El día que tanto estaban esperando se acerca. María García de Jaime y Tomás Páramo darán la bienvenida el próximo mes de abril a Catalina y están expectantes por tenerla ya entre sus brazos… Sobre todo, su hijo, Tomi, que está deseando poder ejercer de hermano mayor. Ellos son la pareja que ha conquistado las redes sociales con su historia de amor y, no sin esfuerzo, han conseguido hacer de algo que comenzó como un pasatiempo una profesión, a raíz de una foto que cambió por completo el rumbo de su futuro.
Acaban de cumplir veinticinco años y, echando la vista atrás, les cuesta creer que hayan conseguido llegar al punto en el que se encuentran, aunque han luchado mucho, apostando siempre por ellos y por su hijo contra viento y marea.
Con ellos y con su perro, ‘Goofy’, la última incorporación a su bonita familia, compartimos un divertido día en el campo, en el que nos cuentan cómo empezó todo, cómo se preparan para la llegada de Catalina, los momentos difíciles que vivieron con la llegada inesperada de Tomi y nos confiesan que su vida está llena de curiosas casualidades.
—Estaréis ya contando los días para tener a Catalina en brazos, ¿por qué habéis elegido ese nombre?
María.—Estábamos entre dos nombres y Tomi fue quien terminó decidiéndolo. Catalina es un nombre muy especial, es el nombre de mi bisabuela.
Tomás.—Una vez estuvimos en casa de su abuela hablando de tener más hijos y nos dijo que le haría muchísima ilusión que alguna bisnieta suya se llamara así y pudiera conocerla y, gracias a Dios, su abuela todavía está aquí.
“Hemos tenido momentos difíciles, pero hemos luchado por seguir nuestro camino juntos y ha merecido la pena. Ahora, estamos donde estamos y ni lo habíamos soñado”, confiesa María
—Tomi se lo está tomando bien, está muy contento con tener una hermana pequeña, ¿no?
M.—Está con muchas ganas, a ver cómo es luego cuando llegue su hermanita, pero, por ahora, fenomenal. Creo que va a ser mejor de lo que pensamos.
T.—Nos daba un poco de miedo, porque Tomi ha vivido una situación un poco excepcional, es único en las dos casas: es el primer nieto, el primer hijo, el primer sobrino y, ahora, es como que le van a quitar el trono. Pero, como yo creo que todo pasa por algo, llegó ‘Goofy’ —nuestro perro— en junio a casa y eso ha hecho un poco de puente.
M.—También le estamos haciendo muy partícipe, que sepa las responsabilidades que tiene como hermano mayor, siempre le decimos: “Vas a tener que enseñar a Catalina un montón de cosas”, entonces, está con mucha emoción. También, un hermano es el mayor regalo que unos padres te pueden hacer. Él nos lo pedía muchísimo, sobre todo en el último año.
—¿Cuántos años tiene ya Tomi? Nació en una fecha muy importante para vosotros, ¿verdad?
T.—Todo son casualidades. Meri y yo todavía no éramos novios, pero la primera vez que nos dimos un beso fue un catorce de marzo y, dos años más tarde, nació Tomi, un catorce de marzo. También su abuelo por parte de padre cumple años ese día.
M.—En nuestra vida, todo son casualidades.
T.—Y espera, ¡que el perro también nació el catorce de marzo del dos mil veinte!
—María, ¿cómo estás llevando este segundo embarazo?
M.—Maravilloso. Los primeros meses sí que estuve un poco más fastidiada, con típicas molestias del principio, pero luego fenomenal. Estoy disfrutando cada momento. Con Tomi, queríamos que todo pasara rápido —el embarazo no fue nuestra mejor época, la verdad— y este está siendo tan distinto. Hasta vestirme de embarazada me apetece. Con Tomi, que seguí yendo a la universidad, iba como escondiendo la tripa y, ahora, si se me marca, me da igual, me gusta muchísimo enseñarla.
—Las circunstancias son también muy distintas. ¿Habéis llegado al punto que soñabais?
T.—Hemos llegado a un punto que nunca habíamos soñado. Tenemos veinticinco años recién cumplidos y los dos nos consideramos unos privilegiados. Todo vino muy rápido y todas las circunstancias de nuestra vida desde que empezamos a salir han sido muy galopantes, para lo bueno y para lo malo, pero nunca nos hemos cansado de perseguir nuestras metas. Lo que siempre llevábamos por bandera era luchar por nosotros y por lo que creíamos y, ahora, estamos felices al ver que somos unos padres jóvenes que sacamos adelante una familia y también que podemos seguir disfrutando de la vida desde los ojos de un niño, porque nosotros no hemos perdido nunca esa niñez, que de alguna manera hoy seguimos alargando. Y encima, dando más vida.
M.—Es verdad que hemos tenido momentos más difíciles, pero hemos luchado por seguir nuestro camino juntos y ha merecido la pena. Ahora estamos donde estamos, que, como dice Tomás, ni lo habíamos soñado… Es como haber llegado a la meta con creces.
“Estamos felices al ver que somos unos padres jóvenes que sacamos adelante una familia y que también podemos seguir disfrutando de la vida desde los ojos de un niño”, dice Tomás
—¿No pensáis que os habéis perdido cosas por el camino al haber sido padres a los veinte años?
M.—Obviamente, hay cosas a las que hay que renunciar siendo padres, pero también cambian tus prioridades en la vida. A lo mejor, una noche no puedo salir, pero me quedo tan feliz con mi hijo y le veo despertarse. Al final, compensa. Ahora tengo unas prioridades y soy feliz con esto.
T.—También hemos tenido la gran suerte de que nuestros padres siempre nos han ayudado. María y yo, teniendo muy claro cuáles eran nuestras funciones, siempre hemos tratado de no dejar de vivir nuestra vida, que tengo que decir que, sin nuestro hijo, hubiese sido un aburrimiento increíble. Lo único que a los dos nos ha quedado pendiente, porque nos gusta viajar mucho, es vivir la experiencia de irnos de Erasmus. Hay algunas cosas que no tienes, pero el amor de tu hijo te aseguro que no lo cambias por nada.
M.— Aunque también hemos tenido la suerte de tener nuestro trabajo, que nos ha dado la oportunidad de viajar muchísimo.
—¿Cómo empezó vuestro trabajo en las redes? ¿Lo buscasteis?
T.—Es algo que no imaginábamos, de hecho, a muchos compañeros de trabajo, que ahora son amigos nuestros, en algún momento los habíamos admirado desde fuera. Meri estaba estudiando Derecho y yo, Publicidad. Ella ni se lo planteaba, porque iba directamente para abogada. Pero cuando nos pasó toda la historia de Tomi, entre la gente de nuestra edad, el embarazo de María era el comentario recurrente. Estábamos en el punto de mira. Por otro lado, antes de nacer Tomi, gané un premio de Literatura en mi universidad, que se movió bastante en medios de comunicación y universidades. Entonces, ahí la gente empezó a oír nuestro nombre. Más tarde, cuando Tomi tenía un año y medio, una amiga de María nos invitó a un viaje y nos hicimos una foto juntos… que lo cambiaría todo.
“Un hermano es el mayor regalo que unos padres te pueden hacer. Tomi nos lo pedía muchísimo, sobre todo en el último año”, cuenta la ‘influencer’, que volverá a ser madre en abril
—¿Cómo era la foto?
M.—Nada fuera de lo común, salíamos los dos en traje de baño en un barco.
T.—Y la subimos y decidimos abrir nuestras cuentas. De repente, la foto tuvo doscientas cincuenta mil impresiones. Yo, que estaba más al día en redes, empecé a verlo como una salida a nuestra situación personal. Por entonces, nuestro futuro en familia lo veíamos como algo muy lejano y pensamos: “Si empezamos a currárnoslo, igual en unos años puede ser nuestro modo de vida, la fuente de ingresos que nos permita no tener que contar con el apoyo de nuestros padres”.
M.—Tuvimos mucha suerte porque estábamos en el típico momento en que no ves luz. No veíamos el momento en el que pudiéramos tener dinero para irnos a vivir juntos, porque, hasta entonces, estábamos con nuestro hijo de casa en casa, porque vivíamos una semana en casa de sus padres, otra en la mía… Era bastante desesperante.
T.—También contamos con el factor suerte porque es muy difícil que gustes a la gente, que la gente te quiera y que conectes con el público. Pero aquí estamos y seguimos cada día tratando de aportar lo mejor de nosotros y, si en algo podemos cambiar la vida de aquellas personas que pasan por la nuestra a través de las redes sociales, pues más felices aún.
—Muchos de vuestros amigos también son influencers, ¿hay ‘rivalidad’ sana entre vosotros a ver quién tiene más seguidores o likes?
M.—Te juro que puede parecer increíble, pero nosotros, cero. En nuestro grupo, al revés, no nos importa nada subir la misma foto —que a mucha gente eso le molesta—, pero nosotros, nada. Estamos para ayudarnos. Siempre miramos muchísimo por el otro, es una suerte el grupazo que hemos hecho.
T.—Es verdad que conoces a mucha gente siendo influencer, pero nosotros hemos encontrado un grupo de gente que ha pasado a ser como familia.
—¿Cómo lleváis las críticas? Porque hay días que te pueden dar igual, porque es tu trabajo, pero hay otros que duelen.
M.—Eso es verdad. Las críticas constructivas las llevamos muy bien, porque te ayudan a mejorar. Pero llega un momento en el que, al ser un personaje público, tus seguidores se sienten con el poder de decirte todo lo que piensan, aun sabiendo que te están haciendo daño y ahí sí que habría que poner un límite.
T.—Yo, poco a poco, voy tratando de mejorar ese aspecto. Me molesta mucho el hecho de que, libremente, cualquier persona se pueda permitir el lujo de insultarte, faltarte al respeto o herirte. Más que las críticas en sí, me duele que la gente no valore en absoluto el trabajo, que piensen que ser influencer no es un trabajo lícito y, al final, detrás de cada influencer , hay una persona que puede tener su formación, le puede gustar el arte, la cultura, la literatura…, como a cualquier otra persona de cualquier tipo de profesión, pero a nosotros se nos ataca el doble. Esta es la parte mala, que te hunde un poco, pero te debes a la gente que te quiere. Aunque hay muchas cosas positivas, hay personas buenas detrás y también se pueden conseguir cosas buenas.
“Todas las circunstancias de nuestra vida han sido muy galopantes, pero nunca nos hemos cansado de perseguir nuestras metas. Siempre llevábamos por bandera luchar por nosotros”
—Como en la pandemia, que habéis puesto vuestro granito de arena ayudando a que muchos enfermos pudieran comunicarse con sus familias.
T.—Veíamos que mucha gente se estaba yendo sola, sin la compañía de sus hijos, de su mujer, sin un último beso, sin poder despedirse… Entonces, me llamó una noche Esther, una compañera del colegio que es enfermera y me dijo: “Qué te parece si nos juntamos para solucionar esta gran necesidad que hay”. Y buscamos la manera, en tiempo récord, de hacer llegar a los hospitales y a las residencias de España tablets con acceso a internet. En una semana, conseguimos llevarlo a cabo con MásMóvil, que nos donó más de seiscientos mil euros en dispositivos y en acceso a internet, y así llegamos a todo el país. Es una de las cosas que más satisfacción personal me han dado en la vida. Sobre todo, recibir los mensajes de familiares que, gracias a esto, se han podido despedir. Siempre pensamos que estamos aquí por algo y doy gracias a la vida que me ha dado este altavoz con el que, en situaciones así, podemos ayudar a los que más lo necesitan.
—Otro gran proyecto que llevasteis a cabo el año pasado fue vuestro primer libro, Botas de colores para días de lluvia, que ha tenido una gran acogida, ¿habéis pensado escribir otro?
M.—Hemos dejado la puerta abierta, nunca se sabe.
T.—Volver a escribir, sí, porque a mí me encanta, pero escribir la parte dos de este libro… todavía no.
M.—Esperamos que no nos pasen tantas cosas en tan poco tiempo como para escribir una parte dos —dice riendo—.
T.—Y si hubiese que escribirla, que fuese de ficción. Otro tipo de género literario también me encantaría.
—¿Qué planes tenéis para este año?
—Tenemos dos cosas que todavía no podemos decir nada, pero hay una tercera, que es nuestra hija, nuestra gran ilusión.