella la que nos hizo el regalo de adelantar en las páginas de ¡HOLA! un extracto de su autobiografía, Así soy yo, un volumen de cuatrocientas páginas en el que contaba, de su puño y letra, su propia verdad, a partir de los 28 diarios que empezó a escribir a los doce años.
“Necesito quitarme este disfraz de lentejuelas que me han puesto, porque me aprieta el alma... Pero no puedo dejar de ser Antoñita la Fantástica, como me llamaban mis hermanos cuando éramos pequeños y yo me encontraba enferma, tantos y tantos días en la cama imaginando un mundo maravilloso muy lejos de mi realidad de niña desahuciada. Me veo a mí misma contemplándolos desde la ventana de mi dormitorio, ellos jugaban en el enorme jardín de nuestra casa rebosantes de salud y vitalidad, y yo me consumía por culpa de una enfermedad que, con todo, jamás consiguió acabar con mis sueños y mis fantasías. La imaginación es el preestreno de nuestra vida y yo, cuando era una niña, soñé que nunca dejaría de soñar”, comentaba la actriz y presentadora en el libro.
Ana, que desde pequeña quiso dedicarse al mundo del espectáculo, a pesar de la oposición de su familia, se hizo muy popular cuando se convirtió en la novia del cantante del momento, Miguel Bosé. Junto a él debuto en el cine con una pequeña participación en Sentados al borde de la mañana con los pies colgando (1978). Después, también intervino en Me olvidé de vivir, protagonizada por Julio Iglesias en 1980 y, a principios de esa década, decidió estudiar interpretación en Nueva York en la escuela de Lee Strasberg.
“Cuando llegué por primera vez a Norteamérica, tantos años atrás, llevaba una maleta llena de sueños, un currículo inventado, dos pantalones vaqueros, el teléfono de Robert de Niro en Nueva York, la dirección de Steven Spielberg en Los Ángeles y el corazón roto por cortesía de Miguel Bosé...”, cuenta Ana.
Tras regresar a España y rodar películas como Hijos de papá, Goma-2 o Corazones de papel, en 1984 decidió probar suerte en Hollywood donde participó en series míticas como El equipo A, Hospital General o El jefe en casa , y protagonizó junto a Bo Derek la película Bolero.
Fue en esa etapa de su vida cuando Julio Iglesias la invitó a vivir en su residencia. “Me instalé en casa de Julio... Aquella mansión, en el 1.100 de Bel Air Place, se convirtió en mi segunda casa y en el lugar del que guardo los mejores recuerdos de los años que viví en Hollywood”. También cuando sin tener ni idea de cocinar, quiso conquistar a Spielberg con sus dotes culinarias y le preparó una paella que, en palabras de Ana, “resultó asquerosa”. El cineasta quedó prendado de ella, aunque lo suyo no pudo ser: “Me gustas mucho, Ana, demasiado —me dijo Steven Spielberg—, pero tengo novia. Tú eres una chica muy especial, nunca podría prometerte algo que no te pueda dar”. En ese momento me entraron ganas de llorar”, relata la actriz en su libro.
Su encuentro con Alberto de Mónaco es uno de los capítulos más destacados de su autobiografía. Le conoció en el Open de Golf de Montecarlo y en el baile de gala que se celebró con motivo del evento deportivo, la sentaron a su lado. “El príncipe Alberto me cogió de la mano y me llevó hasta donde estaba su padre: ‘Papá, ella es Ana Obregón, la actriz y bióloga española de la que te hablé’”. “’Alberto, ¿por qué no abres tú el vals con Ana?’, sugirió Raniero... Y, mirándonos a los ojos, nos dirigimos hacia el centro de la pista”. “Nos besamos. Nunca había besado a un príncipe y esperé unos segundos por si el cuento sucedía al revés, como siempre me ocurría en el amor, y este se me convertía en rana, pero no, mantuvo su forma humana y sus labios. ¡Menos mal!”, recuerda la presentadora.
La vida de Ana está repleta de casualidades, encuentros y anécdotas que ella siempre ha relatado con mucho humor. Desde como fue la propia Antonia Dell’Atte quien le presentó a Alessandro Lequio mientras rodaba una película con Peter Fonda (el hermano de Jane Fonda) en Roma a su desencuentro con Victoria Beckham, porque su marido, David Beckham, que entonces jugaba en el Real Madrid, la “acribillaba” a mensajes. “Me empezó a gritar y me tiró de la tira de la camiseta… me empezó a gritar lo más bonito… me la lió… y es boba porque se puso en evidencia…”, contó en el programa de Bertín Osborne.
Entre fantasía hecha realidad, no cabe ninguna duda de que Ana es toda una estrella y como tal, el próximo día 22, recibirá un merecido homenaje con la entrega del premio Yago de Honor, unos galardones que nacieron con el fin de premiar a los grandes olvidados por la Academia de Cine. “No sé si me lo merezco, pero se lo merecen los directores y los equipos con los que he trabajado. Porque he tenido la suerte de que me dirigieran los más grandes del Cine Español: Vicente Aranda, Fernando Colomo, Luis García Berlanga, Gonzalo Suarez...”, ha manifestado la actriz al compartir su agradecimiento con sus seguidores.