Los escenarios están de luto. Enrique San Francisco luchó hasta el final, pero no pudo ser. Desde nuestra redacción confirmábamos la peor noticia el lunes, 1 de marzo, al mediodía. Muy querido por todos, sus compañeros y amigos lo han despedido con honores y le han agradecido las risas en cientos de mensajes. “Gracias por tanto”, le dicen. Genio, figura y un alma libre... Un actor irrepetible sin atisbo de amargura, valiente, generoso, leal.
Llevaba ingresado desde el 10 de enero en el hospital Clínico de Madrid por una neumonía necrotizante y vivía ilusionado con el trabajo que le esperaba y con poder celebrar sus sesenta y seis años ya en planta, pero el pasado jueves todo empezó a ir a peor. Y, de ahí, al desenlace.
“Auguraba lo peor”
Su ingreso coincidió con la gran nevada de Madrid. No podía respirar y casi no se sostenía en pie. No había tenido fiebre, solo tos... “No había nadie en urgencias y, en veinte minutos, ya estaba sedado e intubado. La prueba de COVID-19 dio negativa, pero la infección había llegado al riñón y a la sangre. El cuadro auguraba lo peor”, contaba a ¡HOLA! en las que fueron sus últimas declaraciones.
“Estoy desesperado por salir de aquí... Ya en rebeldía, aunque me tratan como a un Rey. La situación se lleva con dignidad. Todavía no puedo andar y el respirador siempre está a mano”, nos decía, antes de que la infección pasara al pulmón izquierdo, no pudiendo superar este último envite.
Enrique, entonces, estaba bien de ánimo, hacía rehabilitación, recibía mensajes y se entretenía viendo películas y escuchando música...Y también ponía su vida en orden mentalmente.
“Esto no es un juego”
Desde el hospital, el actor puntualizaba: “Está claro que la mala vida tiene consecuencias, pero yo he caído enfermo por una bacteria... La época de la locura acabó hace muchos años. No estoy orgulloso de ello. No soy de los que cree que cualquier tiempo pa- sado fue mejor. Me he equivocado, he cometido errores... Así no se puede ir por la vida. Esto no es un juego”.
Asimismo, aclaraba también que la gira de la obra teatral ‘La penúltima’ se había suspendido por la pandemia y no por sus problemas de salud. Y que si se había ido del hotel donde vivía había sido porque cerró por la pandemia. “No ando boyante, pero tampoco vivo en la calle...Tengo amigos por todas partes y familia materna que se desvive por mí. En esto, soy rico”.
El actor había estado viviendo el último año con Tatiana, su compañera y aliada desde hace diecinueve años. La maestra que, junto a su hijo Pedro, siempre ha estado a su lado y también lo ha acompañado en los días de hospital y en su despedida.
“Coge el petate”
San Francisco tenía una larga carrera a sus espaldas. Llevaba toda una vida dedicado al espectáculo. Desde los dos años hasta su muerte, salvando la época del servicio militar, donde alcanzó el grado de cabo, y la de la Legión, donde fue francotirador en el cuerpo de fusileros. “Me reenganché, pero mi madre vino a buscarme. Me dijo: ‘Coge el petate’. Y eso hice”.
Nueva York
Después, vivió en Nueva York, donde ingresó en Actor’s Studio y conoció a Edward Norton y Johnny Depp, en Chicago, Miami y hasta en Nepal. País que recorrió en moto y lo dejó marcado por insólitas experiencias.
A este actor de físico singular, la fama le llegó a finales de los 70 con el auge del llamado cine quinqui. Y, desde entonces, nunca dejó de trabajar . Participó en una veintena de series televisivas, entre ellas, ‘Cuéntame cómo pasó’, más de cuarenta obras de teatro... Y setenta películas. ‘Orquesta Club Virginia’, de Manuel Iborra, con la que estuvo nominado al Goya a mejor actor de reparto por segunda vez; ‘Amanece que no es poco’, de José Luis Cuerda; ‘París-Tombuctú», de Luis García Berlanga... ‘Así en el cielo como en la tierra’, junto a Fernando Fernán Gómez. Y la última: ‘4 latas’ (2019), de Gerardo Olivares.
Interpretando a la muerte
Asimismo, son especialmente recordadas sus actuaciones en ‘El Club de la comedia’, donde abrió camino a los monólogos humorísticos, y sus colaboraciones en videoclips y anuncios de publicidad. El último, en Navidad. Un spot de Campofrío, en el que interpretaba a la muerte homenajeando a la vida en tiempos de pandemia. “No hay día, por insignificante, extraño o difícil que parezca que no merezca la pena ser vivido”, concluía.
Quique San Francisco nació en Madrid el 10 de marzo de 1955. Vivió desde los cuatro hasta los trece años en Barcelona, con su madre, la actriz de teatro Enriqueta Cobo, y no se reencontró con su padre hasta los diecisiete, el también actor Vicente Haro, con el que llegó a construir una relación preciosa.
“Mi vida es un poema y bastante divertida, aunque ha habido momentos muy duros... Y este también es de los malos. Pero pasará lo mismo que con los anteriores, terminaré olvidando”, nos dijo finalizando la entrevista.
Gracias por tanto.