Recién distinguido con la Medalla de Andalucía de las Artes, Pepe de Lucía vive un momento muy especial a todos los niveles. Mientras prepara su vuelta a los escenarios, con cita en la Bienal de Flamenco, de Málaga, Pepe disfruta de sus dos nietos, incluida la pequeña Lucía, hija de Malú y Albert Rivera.
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—¿Qué supone para ti ser reconocido con la Medalla de Andalucía?
—Es como si mi madre, a la que tanto quise, me diera un abrazo. No es solo un honor, es un acto de amor. La guardo en el estudio, con el premio Nacional, mis dos grammy y mis otros trofeos.
—En ese día tan especial, solo te pudo acompañar tu hijo pequeño, Pepe, los demás no pudieron.
—Por la pandemia, obviamente. Yo no hubiera permitido que fueran.
—En una entrevista reciente, afirmabas que estás “en el ocaso”.
—Gracias a Dios, estoy muy bien, pero es la realidad. El tiempo pasa muy deprisa, sin darte cuenta. Hay que reconocer lo que uno es y dar paso a la gente nueva. El flamenco está un pelín infravalorado (en España), pero, en el mundo, la gente alucina con un buen cante, un buen baile y un buen toque de guitarra. He trabajado muchas veces en el Carnegie Hall, de Nueva York, y en el Lincoln Center.
—¿Cómo recuerdas esas aventuras en Estados Unidos?
—Cuando empecé con José Greco, me fui con dieciséis años. Trabajé en Ed Sullivan Show y empezamos una gira de año y pico. A los cuatro meses y medio, se unió mi hermano Paco y me dio mucha alegría porque me daba miedo dormir solo en las habitaciones de los hoteles.
—¿Conociste a muchos artistas?
—A James Brown, las Supremes... Todos trabajaban en el Apollo y yo, que me hospedaba enfrente, los veía todas las noches. En Nueva York, también conocí a Rocky Marciano. Ya en Las Vegas, a Frank Sinatra; Sammy Davis, Jr.; Dean Martin... También recuerdo que Kirk Douglas me despeinaba cada vez que me veía. Yo me ponía brillantina y él se reía.
—Hablábamos antes del ocaso, pero tus nietos, como la pequeña Lucía, serán una inyección de energía.
— Me tiene loquito, me quita el “sentío”, como mi nieto, Mario. Me han hecho ver que la saga sigue.
—¿Ya conoces a tu nieta? Puede que la pandemia no te haya dejado.
—(Ríe). ¡Cómo no voy a ver a mi niña! Y a mi Mario. Pero voy con permisos, cuando me desplazo por trabajo y por promoción.
—¿Te gusta ejercer de abuelo?
—Claro. ¿Tú sabes lo grande que es ser abuelo? También tengo un hijo que podría ser mi nieto: mi hijo Pepe, de dieciséis años. Empieza la Universidad el año que viene y toca el piano. En mi casa todos tenemos manos para un instrumento.
—En noviembre, publicaste un nuevo álbum, con Alejandro Sanz como productor ejecutivo. ¿Qué planes tienes para los próximos meses?
—Estaré en la Bienal de Flamenco, de Málaga, y hay más cosas para el verano. Tengo ganas de subirme a un escenario.